Nueve preguntas a Cristian Aliaga

1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Una pinza alemana que mi abuelo trajo de Almería y mi padre usó en su taller hasta dejarla gastada y muy suave al tacto. Una edición de Pitágoras que tiene un poco más de un siglo. Una piedra que me regalaron en Inglaterra; estuvo en la tumba de Veda El Venerable.

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?  

“Gran Sertón: Veredas”, de Guimaraes Rosa, toda Emily Dickinson y “Hospital Británico”, de Viel Temperley.   

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?

Como lector, la posibilidad emocionante de vivir otras vidas. Desde que escribo me dio amigos, lectores curiosos y brillantes, gente que se detuvo en un instante generoso a escucharme y contarme sus historias; la chance de convertirme en un nómade. Lo peor, esa idea de que toda fraternidad es anacrónica, y quienes coleccionan sus propias uñas, como dijo Cortázar. 

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?

“Herejía bermeja” de Bustriazo Ortiz, porque es un grande que merece ser leído. 

5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?

Un mix entre las “Gimnopedias” de Eric Satie y “Momo sampler” de Los Redondos. Y otro con “Blackstar” de David Bowie y “The Ship” de Brian Eno .

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?

El blanco inmaculado de la nieve patagónica cerca de Gan Gan, apenas interrumpido por leves pisadas de guanacos y ovejas –como si fueran signos de Sumi-é japonés–.

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?

Nunca fui a uno, aunque aprendí de cerca con gente que considero maestrxs, como Madariaga, Bellessi, Gruss, Redondo. Me gustaría con Safo, Susana Thenon, Vallejo. 

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.

La traducción de Rimbaud que hicieron Girondo y Molina. La primera edición de “Unca bermeja” de Bustriazo Ortiz con su dedicatoria.

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?

Hace poco logré reunir mis libros en un lugar después de mudanzas, pérdidas y desastres. Algunas zonas permanecen relativamente estables, pero voy armando secciones móviles con libros “pendientes” o que me propongo leer pronto. Armo filas con textos para trabajar, como ahora con obras sobre el cerebro y la subjetividad. Cuando se desborda, llevo cajas a una pequeña biblioteca popular del pueblo que tiene una vieja cabina telefónica reciclada abierta las 24 horas.