"Es hora de que venga gente nueva"
© María Teresa Slanzi
Irvine Welsh
Miércoles 14 de setiembre de 2016
"Toda mi generación debería estar siendo barrida ya por las nuevas generaciones" dice el autor de Trainspotting, quien visitará por primera vez Argentina en unos días para participar del Filba. Sobre el futuro mundial de la política, la educación y el trabajo, y sobre los recambios en el banco de la literatura, en esta entrevista imperdible.
Por Andrés Hax.
Trainspotting, la mítica primera novela de Irvine Welsh, se publicó en 1993. La película homónima, dirigida por Roddy Doyle, se estrenó en 1996. Ambos convirtieron a Welsh –que tiene un pequeño cameo en la película como un dealer de mala muerte que vende heroína en forma de supositorios– catapultaron al autor escocés a la fama internacional. Milagrosamente, el éxito no lo aplastó.
Desde Trainspotting, Welsh ha publicado diez novelas más (muchas de ellas revisitando sus personajes), cuatro colecciones de cuentos, más de una decena de guiones para televisión, cine y teatro. Su vida, que comenzó en la clase obrera de su país, ahora se parece más a la de un dandy internacional. Vive en los Estados Unidos, entre Chicago y Florida, pero viaja todo el tiempo. No decimos “dandy” despreciativamente, al contrario. Welsh ganó. Sabe de dónde vino y sabe lo que tiene. A pesar del descontrol de los personajes de sus novelas, su vida parece ser ordenada y productiva.
Hablamos con él por teléfono como anticipo de su primera visita a Buenos Aires, para participar en el Filba Internacional, con varias actividades que incluirán una entrevista en vivo en el Malba. "Estoy muy contento de ir. Hace años que quiero visitar Argentina. Sí he ido a Brasil, a Chile y a Colombia, pero siempre he querido ir a Argentina. Así que va ser como un sueño cumplido para mí", dijo.
—¿Te preocupa o participás de la traducción de tus libros?
—No, no me meto. Sólo podés hacer eso si sos bueno con los idiomas. Si no, simplemente tenés que confiar en el traductor. Sé que hay temas con las diferencias entre, por ejemplo, el castellano que se habla en España y la forma en que se escribe en Latinoamérica. Pero no sé lo suficiente como para distinguirlo. Sé, también, que hay muchos dialectos dentro de Latinoamérica, pero lo tengo que dejar en manos de los editores para que decidan ellos.
—Alguien que solo conoce la película Trainspotting podría hacerse la idea de que tus novelas son simplemente sobre la transgresión y el abuso de drogas. Pero hay una lectura política, ¿no? El comportamiento de los personajes está atravesado por un contexto sociopolítico.
–Bueno, todos estamos sufriendo ahora por temas sociopolíticos. Todos estamos teniendo que enfrentarnos con una transformación en la sociedad. El mundo que conocemos está desapareciendo. Estamos viviendo en un mundo que ya no tiene lugar para el trabajo, el trabajo rentado entró en colapso. Realmente, ya no tenemos trabajos remunerados. Y eso se irá del todo. La tecnología está destruyendo al trabajo tradicional, así que tanto el capitalismo como el socialismo, básicamente, se terminaron. Todos sus fundamentos han desaparecido.
–¿Qué quiere decir eso exactamente?
–En general, la certeza de que te van a pagar un sueldo para trabajar ya no existe. Porque la tecnología es contraintuitiva al respecto. Es contraintuitiva a las ganancias, es contraintuitiva a los salarios. Está destruyendo el fundamento del capitalismo y está destruyendo todos los intentos de organizar la sociedad a base de trabajo.
–¿Sentís nostalgia por lo que se fue?
–No. Los únicos que están nostálgicos por esos tiempos son los políticos. Ellos nos han sometido a todo tipo de regímenes anticuados. Tenemos, por un lado, un régimen capitalista neoliberal; por otro lado tenemos todo tipo de nostalgias por el fascismo y por un tipo de comunismo soviético estatal. Estamos viviendo en una época de política nostálgica y no estamos pudiendo pasar a la próxima fase.
–Mucha gente se imagina el fin del capitalismo como una situación catastrófica. ¿Cómo te lo imaginás vos?
–Creo que las cosas se podrán poner bastante duras en los próximos veinte años. Creo que, irónicamente, va ser más fácil en lugares como Latinoamérica, porque ustedes aun producen y exportan cosas, mientras que lugares como Gran Bretaña básicamente sólo están revolviendo papeles, productos financieros y cosas por el estilo. Allí no hay valor agregado a la economía global. Lo único que hacen, en realidad, es crear más miseria. Entonces creo que todo se irá a la mierda bastante rápido en los próximos veinte años en un lugar como el Reino Unido. Y posiblemente en los Estados Unidos también.
–Sos un autor amado por jóvenes. Como Burroughs y Bukowski, por ejemplo. ¿Hablás con los lectores jóvenes de tu obra?
