Crónica de mi familia
La gran novela de Vasco Pratolini
Viernes 15 de setiembre de 2017
"La leyenda dice que Pratolini tardó menos de un mes en escribir Crónica de mi familia pero le llevó más de dos años publicarlo", sobre esa obra maestra rescatada en la colección Rara avis de Tusquets por Juan Forn. "Su brevedad, su potencia narrativa, su franqueza emocional, su exquisita escritura, cautivaron a lectores de todo tipo".
Por Juan Forn.
En 1944, mientras las tropas aliadas entraban en Roma y la gente festejaba en las calles la liberación, un mucha- cho autodidacta e integrante de la resistencia partisana llamado Vasco Pratolini daba la espalda al júbilo gene- ral, encerrado en un cuarto de pensión con las persianas bajas y algodones en los oídos, tipeando en una máqui- na de escribir prestada las páginas de este libro.
La leyenda dice que Pratolini tardó menos de un mes en escribir Crónica de mi familia pero le llevó más de dos años publicarlo. Se resistía a que el libro apareciera en una colección de narrativa: fue su amigo Elio Vittorini quien lo convenció, con el argumento de que a los libros de no ficción se los juzgaba exclusivamente por su valor testimonial; sólo si lo presentaba como novela se apreciaría cabalmente su valor literario. Pratolini aceptó, por fin, con la condición de que el libro llevara una advertencia al lector, breve y estremecedora. El consejo de Vittorini fue eficaz: Crónica de mi familia fue el libro que cambió la suerte de Pratolini y le dio fama y prestigio. Su brevedad, su potencia narrativa, su franqueza emocional, su exquisita escritura, cautivaron a lectores de todo tipo y pelaje en la Italia de posguerra.
Pratolini tuvo a partir de entonces una febril carrera literaria (entre sus novelas pueden mencionarse Crónicas de pobres amantes, Las muchachas de Sanfrediano, Metello, Alegoría y escarnio ) y fue también un excelente guionista de cine (escribió el guión de Rocco y sus hermanos para Luchino Visconti y el de Paisá para Roberto Rossellini). Tuvo una nominación al Oscar y dos veces estuvo a punto de ganar el Nobel en los años cincuenta. Pero entonces el Nouveau Roman y la Nouvelle Vague fran- ceses destronaron al neorrealismo italiano del centro de la escena cultural europea. A mediados de los años se- senta, el rastro de Pratolini se pierde de golpe: sus últi- mos libros ni se tradujeron, en 1970 ya era un autor olvidado, las necrológicas que en 1991 anunciaron su muerte tenían todas en común el mismo estupor ante el hecho de que hubiese seguido vivo hasta entonces. Todas eran tibias y todas insistían en calificar de novela realista a Crónica de mi familia, a pesar de la expresa ad- vertencia que colocó Pratolini al principio de su libro. Lo que debieron decir es que Pratolini escribió novelas realistas y escribió Crónica de mi familia , que es un libro único, inclasificable, inmortal, y por esas tres razones inicia esta colección.
Vasco Pratolini había nacido en 1913. Como cuenta en este libro, su padre partió a la guerra cuando él tenía un año y su madre murió cuando él tenía cinco, luego de darle un hermanito que fue a parar a otras manos porque la abuela era demasiado pobre para criar a los dos. El bebé fue a casa de ricos, en el campo; Vasco vivió primero con su abuela y luego solo en un inquilinato en el centro de Florencia. Aprendió a leer de las placas de mármol con frases del Dante que hay en las calles de la ciudad. Después hizo la nocturna. No ledio para ir a la universidad: enfermó de tuberculosis, y lo mandaron dos años a un sanatorio de montaña. Cuando se curó y pudo volver a la ciudad se hizo periodista, bien de abajo, en la difícil Italia fascista de fines de los años treinta, y entonces su camino se volvió a cruzar con el de su hermano.
De eso trata Crónica de mi familia. No se puede contar una palabra más del libro sin arruinar su efecto. Déjenme decir solamente que en sus páginas no se menciona ni una sola vez la palabra Mussolini pero casi se puede tocar el fascismo en su atmósfera. Yo lo leí por primera vez a los dieciséis años, porque estaba en la biblioteca de mi casa, porque tenía pocas páginas y por- que tenía letra grande. No me tentó ni medio el título, pero cuando llegué al final entendí estremecido qué abarcaban esas dos palabritas («mi familia») para el protagonista y narrador del libro. Desde entonces lo he leído al menos una vez cada diez años, y cada vez me parece más extraordinario y sabio. Les deseo la misma experiencia.