La novela que cautivó a Bowie y a Björk
El maestro y Margarita
Martes 14 de febrero de 2017
Los traductores de la obra más famosa del ruso Mijaíl Bulgákov, que cautivó mentes como las de Bowie y Björk, presentan El maestro y Margarita, "un libro que protagonizaría, antes de ser publicado, una historia tan extraordinaria como la que se narra en sus páginas".
Por Alejandro Ariel González y Valeria Korzeniwski.
¿Qué haría tu bien si no existiera el mal?
Woland
I
En 1961, Abraham Vulis, un escritor y crítico oriundo de la ciudad de Kiev, se dispone a escribir un libro sobre escritores satíricos soviéticos y recuerda por casualidad a un escritor caído en el olvido, autor de algunas piezas teatrales como El departamento de Zoia y Los días de los Turbín. Decide profundizar en su obra y así contacta a Elena Serguéievna Shílovskaia, la mujer del ya fallecido autor. Gracias a ella, cae en manos de Vulis el manuscrito de un texto inédito: La novela del ocaso, como la denominaba el propio autor. Se trataba de un libro que protagonizaría, antes de ser publicado, una historia tan extraordinaria como la que se narra en sus páginas.
II
Mijaíl Afanásievich Bulgákov (nacido en Kiev, al igual que el crítico encargado de exhumar su obra) trabajó casi quince años en El maestro y Margarita. En la primavera de 1926, las autoridades registraron el departamento del escritor y confiscaron el manuscrito de su novela corta Corazón de perro. En otoño del mismo año, fue interrogado por la policía secreta. Allí el escritor concibió el proyecto de escribir una novela que tendría al diablo como protagonista…
Desde 1928, Bulgákov se abocó a la redacción de la obra, y allí comenzaron los problemas. Empezó y abandonó reiteradas veces; consideraba el proyecto superior a sus fuerzas, el plan originario se complicaba, las líneas argumentales se contradecían, las esperanzas de ver publicada la novela se apagaban y luego volvían a aparecer. El primer capítulo llegó a tener nueve versiones diferentes. En rigor, se trataba de nueve comienzos distintos de una misma novela. Algunos capítulos fueron reescritos más veces que otros; algunos quedaron intactos y sólo sufrieron modificaciones al ser pasados a máquina; partes de la novela no llevan la firma del autor y fueron apuntadas por su mujer, Elena Serguéievna, que acompañó al escritor en su lecho de muerte, afinando detalles e introduciendo cambios de último momento. “¡Terminar la novela!” fue el lema del escritor en sus últimos meses de vida.
III
La novela recibió el nombre de El maestro y Margarita en 1937. El autor —hijo de un sacerdote— quiso mostrar en ella todos los absurdos y horrores a los que conducía la negación de Dios en la temprana Unión Soviética. Según el plan originario, el diablo aparecía en la tierra para inducir a la demencia al irracional Ivánushka. Berlioz, que conocía los planes del diablo, se negaba a impedir su cometido. Hasta allí, la novela semejaba una alegoría sobre la sufrida revolución: revolucionarios sedientos de poder, un pueblo ingenuo y una intelectualidad educada que se comporta de un modo extraño. En 1928, Bulgákov, en presencia de un conocido delator, afirmó: “El régimen soviético es bueno, pero tonto, igual que hay personas de buen carácter pero necias”. Como resultado de ello, ya a principios de 1929 todas sus obras teatrales fueron prohibidas en la Unión Soviética, la crítica se ensañó con él y con sus obras, y a principios de 1930, el escritor y dramaturgo, ya sumido en la desesperación, dirigió al “Gobierno de la URSS” una serie de cartas. Una de ellas decía: “Hoy por hoy, estoy destruido […] No sólo han acabado con mis obras del pasado, sino también con las presentes y futuras. Yo mismo, con mis propias manos, he arrojado al fuego el borrador de una novela sobre el diablo”. Sin embargo, “los manuscritos no arden”…
IV
Por suerte, en 1930 fueron a parar al fuego sólo aquellas partes de la novela en las que el autor expresaba con mayor vehemencia su descontento con el poder soviético, así como aquellas cargadas de alusiones demasiado evidentes a funcionarios con cargos importantes en el nuevo Estado obrero-campesino. Se considera que el primer nombre de la novela fue La pezuña del ingeniero. Se ha conservado no menos de una decena de títulos posibles: El gran canciller; Satanás; Heme aquí; Sombrero con pluma; El teólogo negro; El príncipe de las tinieblas; Y él apareció; La herradura de un extranjero; El suceso; El mago negro; La pezuña del consultor, y otros. Entre 1930 y 1936, Bulgákov comenzó su novela un mínimo de cuatro veces. Redactaba nuevos capítulos, corregía los ya existentes. Y hacia esos años, aparecieron nuevos personajes que habrían de darle su matiz final. Así, por ejemplo, apareció un poeta que luego se convertiría en el maestro, y más tarde apareció Margarita, su amada. Hasta ese momento, los protagonistas eran Pilatos y el Diablo, y la historia era narrada por un tal Azazello. Sería difícil resumir las modificaciones que sufrió el texto; son demasiado sustanciosas y no hacen más que evidenciar el drama profundo de un escritor que, consciente de que su novela no podría ser publicada mientras durara el régimen, estaba aun así decidido a escribir para la posteridad.
