"La teoría nunca es ordenada sino que es caótica, en constante transformación"
Penélope Deustcher
Jueves 25 de abril de 2019
"Me interesaba confrontar miradas", le explicó la filósofa australiana a Ivana Romero sobre el libro que vino a presentar a Buenos Aires, Crítica de la razón reproductiva (los futuros de Foucault), publicado por Eterna Cadencia Editora. Sobre sus cruces con Foucault, Agamben y Butler: "No quiero trabajar lo no dicho como una corrección sino como zona a explorar, como reserva de sentido".
Por Ivana Romero. Traducción de Alejandra Uslenghi.
Aunque vive en Estados Unidos desde 2002, Penelope Deustcher mantiene el acento de Australia, donde nació. Además, mientras habla, acompaña sus explicaciones con notas que traza sobre un cuaderno con su mano izquierda. Su escritura incluye flechas y subrayados. Así, al final de la entrevista, la cronista tiene sobre la mesa una suerte de cartografía para no perderse en medio de la aluvional cantidad de filósofas que Deustcher va citando. Ella misma es parte de ese exquisito entramado feminista que incluye nombres más y menos conocidos aquí, desde Judith Butler a Luce Irigaray, de Barbara Cassin a Moira Gatens, Genevieve Lloyd y Sarah Kaufman. Ellas marcan la ruta que esta Doctora en Filosofía realizó, entre otros espacios académicos, a través de la Universidad de Sydney, la Universidad de París y la de Northwestern, en Illinois.
Tantos nombres rutilantes podrían haberla convertido en una intelectual altanera y formal. Pero Deustcher dialoga con la pasión de quien sabe que la palabra es zona de descubrimiento constante. Y que para eso es necesaria la curiosidad intacta. Toma notas, se acomoda los lentes, aporta nuevos sentidos a cada pregunta mientras se pasa la mano por su pelo cortísimo. Es decir, se apasiona con una conversación tan genuina y fascinante como su escritura. Esto se refleja en el ensayo Crítica de la razón reproductiva (los futuros de Foucault), publicado recientemente por Eterna Cadencia.
A partir de Historia de la sexualidad de Michel Foucault y de sus interpretaciones contemporáneas (realizadas por Butler, Giorgio Agamben y Jacques Derrida, entre otros), Deutscher propone un recorrido propio. Allí sitúa un profundo análisis en torno a la biopolitización de la reproducción y las formas de intervención de los regímenes de poder contemporáneos en los cuerpos, las subjetividades y los discursos que buscan instalarse como legitimación de la normatividad. A la vez, despliega preguntas fundamentales de la agenda crítica en el feminismo contemporáneo. Por ejemplo, ¿cómo emancipar los cuerpos femeninos de las formas de control y regulación vinculadas a la procreación? ¿Cómo intervenir frente a normas legales y debates políticos que abonan la revocación de derechos? ¿Cómo movilizar un discurso de derechos reproductivos que no refuerce formas héteronormativas?
Si bien se inscribe en un contexto mundial donde la lucha por los derechos sexuales y reproductivos estalla una vez más, no se trata de un libro sobre aborto o conquistas conseguidas (aunque incluye ambos temas). “Mi intención no ha sido trabajar sobre la exclusión de los sentidos como una falla teórica en estos pensadores sino retomar algunos hilos en los que ellos no han puesto tanto énfasis. De manera que no se trata de una crítica, porque ningún filósofo está obligado a abordar lo que otros creen sino lo que le interesa. Es ahí donde me detengo, en ese diálogo con lo que permanece en el borde”, aclara Deutscher, que estuvo de paso por Buenos Aires para presentar este libro, traducido por Fernando Bogado, con introducción de Alejandra Uslenghi.
Este es tu primer libro traducido al castellano pero ya tenés publicaciones previas. ¿Qué podés contar sobre eso?
Me formé en Australia, en un momento muy interesante en los noventa porque estaban ocurriendo cambios importantes en torno a un grupo de mujeres filósofas que irrumpieron en la universidad y comenzaron a trabajar cuestiones de género. Me refiero a Moira Gatens y Genevieve Lloyd, por ejemplo. Luego estudié con Sarah Kofman quien me introdujo desde una nueva perspectiva en los textos de Luce Irigaray. A la vez, Sarah formaba parte de un grupo de intelectuales francesas a quienes yo veía desde afuera como un núcleo homogéneo y ordenado. Cuando viajé a Francia me di cuenta de que eso no era así.
