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"Hay un Leminski para cada quien"

El traductor Alejandro Güerri presenta la antología que reúne la poesía del escritor brasilero.


Por Alejandro Güerri.



 


1 "Creo que la poesía es un inutensilio. La única razón de ser de la poesía es que forma parte de aquellas cosas inútiles de la vida que no precisan de un justificativo, porque ellas son la propia razón de ser de la vida. Querer que la poesía tenga un por qué, querer que la poesía esté al servicio de alguna cosa, es lo mismo que querer que un gol de Zico tenga una explicación más allá de la alegría de la multitud. Es la misma cosa que querer que el orgasmo tenga un por qué, que la alegría de la amistad y del afecto tengan un por qué. Creo que la poesía es una de esas cosas que no precisan un por qué. ¿Para qué por qué?” decía Paulo Leminski en un documental de 1985.

2 Cuando en 2013 se publicó Toda poesia, en la que se basa esta antología, Leminski llevaba 24 años muerto, pero su obra y su figura habían crecido con el tiempo: libros póstumos, muestras, estudios críticos y homenajes de músicos que grabaron poemas suyos.

Nacido al sur de Brasil, en Curitiba, su vida fue corta: de 1944 a 1989. Descendiente de padre polaco y madre mestiza, en 1963 conoció a los fundadores del concretismo –Décio Pignatari, Haroldo y Augusto de Campos– en la Semana de Poesía de Vanguardia, realizada en Belo Horizonte, quienes un año más tarde le publicaron sus primeros poemas en la revista Invenção. En 1976, salió su primer poemario, Quarenta clics en Curitiba, que escapaba al formato de libro convencional: venía en una caja cuadrada con postales sueltas que incluían poemas suyos acompañados con fotos de Jack Pires. En 1980, publicó dos libros de poemas, Polonaises y Não fosse isso e era menos Não fosse tanto e era quase, que fueron incluidos en su cuarto libro, Caprichos & relaxos (1983), el primero distribuido en todo Brasil. En vida le quedaría tiempo para uno más: Distraídos venceremos (1987). Su obra poética se completa con ediciones post-mortem, a cargo de la poeta Alice Ruiz S, su mujer: La vie en close (1991), O ex-estranho (1996) y Winterverno (2001). A la par de su poesía, en vida, editó dos novelas: la célebremente críptica, Catatau (1979), y Agora é que sao elas (1984), inédita en español. Además, publicó las biografías de Jesús, Bashô, Trotsky y el poeta Cruz e Sousa, reunidas a posteriori en un solo volumen, Vida (2013), y un libro de ensayos. Tradujo a James Joyce, Yukio Mishima, Walt Whitman, John Fante, Samuel Beckett, John Lennon y Alfred Jarry, entre otros. Su leyenda cuenta que quiso ordenarse para monje, que fue cinturón negro de judo y hablaba siete lenguas, incluso escribió poemas en inglés, francés, español y latín.


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“Aquí, poemas para leer, en silencio,

el ojo, el corazón y la inteligencia.

Poemas para decir, en voz alta.

Poemas letras, lyrics, para cantar.

Cúales, cuáles, depende de vos, socio.”


Con esas palabras abre Caprichos & relajos (1983), una de sus obras centrales, que reúne dos libros anteriores, junto a varias series nuevas, cada una definida por un título-concepto que las agrupa. Es un libro de destreza múltiple, que sorprende en su afán de practicar la poesía en todas sus formas: verso libre y métricas fijas, estrofas largas y muy muy breves, la rima y lo experimental, haikus y letras de canciones, lo visual y lo tipográfico. Desde adentro de la poesía, Caprichos & relajos empuja los límites de la poesía hacia afuera, con un decir directo y preciso que sabe ser culto, callejero y juguetón.

En Distraídos venceremos (1987), su último libro editado en vida, hay nuevas apuestas estéticas. Una preeminencia de poemas con título, estrofas bien definidas y puntuación clásica, que se mantiene mayormente en la dos primeras series, pero también una última parte dedicada al haikai. La seguidilla de poemas breves, que captan una intuición, una imagen o una conclusión imprevista, aligeran un poco el desasosiego de poemas más largos como “último aviso”, “adiós, cosas que nunca tuve” y “¿cómo puede?”.

Después, ya vienen sus tres libros póstumos. La vie en close (1991) sigue en su armado la línea del libro anterior, pero incluye también una breve sección de poemas caligráficos y experimentales. Sobre O ex-estranho (1996), Leminski dice que: “expresa en la mayor parte de sus poemas, una vivencia de exilio, la falta de confort del not-belonging, el malestar del fuera de foco, los más modernos de los sentimientos. En eso, se cifra, tal vez, su única modernidad”.

Winterverno (2001) cierra el ciclo: un libro álbum de poemas cortitos con ilustraciones de João Suplicy.


4 Leminski dejó pistas sobre su poesía en toda su obra, aunque escribiera sobre otros. En su biografía del poeta japonés, Bashô, encuentra un motivo de estudio inmejorable para hablar de un linaje de poesía breve hecha en Oriente y Occidente, de la llegada del haiku a Brasil en 1922 por vía francesa, y de cómo los poetas brasileros le imprimieron su sello al imbatible trinomio nipón de 17 sílabas. Sobre Guilherme de Almeida (1890-1969) dice que “redondeó para el haiku una forma brasileña, emplomada en una estructura fija de rimas, como si fuese un microsoneto parnasiano”. Y destaca a Millôr Fernandes (1923-2012), quien “no contento con popularizar la palabra ‘haikai’” –otra forma de llamar al haiku– “produjo alguno de los mejores especímenes en el género, entre nosotros. Vía Millôr, el haiku es una de las formas del humor brasileño de hoy.” Una zona de la poesía de Leminski recorre las Sendas de oku con la sonrisa de una ocurrencia fumada a flor de labios, profundizando en esa tradición nipo-brasileña: el humor como una vía de acceso al lirismo y la rima como remate, el chispazo epifánico del chiste. A esa tradición de poesía breve, Leminski le agrega su propio cóctel: el eslogan aprendido en el oficio de publicitario, el oído musical para el estribillo que practicaba escribiendo canciones, solo o en colaboración con otros músicos.