–Bueno, en realidad no creo que nadie con más de treinta años tenga algo interesante para decir. Creo que las personas más interesantes hoy son los adolescentes. Ellos se han criado en esta era tecnológica y ellos son los que tienen que encontrar sentido en este mundo que se les ha dejado. Creo que ellos son los que tienen algo interesante para decir. No creo que mi generación tenga nada interesante para decir. Nosotros, básicamente, los estafamos a todos. Y la generación que me antecede no tiene nada interesante para decir porque han sido derrotados por el sistema y solo pueden vivir con las migas que quedaron. Los chicos que tienen nada y que van a recibir nada del sistema: ellos son los interesantes.
–¿Cómo funciona la transgresión para ellos? ¿Cómo se rebelan y contra qué?
–Una vez que se agote todo, una vez que uno ya no se pueda ganar la vida trabajando, una vez que se termine el crédito, son ellos los que van a tener que salir y hacer que el mundo sea un lugar mejor. Y ellos son los que en realidad entienden este mundo. También creo que es un mito eso de que la gente se pierde en Internet, en Twitter y cosas por el estilo. Creo que también hay ahí personas aprovechando la vida, sacándole provecho. Los jóvenes van a tener que reconstruir y rediseñar el mundo a imagen y semejanza de lo que quieren, porque no hay nada para ellos en el diseño actual.
–Sos un usuario prolífico de Twitter. ¿Como lo ves? Hay muchos escritores que lo consideran un veneno.
–Bueno, tengo grandes descargas ocasionales. Voy tirando cosas. No es un lugar para mantener conversaciones. Creo que, simplemente, sirve para arrojar impresiones. Y que cada uno lo procese o lo ignore como quiera. La gente se equivoca en tomárselo demasiado en serio. Intentan tener grandes debates, con ideas contenciosas. Pero no funciona. Se tiran links no más para hacer pensar y hablar a la gente. Pero no esperes tener un gran debate en Twitter.
–Sin embargo, un tipo como Donald Trump ha construido gran parte de su éxito usando Twitter.
–Y sí, lo ha jugado bien, pero creo que cualquier campaña basada en redes sociales no ha sido realmente exitosa. Puede tener un golpe de efecto, pero no creo que produzca cambios políticos reales. No creo que haya una porción del electorado suficiente usando los medios sociales como para que tenga un impacto. La razón por cual a Trump le va a ir bien es que va a captar una cantidad suficiente de gente joven en redes sociales, que se mezclan con la gente más vieja que no las usan; los que están como paralizados por los noticieros de Fox News y los medios tradicionales que simplemente los han estado martillando con sound bites por años.
–En una entrevista te lamentaste porque la agenda de Bernie Sanders no fuera la de una persona más joven.
–Es lo mismo que pasa con Corbyn en Inglaterra. Uno no quiere que gente con nostalgia de la época y lucha de los 60 y los 70 imponga sus valores sobre la situación de hoy. Quiere gente con instintos políticos propios, que nazcan de la realidad actual. En vez de tener viejos que ejercen una política nostálgica, esos que aun están esperando llegue el gran día; no sé si eso es exactamente lo que hace falta ahora.
–Recién dijiste que la gente con más de treinta años no tiene nada que decir. ¿Cómo creer eso y sin embargo seguir escribiendo?
–Toda mi generación debería estar siendo barrida ya por las nuevas generaciones, por jóvenes que tengan cosas interesantes para decir. Lo que yo quiero es que lleguen y nos manden al banco. Pero hasta que lleguen, nosotros vamos a estar acá. Entonces que se pongan las pilas. ¿Quién mierda quiere escuchar a los Rolling Stones o a Pink Floyd? ¡Que vengan cosas nuevas! No tendrían que estar leyendo a tipos como yo o Ian McEwan. Es hora de que venga la gente nueva. Tienen que conseguir una masa de seguidores. Pero hasta que lleguen, nadie se va a correr solo.
–¿Hay alguien joven, de cualquier nacionalidad, que haya escrito algo que te haya hecho explotar la cabeza?
–Hay grandes escritores hoy. Reciben algo de crédito, pero no todo el que se merecen. En Escocia tenés a Jenni Fagan, en Irlanda a Kevin Barry, en Inglaterra a Ned Bowman. Tenés grandes escritores, tan buenos o mejores que cualquier cosa de mi generación. Pero no reciben el tipo de apoyo o publicidad que los escritores de mi generación sí tuvieron. Están haciendo exactamente las mismas cosas pero mejor y de una manera más interesante, pero no reciben ese apoyo internacional...
–¿Creés que es porque la gente ya no lee tanto?
–No están leyendo tantas novelas, pero creo que los héroes culturales de hoy son los escritores de televisión.
–Sobre Trainspotting 2: ¿estas entusiasmado? ¿Vas a aparecer en un cameo como en la primera?
