Cómo putean los escritores
Martes 10 de diciembre de 2013
Una antología de los insultos preferidos de los escritores, surgida de nuestro cuestionario Proust. La semana que viene arrancamos con nueve preguntas renovadas.
García Robayo insulta en caribeño: foking.
Cada semana, durante dos años, les hicimos nueve preguntas a escritores argentinos, chilenos, mexicanos, bolivianos, colombianos, peruanos. Una especie de cuestionario Proust. Entre esas nueve preguntas había una que los interrogaba por su puteada favorita. Surgieron las respuestas más variadas, con distintos matices, espesores, algunos dijeron -¿mintieron?- que nunca putearon, otros prefirieron callar, pero la mayoría se animó a ser rotundo y explícito. Desde el tímido “Qué bolú” de Mauro Libertella hasta el “fokin” de Margarita García Robayo, el hilarante y bucólico “Hijo de una vaca empastada” de Angélica Gorodischer o el simpático “rata carcelera” de Javier Sinay, las puteadas también funcionaron como indicador de generación, país de procedencia –“Uno putea en su lengua nativa”, dijo la escritora estadounidense Maxine Swann- y grados de originalidad.
¿La puteada más repetida? La concha de….en sus distintas variantes: “La concha de tu madre”, “La concha mía”, “La concha de tu tía”, “La concha de la lora”, “La concha de Dios”, a veces antecedida por el adjetivo “recalcada”.
Este es el listado de puteadas:
En buen portugués: “puta que o pariu!” (Juan Pablo Cuenca)
Conchelalora (Alejandra Costamagna)
LA MADRE QUE TE PARIOOOOOOOOO (Andrés Barba)
Qué hijo de la verga (Carlos Ríos)
No soy un gran puteador. A veces uso algunas muy inocentes, como “qué hijo de pu…” o “qué bolu…”, asi, interrumpidas, casi cercenadas por el pudor. Me gusta fuck, también, pero no se si cuenta. Supongo que esas son mis preferidas a la hora de la emisión. Como oyente, me gustan casi todas. (Mauro Libertella)
Libertella se confiesa pudoroso para la puteada.
“Puñeta” cuando lo dice Ingrid Robyn, o “vete a la mierda, so cabrón” [la clave está en el "so"], como injuria. (Luis Othoniel Rosa)
Fokin, así como suena, en caribeño. (Margarita García Robayo)
“Rata carcelera”, “Schlepper” o “Mierda humana” (que tomo prestada de un buen amigo). (Javier Sinay)
“Por la puta madre”, algo que suelo decir muchas veces cuando tengo campeonatos de Pro Evolution Soccer con mis amigos, además de mi frase insignia: “la máquina me odia”. (Ivan Thays)
¡Chinga tu madre! (la uso sobre todo cuando no estoy en México) (Sandra Lorenzano)
¡Miserables! Esto es siniestro. (Margo Glantz)
Me atosiga usted, caballero. (Fabio Morabito)
La connnnnnnnnnnncha de su madre. (Pablo Toledo)
Sorete. (Ariel Magnus)
Vuelvo a mi idioma materno: Fuck, me encanta. Ojalá unida a “dude”, que es una gran palabra, pero del castellano, huevón y sus derivados. Es la palabra clave de Chile, el comodín. Puedes usarlo para todo: casi ya no se usa como insulto a no ser que la cosa está dura. Es “dude”, es “che”, es “pues”. Una muletilla. Me parece poético algo como “puta el huea huea que dejó la media huevá el huevón muy huea, no ha hecho más que puras huevadas toda su vida el muy huea”. (Alberto Fuguet)
La puta madre que te remil parió (destinada a personas o, vagamente, al destino). Me cago en la concha de la lora, para situaciones de fracaso o de desasosiego. (Daniel Link)
“La reputísima madre que te recontra mil parió”. Con la adenda: “Pedazo de hijo de puta”. Pero la uso poco. (Juan Becerra)
Una que decíamos en el barrio y es sabrosamente surrealista: ¡Hijo de un vagón lleno de putas! (Vicente Battista)
Soy muy muy mal hablada, medio varonera. Digo todo el día “es una garcha” y “es una verga” como si dijera “por aquí ha pasado un ángel”. (Carolina Aguirre)
Mi papá en ocasiones profería: “La concha de Dios”. Yo siempre daba un respingo; era como un cúmulo concentrado de blasfemias. La prefiero como puteada porque le reconozco una probada eficacia, pero no me atreví a pronunciarla nunca. (Martín Kohan)
Como uno tiene que putear en su idioma la mía es: “What the fuck, man!” Nuestras puteadas son mucho menos gráfícas que las suyas. (Maxine Swann)
“Dale, putito, cometela”. (Mariano Blatt)
Link opta por la "la puta madre que te re mil parió".