¿Y cómo era?
Una cosa es leer sobre el feminismo de la deconstrucción en inglés y otra estar en Francia, rodeada de mujeres como Barbara Cassin, Claude Imbert o Francoise Dastur, que en muchos casos no estaban traducidas. Ahí descubrís que la teoría nunca es ordenada sino que es caótica, en constante transformación. Me ocupé de indagar eso a través de la revista Hypatia. Y ese tránsito reacomodó mi pensamiento. En Australia había una discusión en torno al aborto y los derechos reproductivos pero en Francia había un debate más profundo en torno a lo que significa definirse como filósofa feminista. Así es como en pocos años escribí bastante. Mis libros publicados son Yielding gender: feminism, deconstruction and the history of philosophy (Routledge 1997); A politics of impossible difference: the later work of Luce Irigaray (Cornell University Press, 2002), How to read Derrida (Granta/Norton 2006), and The philosophy of Simone de Beauvoir: ambiguity, conversion, resistance (Cambridge University Press, 2008). También fui coeditora con Kelly Oliver de un libro que recopila ensayos de Sarah Kofman.
¿De qué manera estos trabajos determinaron la escritura de Crítica de la razón reproductiva?
Me interesaba confrontar miradas. El libro Simone de Beauvoir estaba lleno de notas al pie que podían ser casi un texto paralelo y a la vez, son conocidas las críticas de Irigaray en torno a la necesidad de pensar a las mujeres por fuera de patrones vinculados a la paridad masculino-femenino porque son reproductores de aquello mismo que se cuestiona. Algo interesante del legado de Irigaray es su aserción de que se puede reescribir la historia de la filosofía desde aquello que se ha excluido. En ese sentido, Irigaray marca lo que no se dice. Y en la metodología que aplico está eso. No quiero trabajar lo no dicho como una corrección sino como zona a explorar, como reserva de sentido.
¿Por qué trabajaste a partir de Foucault?
Creo que identificar los límites de una teoría es negociar, indirectamente, con los límites de la propia interrogación. En otras palabras, las capacidades negativas que por lo tanto emergen no estarán limitadas al objeto de una crítica sino que pueden ser entendidas como resultado de una tensión más productiva entre críticos y teóricos. Para hacer una crítica de la razón reproductiva resulta importante retomar el primer tomo de la Historia de la sexualidad; es decir, La voluntad de saber donde confluyen reflexiones sobre la formación de sexualidades, anormalidades, perversiones, confesiones, modelos de vida psíquica y sexual y también, la emergencia de la biopolítica y su interés en la población que incluye tasas de natalidad, higiene, saneamiento, planificación urbana y más. El desafío era llevar el pensamiento feminista hacia la emergencia de la biopolítica y las diversas críticas que engendró. Por eso también trabajo el proyecto de Homo sacer de Agamben, donde sostiene que en Occidente la gestión política de la vida, que se manifiesta también a través de la manipulación del derecho, ha transformado la vida misma del hombre en nuda vida, es decir, en vida despojada de toda significación. A eso se suma el paradigma de la inmunidad de Esposito y la reflexión de la vida precaria de Judith Butler.
¿Cómo es tu relación académica con Butler?
Estudié con ella. Y estamos en contacto de manera permanente. En cuanto al aspecto teórico que aparece en el libro, sabemos que para Butler la biopolítica no ha sido un tema dominante. Sin embargo, si nos referimos al libro, me interesa poner el foco en su mirada porque ella ha estado mucho más interesada en una concepción foucaultiana de la biopolítica de lo que puede parecer. Uno de los aspectos que me interesó de Butler es el de vida precaria y su libro Marcos de guerra. Ella ha desarrollado una comprensión de la vida enmarcada por mecanismos sociales. Me refiero a una irrupción de este tema dentro del campo político, donde no puede establecerse una lógica excluyente entre vida y poder. Y a la vez, su interés por las condiciones de subjetividad la lleva a trabajar en torno a la expulsión, la invisibilidad social, la reterritorialización llevada a cabo por poderes del Estado y por procesos difusos que se inscriben en la lógica del biopoder.
¿Cuál es el vínculo entre feminismo y filosofía?
De una absoluta necesidad. Hay diálogos que pueden resultar inesperados y creo que el feminismo puede tomar ese atajo para iluminar zonas no transitadas que nos permitan seguir pensando el presente.