"No es un libro sobre arte sino sobre cómo la vida se derramó sobre el arte y viceversa"
Fernando García
Viernes 18 de junio de 2021
Algunas preguntas para el autor de El Di Tella: historia íntima de un fenómeno cultural (Paidós). "Esta es la primera vez que estos episodios se miden desde una genética cultural", responde.
Foto de Melina García Dato.
"Ditelliano: Dícese de toda aquella obra y artista que, auspiciada por el Instituto Di Tella, causó conmoción estética en Buenos Aires entre 1963 y 1970, y fue capaz de elevar a la opinión pública la cuestión sobre los límites del arte, ya fuera en lo visual, lo escénico o lo sonoro.// Anacronismo por extravagante, esnob, inaudito, relacionado con una determinada bohemia localizada en las cercanías de dicho Instituto.// ¿Qué es eso del pelo largo, la polera y el blue-jeans? ¿Qué es eso de ir al Di Tella, al sarao y al happening? (de una canción popular)". Así abre el periodista y crítico cultural Fernando García su monumental libro nuevo, El Di Tella: más de 700 páginas dedicadas a la historia íntima de ese fenómeno cultural argentino, publicadas en Paidós. "Lo que pasaba y los que pasaban por el Di Tella no pueden entenderse del todo sin hurgar en esa trama en la que el arte se derramaba sobre la vida y la vida se entronizaba en el umbral del arte", advierte.
También autor de libros como Los Ojos, vida y pasión de Antonio Berni, Conversaciones con León Ferrari y 100 veces Pappo, Marta Minujín: los años psicodélicos o Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento, García advirtió lo que podría considerarse un vacío local, desde que la primera historia orgánica sobre el Di Tella, de 1985, había sido escrita por un inglés.
Nacido en 1967, en pleno auge del fenómeno que estudió, García cree que quizás empezó a interesarse en esta historia la primera vez que vio a Marta Minujín en un televisor blanco y negro, en un almuerzo de Mirtha Legrand. También puede haber sido cuando escuchó «Plegaria para un niño dormido» en la radio del auto familiar. "O con las apariciones de Peralta Ramos en el programa de Tato Bores", recuerda.
Llevó, al menos, 75 entrevistas y 126 cajas de archivo escribir este libro. ¿Cómo fue el trabajo de documentación y selección de materiales? ¿Cómo fue maniobrar una línea de libro ante tamaño volumen de testimonios y datos?
En principio fue intuitivo, elegía los materiales del archivo de acuerdo al conocimiento previo de algunas obras y artistas que presentí serían protagonistas. Pero luego todo parecía tener importancia, con lo cual terminé visitando el archivo Di Tella durante un año y medio y recurriendo a hemerotecas e incluso dependencias oficiales para completar la documentación. No hubo línea de libro sino hasta unos cinco meses antes de entregarlo. La investigación fue una suerte de naufragio asistido.
"En 2018, cuando salí a buscar historias para contar la historia del Instituto Di Tella, fue como si las moléculas del edificio se reconstituyeran y se desplegaran en el espacio y el tiempo", escribís. ¿Cómo fue quedar ante esa reaparición fragmentaria?
Me dió desde el principio la idea de que la historia tenía que empezar a narrarse desde 2018. Creo que aún sin tener una estrategia, o por tener demasiadas sin poder adoptar ninguna, esa coincidencia entre el inicio de la investigación y las entrevistas con el desfile de un elenco atomizado que instalaba el pasado en el presente me pareció un buen signo y un presagio de que el libro había empezado a respirar solo.
¿Cómo se relaciona este libro con tu anterior Crimen y vanguardia: el caso Schoklender y el surgimiento del underground en Buenos Aires? ¿Ya escribiendo aquél surgió la idea de encarar este?
