El producto fue agregado correctamente
Blog > Entrevistas > Lydia Davis: “Me resisto a convertir los eventos dramáticos en el foco principal de mis historias”
Entrevistas

Lydia Davis: “Me resisto a convertir los eventos dramáticos en el foco principal de mis historias”

Entrevistamos a la escritora estadounidense sobre su último libro de relatos, Esa gente que no conocemos (Eterna Cadencia Editora) y su cruzada contra Amazon a favor de las librerías independientes.




Por Valeria Tentoni


 

¿Qué tiene que tener una historia para que se convierta en una historia de Lydia Davis? Esa gente que no conocemos (Eterna Cadencia Editora), con traducción de Eleonora González Capria, es el tercer libro en la editorial de la escritora estadounidense nacida en 1947. Después de Ni puedo ni quiero, y de su primer tomo de ensayos -después, además, de su visita a Argentina en el marco del Filba Internacional-, Davis ha cosechado un gran número de seguidores en estas tierras y este regreso, casi en simultáneo con su edición en lengua original, insiste en esa dirección. 

“Me interesan muchas, muchas cosas. Hay muchas cosas sobre las que podría escribir”, nos dijo en una entrevista anterior. Al parecer, es su propia mirada lo que convierte a una historia cualquiera en una historia de Lydia Davis, que se aplica a las miniaturas comunes y corrientes, tesoros infraordinarios incrustados en las conversaciones al pasar. 

 


Muchas de estas historias trabajan sobre las posibilidades imaginativas de los malentendidos. ¿Por qué te interesan? 

Creo que los malentendidos ocurren todo el tiempo en nuestra vida diaria, y a veces pueden ser incluso divertidos —¡especialmente cuando envejecemos y nos ponemos un poco sordas!—. Quizás, para mí, el malentendido abre la puerta a los muchos significados posibles que existen en nuestras interacciones. En cualquier punto de una conversación, el intercambio puede tomar distintos carriles. Emocionalmente, una conversación puede volverse afectuosa, sarcástica, furiosa. Podemos seguir hablando de lo mismo, o podemos cambiar de tema. La conversación tiene su propia dinámica. Algunas de mis historias reproducen algo de ese misterio, como en el cuento sobre la mujer que acaba de conocer la palabra “fun”, que puede aludir a la diversión, pero también, en otra lengua, a un tipo de alimento. Creemos que ella acaba de descubrir cómo pasarlo bien, pero es un malentendido: ¡ella acaba de comer de fideos chinos por primera vez! La misma palabra pivotea entre dos idiomas, dos culturas, las experiencias de dos sociedades distintas. 

Otro interés que se identifica en el libro es el de la superposición de realidades, un trabajo sobre las líneas que se cruzan por casualidad o capricho. ¿Qué puede hacer la literatura con la “realidad”? 

Me gusta usar mis propias experiencias, usualmente pequeños incidentes pasajeros, como punto de partida para mis historias. Pero la narradora que describe estos incidentes, aunque parezca que soy yo, no es exactamente "yo", sino que es más bien un personaje con rasgos y hábitos similares a los míos, por lo general exagerados: la realidad “real” se altera por el bien de la intensidad o del drama. No bien seleccionás algo de la realidad, o ampliás la realidad y cambiás el tono de la narración, te alejás de esa realidad hacia la ficción, y esto es lo que me gusta hacer. A veces, en un cuento, sí me atengo a los hechos, o a la secuencia de eventos tal y como efectivamente ocurrieron. Pero, si quiero, puedo condensar dos días en uno, por ejemplo, invertir los géneros de dos personajes principales o hacer otros cambios sobre la realidad histórica. Por supuesto, como sabemos, incluso cuando las personas (durante un juicio penal, por caso) intentan decir la verdad exacta sobre un evento, suelen recordar mal –lo que no es muy distinto a la creación de una obra de ficción. 

En uno de estos cuentos escribiste: “Entiendo por qué se me hizo difícil escribir la historia: ante todo porque, como ocurre con muchas historias de la vida real, no había pasado demasiado. Lo único que pasó fue que ciertas emociones circularon de persona a persona durante esa hora y pico". ¿Podría ser ésta tu ars poetica?  

A primera vista, tal vez no pase demasiado en un cuento ni en la vida real. Pero, por debajo, incluso en esa historia están ocurriendo muchas cosas: amistades que se fortalecen o debilitan, personajes que se desilusionan unos de otros, y entran en juego temas como el egoísmo, la tragedia de los acontecimientos mundiales, la bondad, la tolerancia. En las relaciones hay muchas capas de historia y matices complejos que afectan lo que sucede en las interacciones más simples. Supongo que es cierto que me resisto a abordar tramas de alto dramatismo, incluso cuando a veces sean ineludibles. O, al menos, me resisto a convertir los eventos dramáticos en el foco principal de mis historias. En la vida ocurren cosas dramáticas. Supongo que me acercaría a narrarlas con calma, restándoles un poco de importancia. Una muerte suele ser solo una parte del tejido de un día que de otro modo sería completamente ordinario. Una puede reaccionar a una muerte con horror e incredulidad, pero también va a tener que hacer la cena, o al menos intentar comer algo, lo mejor que se pueda.  