–Sí, ambas cosas. De hecho, recién vengo de hablar con el productor y a la vuelta estaba Danny Boyle trabajando en la edición. Y nos dijimos: "¿Vamos a verlo a Danny?" Y decidimos que no, dejarlo en paz. Hay una buena energía y una buena vibración entonces hay que dejarlo en paz para que haga su trabajo.
–¿Pensás que él siente más presión que vos?
–Tal vez, hasta cierto punto. Porque el director es siempre al que le dan un golpe en la cabeza si no funciona. Pero creo que lo está disfrutando. Es el tipo de persona a la que le gustan estas pruebas. Si no hubiera presión, si no hubiera nada por lo que preocuparse, entonces no tendría sentido hacer la película. Cualquier cosa que hacés en la vida tiene que llevarte a batallar algún tipo de miedo al fracaso. Si no, no tiene sentido hacerla. Si todo llega fácil ¿para qué? Tiene que haber riesgo. Pero, dicho eso, es un gran equipo y el guión es fantástico. Están todos en su mejor momento. Han filmado cosas fantásticas. Ya veremos cómo sale.
–¿Tienen alguna banda sonora definida? Porque la música fue muy importante en la primera película.
–No sabemos aun. Se van agregando y descartando cosas todo el tiempo. Hay que ver qué funciona.
–Cambiando de tema. ¿Guardás tus cuadernos y manuscritos? ¿Te definirías como un fetichista?
–No. No. No me interesa. No me interesa ser un archivista de mí mismo. Una vez que se termina algo, todo se va. Se borra y viene lo próximo. No soy un curador. No tiene valor para mí. Lo único que valoro es el trabajo en curso. Para mí el valor de la cosa es el producto terminado. Todo lo demás es un mecanismo, un proceso para llegar a ese punto.
–Imagino que no ignorás que esas cosas se pueden vender a universidades por mucho dinero...
–Sí ¿pero qué sentido tiene? Es solamente un montón de mierda. Y no creo que la gente vaya más a las universidades dentro de veinte años. Las universidades se clausurarán. Porque las universidades son solamente una estafa de los bancos para convertir los activos de la gente de clase media a deuda. Ya tienen valor intelectual y tampoco tienen valor comercial, porque no hay mas trabajo pago. ¿Entonces qué sentido tiene ir a la universidad? Es solo para regalarle tu dinero a los banqueros y endeudarte de por vida. Hay otras maneras de aprender.
–¿Cómo te informas? ¿Cómo te enterás de lo que está pasando en el mundo para llegar a tus opiniones?
–Hablo con la gente. Hablo y escucho. Voy por distintos lugares y escucho a la gente. Es lo que siempre tienen que hacer los escritores. Tienen que saber escuchar.
–El tema de la clase social es muy central en tu vida y en tu obra. ¿Todavía te consideras de clase obrera a pesar de que tenés mucho dinero?
–Es difícil. Muchas veces digo –y no en sentido frívolo– que de alguna manera ahora soy de la clase alta. Porque hago lo que quiero. No tengo una cosa de clase media. No soy clase obrera ahora. Pero tampoco soy clase media. No tengo un trabajo diario, con horas de oficina. Simplemente me permito disfrutar de mi hobby. Y me pagan por eso. Esa es la clase más privilegiada a la cual uno puede pertenecer.
–Parece una vida bendita. Pero para tener eso hay que seguir escribiendo, trabajando. Hay escritores que se paralizan, que no pueden escribir más después de un periodo de éxito. ¿Por qué no te pasó?
–Es que salgo de mi casa. Puedo volver a Edimburgo y meterme en un bus o tomarme un tren o meterme en un pub. Tengo suficientes historias para cien libros y cincuenta guiones. Tengo el material. Solo es cuestión de tener el tiempo para trabajarlo y darle forma. Ese es mi problema.
–¿Te gusta escribir? ¿Te resulta entretenido?
–Sí, me divierto. Es fantástico. Lo haría aun si no me pagasen. Es un hobby y es fantástico poder entregarte a tu hobby y que te paguen por eso.
–Acabo de leer un libro de David Lynch en el cual el afirma que a través de la meditación uno puede lograr los mismos efectos que drogándose. ¿Extrañás la droga?
–Bueno, aun a veces me permito algo. Ahora tomo drogas más experimentalmente, como DMT, he hecho algunos experimentos con eso últimamente. Pero no los uso más socialmente. No necesitas drogas para ser creativo.
–¿Pero te da alguna percepción única que después podés aplicar a tu escritura?
–Nahh. Ayuda un poco cuando sos más joven, creo. Pero cuando envejeces se pone repetitivo.
–¿Cómo te afectó la muerte de Bowie?
Terrible. Una cosa terrible. Era como... Es que cuando alguien es tan importante para tantas personas de la generación a la cual pertenecés es casi como si parte de esa generación se hubiese muerto también.