Están relacionados ya que en Crimen y Vanguardia postulo una continuidad entre el proyecto ditelliano y el under de los 80, que fue interrumpido en los 70. Lo que escribí entonces es un esbozo mínimo frente a la evidencia sobre esa correspondencia que encontré ahora. Desconozco historias del arte donde se vincule el Vivo Dito de Alberto Greco con La Pesada de Billy Bond y Jorge Álvarez o los shows de Marilú Marini y Ana Kamien con Las Bay Biscuits de Vivi Tellas o el Ballet Ricotero. Esta es la primera vez que estos episodios se miden desde una genética cultural.
Te referís a la Universidad Di Tella como un espacio donde se conservan "las cosas SIAM que todos-tenían-en-sus-casas". ¿Cómo se vincula la universidad con el Instituto Di Tella?
No trabajé sobre los restos supervivientes del Instituto, ya que pertenece a la rama de investigación social y el libro se ocupa de los Centros de Arte con sede en Florida 936. Aunque, en su reducida existencia el actual, el Instituto Di Tella contribuyó a finalizar la edición del libro Los años psicodélicos, una reproducción fascimilar del diario hippie de Marta Minujín que había permanecido en las sombras desde 1969.
"Se puede reconstruir la historia pero no la experiencia, que es intransferible", escribís al principio, pero con el correr de las páginas no poco de la experiencia se trasluce, ¿seguirías afirmando eso tras publicarlo? ¿Creés que algo de la experiencia se reavivó en este tomo?
La experiencia es intransferible, el texto es una mediación entre la vida, lo que latía entonces y la muerte en la forma del olvido. Lo único que puede hacerse es despertar o reavivar el interés por un momento irrepetible de la cultura argentina en el que la industria y la vanguardia estética tejieron un pacto misterioso tal como Le Pera lo había expresado en el tango.
¿Qué perseguías con este libro? "La arqueología pop no existe como ciencia pero deberían inventarla. Se ocupa de revisar un pasado reciente, que todavía late, que está articulado de manera muy intensa con la vida del presente", escribís. Me interesaría abras un poco esta idea de "arqueología pop".
Tenía que sorprenderme a mí mismo sobre un tema que se volvió folclórico (el mítico Di Tella) y que necesitaba ser sacudido para evitar el destino de museo al que fue fatalmente condenado. Este no es un libro sobre arte sino sobre cómo la vida se derramó sobre el arte y viceversa. La arqueología pop es eso mismo que está en la pregunta. Es una disciplina silvestre que sigue el espíritu de aquella iniciativa practicando respiración artificial sobre documentos que pueden explicar los cimientos de una cultura pop argentina.
¿Y cómo pensar esa arqueología en juego con el plano de "Floridanópolis", con la reconstrucción de una Buenos Aires pasada, que es también el efecto de este libro?
Una cosa llevó a la otra y supongo que aquí se colaron mis lecturas apasionada sobre civilizaciones perdidas en la infancia. Entendí que el fenómeno cultural del Di Tella excedía su lugar físico y que se trataba de una suerte de civilización perdida y en cierto modo ajena al pacto social hegemónico de la época. Para recuperar los restos de una civilización hace falta una arqueología.
Lejos del tono académico, El Di Tella, que podría ser un ajustado libro de historia por el camión de datos que ofrece, los conserva pero cruza en su registro virtudes de lo que puede llamarse periodismo literario. ¿Cómo pensaste el tono de este libro?
Es mi forma de escribir desde siempre, del Suplemento Sí, donde me formé, a hoy. Es una escritura pop, lo que no quiere decir liviana o "amena" (palabra que detesto) sino informada por literaturas que salen del radar del periodismo cultural y están atravesadaa por la contracultura y la ingesta excesiva de los Rolling Stones, Bob Dylan, Sex Pistols, etc. De ahí que en los agradecimientos nombre a Juan Carlos Kreimer, Roberto Pettinato, Tom Lupo, Laura Ramos y Pablo Schanton por haber cifrado el estilo.