_{Por José Fernández Vega.}

Discreta y subversiva a la vez, la constante presencia de Roberto Jacoby en la escena cultural argentina del último medio siglo revela no sólo a un productor original sino a un analista calificado. Se trata de una de las pocas personalidades que han recorrido toda una época y puede dar cuenta tanto de su propio trabajo como de las constelaciones estéticas y políticas que se fueron sucediendo a su alrededor durante un período histórico tan vertiginoso como complejo.

Jacoby se inició como artista plástico hacia 1965 y rápidamente se vinculó a un círculo vanguardista que intervenía estéticamente pero se dedicaba también a la reflexión crítica y política inspirado por uno de los teóricos culturales más originales del país, oscar Masotta (1930-1979). Más tarde interrumpió su trabajo artístico y a lo largo de los siguientes años se volcó a la política, se graduó en sociología, fue periodista y crítico teatral en medios gráficos, un actor en el mundo del rock y de la cultura under bajo la última dictadura, escribió un libro sobre Lenin y trabajó en la industria del marketing y la publicidad para ganarse la vida.

Vivir aquí (1965) había sido su irrupción en el mundo del arte y consistió en instalar su estudio y vivienda en la galería guernica de buenos aires. En lo sucesivo desarrolló la mayoría de sus proyectos artísticos en colaboración. solo después de más de treinta y cinco años de trayectoria fue invitado por una galería independiente para una muestra individual. siempre intentó sintonizar con su tiempo y el cambio de siglo lo encontró activando redes de encuentro personales y de interacción por internet, jus 10 Extravíos dE vanguardia to antes de que se desencadenara la más profunda crisis económica y social que vivió la argentina. de ese período son también algunos proyectos de los que se hablará en estas charlas, como la revista ramona, que publicó un centenar de números, y tantos otros que auspició a partir de la creación de la Fundación start (sociedad, tecnología y arte). su más reciente iniciativa fue la fundación, junto con otros colegas (Judi Werthein y gachi Hasper, en primer lugar), de un centro de enseñanza para artistas de todas las disciplinas, cia (primero centro de investigaciones artísticas, y ahora centro de interferencias artísticas), que ofrece cursos informales de todo tipo y un ámbito para desarrollar procesos creativos en cooperación.

En 2011 el Museo reina sofía de Madrid organizó una gran retrospectiva de su itinerario.

A poco de comenzar su carrera como artista plástico se asoció con Eduardo costa y raúl Escari y juntos generaron un tipo de arte innovador que apenas un poco más tarde sería catalogado como “conceptual”, pero que ellos preferían denominar “desmaterializador” siguiendo la tendencia que indicaba Masotta. impulsaban una intervención estética que no buscara elaborar objetos o imágenes sino generar procesos con repercusiones sociales. La obra conceptual, tal como la concebían, se diferenciaba de la tradicional porque no tenía otra existencia material más que el documento que registraba su existencia evanescente. En demasiadas ocasiones esos testimonios se extraviaron puesto que los artistas no le adjudicaban la relevancia que se les suele conferir actualmente a los registros. Hoy nos quedan sólo relatos de los protagonistas o de los receptores.

El arte conceptual del grupo de jóvenes que surgió en buenos aires y en el contexto del instituto di tella, con el cual tuvieron no pocos conflictos, estaba pensado para intervenir y desaparecer, no para ser contemplado, archivado o vendido. no dejaba rastro material significativo y pretendía explorar las posibilidades de influir sobre la circulación de la ideología en la sociedad. una buena ilustración de su actividad es el happening que nunca existió, o “Happening para un jabalí difunto”, como llegó a denominarse. En los años 1960 abundaban ese tipo de obras llamadas “happening”, performances donde uno o varios artistas combinaban escenas teatrales y jugaban con discursos y objetos. Los artistas desmaterializadores inventaron la noticia de un happening y lograron que los medios de información masiva se hicieran eco de ella. denominaron “anti-happening” a esta acción de 1966, de la que no quedan otros vestigios que los recortes de la época y los recuerdos personales. Había sido precedida por un manifiesto titulado “un arte de los medios de comunicación”, firmado por los tres artistas quienes, un año más tarde, dejaron de trabajar juntos. con todo, sus acciones han sido reconocidas como pioneras del conceptualismo a nivel internacional.

Ya antes de esa experiencia grupal Jacoby había dado algunos pasos en la misma dirección como el diseño de una maqueta, en 1965, acompañada por un texto en el que afirmaba que la obra en realidad se elaboraba en la mente de quienes la miraban (actualmente forma parte de la colección del Museo nacional de bellas artes de buenos aires). tras la disolución de su grupo, durante algún tiempo siguió experimentando con intervenciones urbanas y en los medios de comunicación, antes de tomar distancia del mundo del arte –esa “abstinencia”, como la llama, se prolongó dos décadas– para abocarse a la sociología, el periodismo y, más tarde, a investigación de mercado como trabajo alimenticio.

Su actividad como artista siempre estuvo guiada por lecturas y teorías; su ambición constante se orientó a encontrar formas adecuadas para las transformaciones tecnológicas y las sensibilidades sociales de cada momento histórico que le tocó atravesar. En los últimos años, Jacoby combinó una pasión política por generar microsociedades creativas, a veces efímeras y orientadas hacia las más diversas realizaciones, con algunos proyectos personales, como la enigmática pieza Darkroom (de la que se habla en la segunda charla) o su polémica presentación en la bienal de san Pablo de 12 Extravíos dE vanguardia 2010 donde terminó interfiriendo en el pacificado, demasiado convencional universo del llamado arte político, algo sobre lo que debatimos en nuestro último encuentro.

Los intercambios compilados en este libro, realizados en distintos momentos, repasan los más diversos temas, rememoran las épocas más dispares e hicieron emerger muchas perspectivas, al menos para mí, sorprendentes. En su origen no tuvieron otro objeto que el de disfrutar de una conversación entre amigos; uno de ellos interesado en conocer mejor el pensamiento y la historia del otro.

Roberto y yo agradecemos a Fernando Fagnani quien, enterado de la existencia de estas conversaciones, propuso ampliarlas y editarlas, pues estimaba que podían tener un interés general. nuestro común reconocimiento y aprecio va muy especialmente para Kiwi Sainz, quien se ocupó del archivo y la investigación fotográfica, y también para Syd Krochmalny, por la colaboración siempre desinteresada y el permanente afecto de ambos. también queremos resaltar la contribución de algunas amigas y amigos por sus amables y estimulantes comentarios y críticas sobre estas charlas que tanto han contribuido a mejorar. Ellos son roberto amigo, Lidia aufgang, nicolás guagnini, reinaldo Laddaga, ana Longoni y guadalupe Maradei. Por supuesto, ninguno de los nombrados tiene responsabilidad alguna por los contenidos o las opiniones vertidas aquí.