V
Determinar el género de la novela es una de las cuestiones que más ha desvelado a la crítica. Sus múltiples “capas” le permiten al autor jugar con distintos géneros: sátira, farsa, fantástico, místico, maravilloso, melodrama, parábola filosófica. Algunos especialistas la han definido como menipea* o menipea libre.
El libro ofrece diversas posibilidades de lectura desde el punto de vista genérico: como comedia de humor negro, como profunda alegoría místico-religiosa, como interpretación libre y personal de los Evangelios, como mordaz sátira de la Rusia soviética y de la superficialidad del ser humano en general. A pesar de esto último, no hay en ella nostalgia alguna por la Rusia zarista. Hay quien ve también una novela de formación de Iván Bezdomni, quien, de poeta mediocre, se convierte en discípulo del maestro y continuador de su texto.
VI
Tampoco es habitual la composición de la obra. Se trata de una “novela dentro de la novela”, es decir que se compone de varias partes autónomas que se conectan entre sí de las maneras más diversas. El capítulo 2, “Poncio Pilatos”, es un relato de Woland a Berlioz y Bezdomni. Los sucesos del capítulo 16, “La ejecución”, son un sueño de Bezdomni. En el capítulo 19, Azazello le recita a Margarita un fragmento del manuscrito del maestro. En el capítulo 25, “De cómo el procurador intentó salvar a Judas de Kariot”, Margarita lee los manuscritos en el sótano de su amante, continúa la lectura en el 26, “La sepultura”, y la termina al principio del 27, “El fin del departamento número 50”. La secuencia de reflejos produce la impresión de una perspectiva que se pierde en las profundidades del tiempo histórico, en la eternidad.
En cuanto a la temporalidad, la narración de El maestro y Margarita se despliega en dos planos temporales diferentes: la época en la que vivió Jesucristo y el “presente”, que en este caso es la Moscú de comienzos de 1930. Queda así establecido un eje: Yerushalaim-Moscú. Los acontecimientos de Moscú, desde el momento en que Berlioz y Bezdomni se encuentran y discuten con el “extranjero”, y hasta que Woland y su séquito abandonan la ciudad, transcurren en tan sólo cuatro días, es decir que la acción está muy condensada, pero en ese breve lapso de tiempo ocurren muchos eventos fantásticos, trágicos y cómicos. Al mismo tiempo, los capítulos evangélicos, cuya acción comprende un día, nos transportan casi dos mil años atrás. La historia de Poncio Pilatos y Yeshúa también es narrada desde varios puntos de vista. Gracias a estos vaivenes en la secuencia temporal y en la perspectiva narrativa, la percepción es, cuanto menos, heterogénea. De un modo paradójico, Bulgákov reúne esos dos períodos tan disímiles y traza entre ellos profundos paralelismos. Los sucesos del presente guardan una asombrosa vinculación con aquello que alguna vez cambió para siempre a la humanidad, lo que permite al autor tocar un sinnúmero de temas sacramentales y eternos para el arte, en particular para la literatura. Se indaga en la naturaleza del poder y la culpa, el amor y el perdón, en el sentido de la vida, en la tergiversación de las nociones del bien y del mal, en la justicia y la verdad, en la demencia y la inconsciencia.
También es inusual, desde el punto de vista de la composición, el hecho de que el maestro aparezca recién en el capítulo 13, “La aparición del héroe”; este es uno de los tantos enigmas que nos deja el autor. Bulgákov subraya a conciencia el carácter autobiográfico del maestro. El clima de acoso, la total exclusión de la vida literaria y social, la falta de medios de subsistencia, la espera constante de ser arrestado, los artículos acusatorios, la lealtad y abnegación de la mujer amada, todo eso lo vivió el propio escritor. Los destinos del maestro y de Bulgákov se funden en uno solo y el “manuscrito” de ambos le da voz al destino de tantas voces artísticas acalladas durante los años de la represión estalinista. En el país del “socialismo triunfante” no hay lugar para la libertad del arte; sólo existe el “encargo social” planificado. El maestro, que no retrata en su novela los “paraísos terrenales” del nuevo orden socialista, sino que evoca paisajes exóticos y alejados de la realidad soviética, no tiene cabida en este mundo, ni como escritor, ni como pensador, ni como persona. Bulgákov establece así su diagnóstico a una sociedad en la que un hombre es considerado escritor sólo si tiene una credencial que lo acredite como tal y una institución detrás que avale su arte.