Ninguna muy especial, la que me viene a la cabeza ahora es la reconcha de tu tía, ejecutada siempre mientras ando en auto o bici. (Oliverio Coelho)
No tengo (Federico Falco)
“Payaso”. Parece inocuo, pero dicho con acento del extrarradio sur de Madrid es muy, pero que muy insultante. (Mercedes Cebrián)
“La recalcada concha de tu madre” me parece que ofrece una robustez sonora y hasta una adjetivación de fuerte vuelo poético que no tendría si se usaran otros adjetivos más obvios y directos como “gorda”, “peluda” o incluso “sucia”. (Max Aguirre)
Lo concha de tu madre. (Pablo Ramos)
La concha de mi madre (Diego Grillo Trubba)
¡La puta madre que lo remilparió! / Meeeerde! (Elsa Osorio)
Pero, ¡puta madre! (Carlos María Dominguez)
Andá a lavarte las tetas. Y para los que se creen gran cosa, no hay nada más lindo que decirles “bobo” (es decir: ni siquiera ameritan una puteada). (José María Brindisi)
Una que reclama atención para los genitales de las madres, tanto la propia como las ajenas (Marcelo Figueras)
Maxine Swann dice que uno putea en su idioma nativo.
Andate a la recalcada concha de tu puta madre, a veces puedo cambiar “recalcada” por “renegrida”. (Germán Maggiori)
No tengo favoritismos pero puteo. Depende de las circunstancias. Me gusta variar. (Yaki Setton)
Mal cogido/a. (Francisco Bitar)
¡Rajá, hijo de vaca empastada! (Angélica Gorodischer)
“Cojudo de mierda” si estoy molesto. “No seas cojudo” o “Eso es una cojudez” en plan cotidiano. Si quiero ser ofensivo, mando a la “conchadesumadre”. Creo que la palabra “cojudo” posee tanto encanto y armonía acústica como la palabra “calato” y ambas se
usan mucho en Perú. (Diego Trelles Paz)
Soy bastante malhablado. Una cloaca en la jeta. Qué sé yo. Calculo que seré espontáneo cuando me pongo a ladrar. (Leo Oyola)
Mi abuelo paterno, que era palestino de origen, usaba unos insultos bellísimos. Son tan elegantes que casi no parecen insultos: que Dios te tumbe, maldito el barco que te trajo… Durante años se empeñó en que los aprendiera en árabe, pero fue un esfuerzo inútil porque mi memoria es mala. Los insultos que uso yo, por otra parte, son demasiado prosaicos y no tienen ningún interés. (Rodrigo Hasbún)
Qué cerdo o su variante de indignación generalizada, qué cerdos son. (Ariana Harwicz)
Tengo un cariño especial por la concha de la lora. El encanto está en la última palabra, que ya parece un modo de salir del enfado.arajo. (Ana María Shua)
Pucha recontra… Ay la re caj… (Inés Acevedo)
Cuento con un buen espectro de expresiones gráficas para la supervivencia emocional. Ahora que me lo preguntás, me doy cuenta de que la mayoría lleva el prefijo “recontra” para su debido énfasis, pues sólo termino la frase si la situación es muy grave: “¡la recontrap…!”, “me recontrac…!!!”, además de los democráticos y muy bolivianos “carajazos”. (Giovanna Rivero)
Como buen colombiano, “jueputa”. (Mauricio Bonnet)
Federico Falco dice que no tiene puteada favorita.
La recalcada concha de su madre. No hay palabra que tenga la fuerza de “recalcada”. (Osvaldo Bazán)
La reconcha de tu madre. (Ojo, ¡no suelo usarla salvo en casos de extrema ira!) (Juan José Burzi)
Tengo un cariño especial por la concha de la lora. El encanto está en la última palabra, que ya parece un modo de salir del enfado. (Eduardo Berti)
Por qué no te vas un poco al carajo (Matías Serra Bradford)
Mierda (Lola Arias)
La concha de la lora. Suelo decirla con entonaciones diferentes y hasta apretando los dientes, pero siempre acentuando con énfasis la primera “o”. Me gustaría creer que es una exclamación literaria; es decir, que tiene algo de diálogo secreto con Felicidad, el personaje de Flaubert, pero no logro convencerme. (Miguel Vitagliano)
“La chacón de tu naherma”. Pero ahora me doy cuenta de que cuando la digo en realidad no debo estar tan enojado ni indignado; cuando estoy verdaderamente enojado o indignado no llego a tomarme el trabajo de mezclar las sílabas y agrego un “re” entre “la” y “concha”. (Ignacio Molina)
Si me seguís jodiendo te voy a cortar la oreja y te la voy a guardar en el bolsillo de atrás del pantalón para que puedas escuchar como te rompo el culo a patadas. (Sagrado Sebakis)
Mi repertorio adquirió consistencia cuando viví en el Cono Sur, una que disfruto sobremanera, la recontra puta que lo parió. (Gabriela Alemán)
“La concha de mi madre”. (Josefina Licitra)
Andate a la connncha de tu madre. (Vera Giaconi)
Es un hijo de puta. (Mariana Enríquez)
Imbécil (Marina Mariasch)
La puta madre que te parió. O, si la cosa es extraordinaria, “Me cago en la leche de tu padre”. Igual, puteo poco. (Gaby Cabezón Cámara)
“Tú mero, pendejo”. (Yuri Herrera)
Nunca puteo. (Guillermo Piro)
La concha de la lora. (Claudia Piñeiro)
Mierda, joder y la puta madre. En cualquier orden. (Fernanda García Lao)
¡La concha de dios! (Gustavo Nielsen)