Nueve preguntas a Edmundo Paz Soldán

1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Un Tribilín de plástico con el que jugaba antes de cumplir un año.

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?   

La marcha Radetzky, de Joseph Roth. El último par de años, mientras escribía La mirada de las plantas, pensé mucho en La invención de Morel.   

 3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura? 

La literatura me ha dado una forma de estar en el mundo, una voz, una mirada. ¿Lo peor? He pasado demasiadas horas tratando de capturar la experiencia de lo vivido en vez de volcarme más a la experiencia.

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?

La Poesía completa de Jaime Saenz. Es uno de los poetas más grandes de América Latina, y a la vez es muy desconocido.

5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?  

Depende de la época. Hace un par de años escribí un libro de cuentos durante un par de años y ahí el grupo que más sonaba era Él mató a un policía motorizado. Muchas de sus frases se colaron en los cuentos. 

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?  

Hubo un atardecer en el trópico boliviano, en la frontera con Brasil, en el que se juntaron el rosado y el naranja y el violeta y produjeron otro color.

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?  

Virginia Woolf. 

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.  

A veces no me acuerdo de haberlo prestado hasta que me pongo a buscarlos. Ayer descubrí que no me habían devuelto Las muertas de Jorge Ibargüenguitia. Lo presté hace unos siete años, y sé a quién, pero ya no se lo pediré. 

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca?  

En orden alfabético, pero hay varias subdivisiones: hay estantes para la narrativa latinoamericana y norteamericana y la literatura boliviana boliviana, hay otra sección que junta la narrativa europea con la asiática y la africana, otra sección para el ensayo y otra para la poesía. Y hay, por supuesto, un estante especial para los libros que uso ahora mismo, tanto porque los estoy enseñando en clases o porque les estoy robando descaradamente.