María Negroni: "La poesía es la conciencia más aguda del lenguaje"
Serie IG Live
Lunes 29 de junio de 2020
Conversamos en vivo con María Negroni en nuestra cuenta de Instagram Live como parte de nuestra serie mensual de entrevistas y aquí dejamos algunos de los destacados y el video completo del encuentro.
Por Valeria Tentoni.
Nacida en Rosario, María Negroni es, entre otras cosas, poeta, novelista, ensayista, traductora y directora de la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF. Tiene un doctorado en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Columbia, Nueva York, ciudad en la que vivió y escribió muchos años. Fue reconocida con distinciones como la Beca Guggenheim o el Konex de platino en poesía.
Su primer libro, De tanto desolar, se publicó en 1985 por Libros de Tierra Firme. Desde entonces ha publicado otros como Cartas extraordinarias, La anunciación, Pequeño mundo ilustrado, Objeto Satie, La noche tiene mil ojos (Caja Negra), Ciudad gótica o Cantar la nada, Islandia (Bajo La Luna), El arte del error (Vaso Roto), Archivo Dickinson (La Bestia Equilátera), El testigo lúcido (Beatriz Viterbo).
En el último tiempo conocimos reediciones: recuperados por nuevos sellos, en Chile, editorial Alquimia publicó el Cuaderno Alemán, ese libro inseparable de Interludio en Berlín, que salió con pre-Textos. La cordobesa Borde Perdido sacó Wunderkammer, libro que durante veinte años sólo estuvo publicado en lengua italiana.
Pero en el fondo, con tus libros, siempre hablamos de poesía, ¿no?
Sí. Yo no soy narradora, es un malentendido. Yo soy una poeta que se mete, un poco intrusa, en otras áreas, porque en realidad lo único que me interesa es el lenguaje. No me interesan mucho las anécdotas; una anécdota es como presumir que lo real tiene cierta lógica, y entonces, si vos desarticulás la anécdota, estás desarticulando esa presunción de realidad. Me interesa, mas que la anécdota, el trabajo con el lenguaje. El lenguaje me parece una criatura absolutamente imprevisible, tramposa, peligrosa, maravillosa. Todo a la vez. Y eso es la poesía. La poesía es la conciencia más aguda del lenguaje. A mí me parece que todos los grandes escritores, incluso en prosaa, son poetas. Siempre tocan esas cuerdas. Los momentos mas lúcidos de un libro son los momentos en que el pensamiento se emociona. Eso es lo que agradecemos, porque vivimos en general en una especie de pradera chata de lugares comunes, entonces cada vez que aparece algo que nos propone un pensamiento díscolo, se abre un espacio de libertad. Y eso es maravilloso.
En tu recorrido de escritura casi no te privaste de nada, en cuanto a género pero también incorporando elementos gráficos, desde tu caligrafía hasta fotos. No es solo el modo en que te desplazás con las palabras, sino también dentro del formato libro en sí, ¿no?
Será que es algo que yo disfruto. Me parece que los géneros literarios son invenciones del mercado editorial, que necesita catalogar las cosas, ubicarlas, clasificarlas. De hecho, tengo libros que los libreros no saben dónde poner. ¿Dónde ubicar Cartas extraordinarias? ¿Y Objeto Satie? Son híbridos. Los libreros no tienen ni idea, y en realidad yo tampoco, pero el asunto es que no me importa. Yo solía decir que me gustaba la idea de desorientar a los lectores, pero con el tiempo entendí que no era desorientar a los lectores sino desorientarme a mí misma. Cada libro, me parece, implica una especie de conquista de una forma. En realidad, la forma es lo que viene a calmar la obsesión que da origen al libro. Uno escribe porque tiene una obsesión, algo que está queriendo entender, o algo que a uno lo está perturbando de cierta manera. Cuando encontrás esa forma, esa obsesión se empieza a morir, se va. Uno podría, al próximo libro, repetir la formula, pero en realidad no se puede escribir así. La única manera a de escribir es sin saber qué eso que uno va a hacer. La famosa página en blanco es eso: la ceguera, el enfrentarse a una especie de enorme signo de pregunta. No sabes qué es lo que te llevo a ese universo.
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