El arte en la era de la guerra civil planetaria, según Hito Steyerl
Sobre el nuevo libro de la artista y ensayista alemana
Miércoles 07 de noviembre de 2018
Hito Steyerl, artista ella, académica, crítica y gran referente cultural, sacude espectros "para, primero, asustar, y segundo alertar", escribe Lala Toutonián. “El arte contemporáneo se transforma en un delegado de la comunidad global”, acusa Styerl en su nuevo libro. Una reseña de Arte duty free, segundo tomo de la alemana que publica Caja Negra, después de Los condenados de la pantalla.
Por Lala Toutonian.
El arte, entendido como representación de la cosmovisión del hombre, refleja un carácter primero intuitivo y luego utilitario. Siempre estético, desde ya, de un realismo filosófico, de belleza recreativa. Para Kant está el arte estético (también consideraba el mecánico), el que procura placer intelectual. Pero en tiempos kantianos no existía la preocupación por el capitalismo y la globalización (que devora individualismos y corrientes culturales) y el arte también pasó a ser una forma de conciencia social. En un sentido marxista, el arte como ideología es determinado en última instancia de acuerdo a las condiciones materiales de la sociedad.
En estos tiempos donde la creatividad está absorbida también por la multitud, “casi cualquiera es artista” dice Steyerl en su ensayo, Arte duty free, publicado por Caja Negra. Este capitalismo y globalización que destacamos más arriba también deglutió estos terrenos estéticos: “Sobre el arte no solo orbitan el capitalismo neoliberal, las bienales, las ferias, internet, sino también la especulación inmobiliaria, la evasión fiscal, el lavado de dinero, las off shore y la desregulación del mercado financiero”. Y los malos artistas, agregaríamos en lo que respecta a los fantasmas que rodean a estos males, pero ese sería otro ensayo. (El que verdaderamente ataca -y gana- al capitalismo digital y sus articulaciones en internet es Eric Sadin en La siliconización del mundo, editado por el mismo sello argentino).
El capítulo donde Steyerl habla de la muerte de internet puede parecer una oda a la paranoia... Pero no lo es. Destaca aquí que el mundo ol, con sus imágenes viralizadas, los gifs y emojis que proliferan en la web son una nueva manera de contar historias, un modo de arte folk. Recuerda a productivistas como Mayakovsky y Rodchenko cuando creaban esos ¡estupendos! afiches, quizá como predecesores a esta actualidad (“¿Comunistas comprometiéndose entusiastamente con el fetichismo de la mercancía?”). Lo mejor de una fusión tal es la estampida de corrientes alternativas al rígido mundo artístico: artistas contemporáneos callejeros, muralistas, corporales, que desestructuran y abren el mercado. Hito Steyerl, artista ella, académica, crítica y gran referente cultural, sacude estos espectros para, primero, asustar, y segundo alertar. Interpela la falta de espacio físico, la temporalidad: “El arte contemporáneo se transforma en un delegado de la comunidad global”, acusa. Esta es la guerra civil que denuncia desde el título: el lugar del mercado del arte en un mundo plagado de conflictos armados que redistribuyen otra vez (y van…) las riquezas. Y nunca con justicia, claro.
En las últimas décadas, los artistas se embarcaron en una veta más interdisciplinaria, si se quiere, y además de sus creaciones, se sentaron a escribir. La necesidad de hacer visible un mundo interior que los traspasa enfrentados a mil y una especulación, y así nos sentamos libro de Steyerl en mano a analizar realidades opacadas por el lucro. El axioma artista = persona sensible y como tal anticapitalista resulta no solo infantil sino inviable. Sí que esta globalidad ahoga y la guerra se desata.
Los quince ensayos que reúne Caja Negra en este destacado trabajo de traducción, repasan el mundo de arte contemporáneo y exponen al comprador de arte también. Esa clientela corporativa perteneciente a una cleptocracia, millonarios miserables que agrietan aún más las estrías de desigualdad. ¿Cuánto vale el arte? El neoliberalismo y este nuevo fascismo provocarán un apocalipsis pop. Instiga febrilmente apelando a imperativos morales a resistir al fascismo, a no colaborar con lavado de dinero comprando arte, pareciera querer generar un anarcosindicato de artistas, pasantías pagas, artistas bien remunerados. ¿Qué pretende? ¿Un mundo/estado/nación/reino autónomo del arte? También al ácrata se lo acusa de utópico. Si el arte, entonces, fue esa primera intención de transmisión de emociones y placer filosófico; hoy enfrentados a un diseño biosocial donde los estímulos se disparan caóticamente, también el mismo arte está en peligro.
Se analizan generalmente las caras externas de una modernidad de modo superficial, sin compromiso, por su apariencia en lugar de una condensación: "La superficie", escribe, "ya no es un escenario o fondo en el que los sujetos y los objetos están posicionados. Más bien, se pliega en sujetos, objetos y vectores de movimiento, afecto y acción, eliminando así la separación epistemológica artificial entre ellos”. Apela al pensamiento a futuro, a un cambio radical para disipar una oscuridad cada vez más densa en el mundo del arte.
“Arte duty free”: arte libre de impuestos, todo un manifiesto en tres palabras.