"Siempre estoy escribiendo en mi cabeza"
Tomás Sánchez Bellocchio
Martes 17 de octubre de 2017
El autor de Familias de cereal responde el cuestionario fijo a escritores: "Se nota mucho cuando a un escritor se le acaban las ideas. Empieza a repetirse, a extender como un chicle lo que ya debería haber terminado", dice, entre otras cosas.
1. ¿Qué te llevarías de tu casa en caso de incendio?
Mi computadora. Puede sonar impersonal, pero ahí tengo mis fotos, muchos libros descargados, distintos proyectos de escritura. La verdad es que ahora mucho de eso está en la nube y ya no es imprescindible como antes, pero al final de cuentas es mi herramienta para escribir.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
Por lo que estoy escribiendo ahora, que es una novela, no cuentos, diría Matadero 5 de Kurt Vonnegut. Es una fábula o más bien una sátira sobre el horror de la guerra. Es un libro irónico, inteligente, profundo, existencial, y al mismo tiempo es liviano, divertido, en el que no sobra nada. Vuelvo a él muy seguido y todavía me sigue sorprendiendo esa transparencia aparente. Aunque ya había publicado otros libros, éste tuvo un impacto fuerte durante la guerra de Vietnam y los movimientos pacifistas de entonces, y lo volvió un escritor famoso de un día para el otro.
3. ¿Qué es lo mejor y lo peor que le puede pasar a un escritor?
Lo mejor: que nunca le falten ideas, proyectos, algo para contar. Yo siempre estoy escribiendo en mi cabeza, más allá de que esté en otra cosa. El desencanto del mundo, la monotonía, el aburrimiento, la burocracia, todo eso que nos pasa a todos, queda en un segundo plano cuando estoy escribiendo. Lo peor: que sí falten. Se nota mucho cuando a un escritor se le acaban las ideas. Empieza a repetirse, a extender como un chicle lo que ya debería haber terminado. Y no me refiero al drama de la página en blanco, que es un cliché más coyuntural, me refiero al vacío de ideas, a esa oscura certeza de que uno no tiene ya nada interesante que contar. Entonces la literatura se vuelve mecanismo, fórmulas.
4. La superstición es...
Una excusa para no pensar, un compromiso pobre con la realidad. Como mecanismo me parece primitivo. Prefiero lo opuesto: no tener ninguna superstición, ser completamente racional y que entonces el mundo me sorprenda con una solución oscura, mágica.
5. ¿Qué disco escucharías manejando solo por la ruta del desierto?
Chaleur Humaine de Christine and the Queens, un discazo, descubrimiento de este año. O los éxitos de Andrew Lloyd Weber: fue la banda sonora de un viaje que hice con mi familia a la Patagonia cuando yo era chico. Yo tendría doce, trece años. Pasamos por la ruta del desierto y después hicimos el camino de los siete lagos con esa música. Es impresionante cómo el recuerdo queda prendido con los sentidos. Hoy veo montañas y enseguida me viene a la cabeza esa música.
6. ¿A qué persona real, nacida en cualquier momento de la historia, le desearías una vida eterna? ¿Se lo darías como castigo o como premio?
Eterno no es lo mismo que inmortal. Pero asumiendo vida eterna como inmortalidad en este ejercicio, supongo que a Jesús. De esa manera, no podría morir por nosotros en la cruz y toda la historia del cristianismo y del mundo occidental sería distinta, ¿o no? Por esta misma razón, yo creo que sería un castigo.
7. ¿De qué personaje de ficción te gustaría ser amigo en Facebook?
Herzog, de Bellow. Sería testigo de la evolución de su locura y comentaría todas esas cartas publicadas en su muro. O de Ferdinand Bardamu, el narrador protagonista de Viaje al fin de la noche.
8. ¿Qué creés que hay después de la muerte?
Para el muerto, no hay nada. Para los que quedan, del muerto, si es escritor: los libros. En parte, la literatura es eso: el dispositivo más antiguo y perfecto para conservar un espíritu, algo parecido a una voz, una forma de ser y pensar. Me gustaría pensar que algo de lo que escribí va a quedar después de mí. Aunque sea un solo cuento.
9. ¿Nos mandás una foto de tu biblioteca?
Aclaración: en los últimos años me he estado moviendo, así que tengo libros repartidos por todas partes, En Buenos Aires, en Barcelona todavía me quedan algunos. Mi biblioteca actual, en mi casa de México, donde vivo hace un año, está repartida por distintos espacios de la casa. Tengo una valija llena de libros que todavía ni saqué ni les encontré lugar.