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Como compositor de canciones, Leminski hizo temas que, a la fecha, musicalizaron Caetano Veloso, Ney Matogrosso, Itamar Assumpção, Arnaldo Antunes, Moraes Moreira y la banda curitibana A Chave, entre otros. Tuvo un grupo con su hermano, Pedro, y también se presentaba como solista. En 2014, su hija menor, Estrela, grabó un disco doble, Leminskanções, que reúne 24 temas compuestos por su padre. El trabajo de arqueología filial continuó en 2015 con la publicación del Livro de Canções, un songbook que reúne 109 temas escritos por Leminski. Incluimos aquí versiones de “Verdura” y de “Dolor elegante”. En esto Leminski también era único: su vínculo con la música lo hizo traspasar la frontera de la página escrita. Según Antunes:

"Leminski es un autor que sintetiza varias cosas: él tenía una pegada grande con el rocanrol y la contracultura, conocía todos los clásicos, conocía varias lenguas y tradujo de varias lenguas. En fin, al mismo tiempo, hacía judo, y estaba interesado en la cultura zen, y en el haikai. Él era un prisma de saberes, y hasta entonces no se habían conciliado tanto como en la figura que él encarnó, él juntó todo eso".


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Los juegos verbales son lo suyo. A la hora de titular, una actitud lúdica que va por dos vías: la desviación de una referencia cultural compartida y la fusión de palabras que generan un concepto nuevo. Así, hay libros y series que se llaman parecido a algo –Distraídos venceremos; La vie en close opuesta a “La vie en rose”, la canción de Edith Piaf; o “ais ou menos” que suena como “mais ou menos”– y otras basadas en neologismos –Winterverno, ideolágrimas, y poemas como “desencontrarios” o “adminimisterio”– inspirados en “el efecto de lenguaje conocido en japonés como kakekotoba, literalmente ‘palabra colgada’”. Y explica: “es el pasaje de una palabra por dentro de otra palabra, dejando en ella su perfume. Su recuerdo. Su saudade.”


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En el prólogo a un libro del poeta Wilson Bueno, Leminski apuntaba: "para mí, quien dice yo, en la obra literaria, ya es un personaje. El primer personaje que un escritor crea es él mismo: es ese ectoplasma literario quien dice yo, y finge ser el autor"9. En este sentido, desde el poema “contranarciso”, donde “en mí / yo veo el otro / y otro / y otro / en fin decenas / trenes pasando / vagones llenos de gente / centenas”, a “despropósito general” donde “yo, señor, soy todo ecos”, su personaje tiende a fundirse con los demás y a diluirse en el paisaje, en la página. Pero a la vez, en esa distensión de contrarios que es su poesía, se nombra a sí mismo de muchas formas: la más sintética es “pl”, sus iniciales escritas a mano o a máquina; la más larga: “pauloleminski”, así todo junto; y además, a partir de “paulo” crea juegos sonoros, habla de “pauladas” (palazos), de “pau” (palo, pito), “palmas” y “palmeiras” (el sonido “pal” suena “pau” /páω/ en portugués).


8

El misterio es uno de sus motivos recurrentes, cómo en lo simple puede habitar algo incognoscible, indefinible, en fuga. Y ese misterio lo hizo jugar al nivel del lenguaje en la cruza entre lo oral y lo escrito, entre la cultura libresca, la popular y el habla de todos los días. Dice: "el bicho alfabeto / pasa / queda lo que no se escribe". La poesía como tema vuelve a lo largo de su obra. Puede ser crítico de sí o mirarse en el espejo de los grandes poetas de la modernidad con los que se codea, puede escribir sobre “su falta de asunto”, sobre la poesía que se hace diciendo y se desdice y se deshace en su decir, de “la mezcla entre lo obvio y lo nunca visto”.


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Un agradecimiento total a su hija, Aurea Leminski, por ayudarnos a hacer posible este libro; a Marcelo Rifaldi, por mejorarlo; a Amalia Sato, por su aporte cálido; y a Fernando Aíta, por las sugerencias. De la traducción, ¿qué decir? Busca volcar al español rioplatense la vitalidad que emana del original, sabiendo que siempre algo se pierde, sobre todo en una poesía donde el significado se juega en el sonido y sus variaciones. Sin abrumar, agregamos notas cuando suman capas de sentido. El resto, como dice el poema que titula este libro, “las propias cosas cuenten”.


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Para terminar, tres sospechas:

1- Hay un Leminski para cada quien: su obra es capaz de satisfacer el apetito del teórico y del lector curioso, del paladar clásico y del experimental.

2- Se podrían hacer varios libros diferentes con su obra poética: uno solo de haikus, uno de poesía visual, uno de poemas dedicados a Alice Ruiz S., etc.

3- La poesía de Paulo Leminski es de esas que, al leerlas, incitan a escribir y muy probablemente a la imitación. Enhorabuena.

Ponemos a circular esta antología con el deseo y la ilusión que más ojos se deslumbren frente a esta “poesía porosa”. 

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