VII
El tema del poder ocupa un lugar central en el texto. El maestro y Margarita es, sin dudas, la única novela de su contexto que pone de manifiesto la impotencia de los órganos de poder. Como una sombra omnipresente, descriptos con un lenguaje velado y lleno de omisiones, los anónimos agentes de la policía secreta representan una presencia constante y amenazante que tiene influencia innegable en las palabras, las actitudes y los actos de los personajes. La paranoia, la traición y la delación se convierten en moneda corriente. Los soplones fueron un rasgo característico de una época plagada de detenciones arbitrarias, en la que los ciudadanos eran llevados a considerar la colaboración con el servicio secreto una cuestión de honor y de cumplimiento de su deber revolucionario. Todo aquel que no se embanderaba abiertamente bajo el nuevo orden era considerado un enemigo; por ello, la denuncia resultaba un arma muy eficaz contra el otro, el diferente. Las distintas instituciones aparecen, en este sentido, como aquello que sostiene ese orden, y de allí la importancia de formar parte de ellas. massolit, Dramlit, Comisión Acústica y demás entes reguladores —instituciones ficticias, pero evocativas de otras existentes en la época— son otros tantos brazos de la máquina burocrática que aniquila la individualidad y el pensamiento libre para encuadrar a todos los artistas en un mismo patrón.
Quien se encarga de dejar en ridículo tanto a los directivos de estas instituciones como a sus miembros es el desenfadado narrador de la novela. A veces de modo sutil, otras con toda evidencia, pone al descubierto las motivaciones más bajas de los personajes, que en muchos episodios, a causa de la eterna “cuestión de la vivienda” y de la escasez de efectivo, de productos y de bienes de uso, se vuelven un instrumento en manos de aquellos que tienen algo para ofrecer. La exclamación de Woland del inicio de la novela: “¿Así que no tienen nada de lo que se les pide?” no es otra cosa que un sello de época, un cliché repetido hasta el cansancio por los ciudadanos de la Moscú de los años treinta. A pesar de las regulaciones, el fantasma de la desigualdad sobrevuela la novela, llegando al paroxismo en el capítulo 29, cuando Koróviev y Beguemot se dirigen al Torgsín, una tienda exclusiva, donde sólo se permitía abonar las compras con moneda extranjera y donde el acceso al ciudadano común estaba vedado. La aniquilación y las cenizas dejadas por la pareja tras su paso por estas instituciones tienen un efecto de espectáculo y parodia tanto para ellos mismos como para el lector. Con su texto, Bulgákov no hace más que responder al terror con la risa, la burla y la carnavalización.
VIII
Mijaíl Bulgákov muere en 1940. El maestro y Margarita sale a la luz por primera vez 26 años después de su muerte, cuando se publica en forma de folletín en la revista Moskvá, entre los años 1966 y 1967. La novela, aunque censurada y alterada, causa una verdadera sensación, tanto en los círculos literarios como en el público general. Se publica por primera vez en formato de libro en París en 1967, pero en la Unión Soviética la primera versión “completa” es publicada sólo en 1973. Su aparición en el ambiente literario de la época se suele comparar con la explosión de una bomba.
En un primer momento, en un país oficialmente ateo, la novela fue leída como un nuevo Evangelio y suscitó profundas diferencias entre los críticos. La primera lectura fue de tipo social. La siguiente etapa fue marcada por la publicación de estudios relacionados con su compleja composición y su pertenencia genérica. Fue estudiada a la luz de la cultura mundial: religión, mitología, esoterismo.
En cuanto a su circulación, ante la escasez y el elevado precio de los libros, los lectores realizaban copias de capítulos enteros, ya sea a mano o por medios mecánicos. El texto, pues, se distribuía y se multiplicaba de todas las formas posibles. La novela no tardó en convertirse en uno de los textos literarios más celebrados del siglo xx. Fue traducida a innumerables idiomas y atrajo la atención no solamente de los estudiosos de la literatura, sino también de otras disciplinas, como la historia, la teología, las artes y la filosofía. En la actualidad, El maestro y Margarita ocupa uno de los lugares más importantes en la literatura rusa moderna, y vive y se reproduce en innumerables formatos: cine, televisión, teatro, pintura, escultura. Sus personajes han penetrado en la cultura popular, y sus frases se reproducen y se repiten en los más variados contextos.
Por eso, para finalizar, es preciso mencionar que una primera traducción en Argentina de una novela de semejante magnitud es un acontecimiento editorial de trascendental importancia, y hay que destacar el hecho de que Libros del Zorzal sea pionera en este proyecto.
* Género de sátira que se caracteriza por poseer una naturaleza de epopeya, una narrativa fragmentada, y un movimiento rápido entre estilos y puntos de vista.