¿Recordás el momento en que decidiste que este tipo de cosas eran las cosas sobre las que querías escribir?  

Nunca tomé la decisión de concentrarme en ciertos temas en oposición a otros. Simplemente, seguí mis propios intereses. Mis intereses cambian con el paso de los años. Si hubiera tenido que decidir de antemano que iba a estar escribiendo sobre un bichito en una mesada, no habría dicho que no. Habría respondido que dependería de mi punto de vista, de cómo iba a encarar esa escritura en particular, o del estilo de la escritura en sí, etc. No he leído Guerra y paz de Tolstoi en mucho tiempo, pero me imagino que trató los asuntos más pequeños y domésticos con la misma atención que tuvo para con los grandes temas. 

¿Te tocó defender este camino alguna vez? 

En cuanto a defender mis temas o el (en apariencia, pero en realidad no siempre) pequeño alcance de mis historias, no he sido atacada por elegir escribir de este modo. Aunque a veces sí me he topado con desconcierto por parte de lectores que no se han cruzado con este tipo de cosas antes. Con mayor frecuencia, los críticos, por ejemplo, mencionan cuán breves son los cuentos y cómo tienen un efecto mucho mayor al que se hubiera imaginado, que el efecto va más allá de sus fronteras. 

En una de estas piezas leemos sobre la imposibilidad de escribir algo, y sobre la opción de escribirlo de distintos modos. ¿Solés cargar con cierto número de historias que todavía no lograste escribir? ¿Cómo es tu libro de cosas aún no escritas? 

Por lo general, una historia que todavía está en el escritorio de mi computadora aún está “viva”, es decir que está llena de potencial y probablemente la retomaré y la terminaré tarde o temprano. Hay algunas historias impresas en carpetas que probablemente nunca vayan a ser resucitadas, he perdido interés. Hay libros enteros de cosas aún no escritas que son más interesantes para mí. Estos son proyectos largos que he comenzado y en los que he trabajado bastante, pero después me he distraído con otra cosa, quizás incluso otro proyecto en el que me he puesto a trabajar. Todavía me gustaría volver a estos proyectos largos y terminarlos. No voy a describirlos, porque eso podría revelarlos de modo prematuro. Sólo diré que son obras de no ficción. 

Finalmente, tus libros sólo están disponibles en librerías y bibliotecas, no Amazon. ¿Por qué? 

Durante años no he comprado nada en Amazon, ni he tratado con ninguna empresa de su propiedad. Solía disfrutar de la conveniencia de comprar libros en Amazon, pero después aprendí más y más sobre sus malas prácticas comerciales: cómo destruyeron pequeños emprendimientos, cómo robaron ideas de pequeñas empresas vendiendo menos de sus productos, cuán mal han tratado a sus trabajadores, cómo arruinaron comunidades al empujar comercios locales a la quiebra y al contaminar el aire, especialmente en zonas pobres, con sus camiones enormes. Cómo burlaron el estándar de manejo seguro al subcontratar la entrega de la “última milla”. Lo que hacen es infinitamente negativo. Me llevó demasiado tiempo darme cuenta de que no quería que ellos se beneficiaran de la venta de mis libros a expensas de las librerías independientes. Por eso dejé estipulado que mis editores no deben vender a través de Amazon. Eso implicó que tuviera que cambiar de editoriales, ¡después de haber tenido una buena relación durante treinta y cinco años! Pero no me he arrepentido un segundo de esa decisión. 

Artículos relacionados

Martes 22 de marzo de 2016
Pies para qué los quiero...
Paula Bombara, Sandra Contreras y Mario Méndez participaron de un panel moderado por Larisa Chausovsky en el que abordaron las preguntas sobre por qué leer, para qué leer, cómo leer.
Segundo encuentro en la librería
Martes 22 de marzo de 2016
Juego de velocidades

“Pienso en la belleza como algo que necesitamos urgentemente y me encargo de buscarla en lugares donde creo que no se la había encontrado”, responde el chileno Enrique Winter en esta entrevista sobre Las bolsas de basura, su primera novela, y sobre la escritura en general.

Entrevista a Enrique Winter

Viernes 25 de marzo de 2016
El mal de la moral

La nueva novela de Martín Kohan, Fuera de lugar (Anagrama), tiene a la pornografía infantil como tema central. “Me interesa cómo la perversión mana del moralismo”, dice.

Entrevista a Martín Kohan
Lunes 28 de marzo de 2016
Tras los pasos malditos

Se acaba de reeditar Barón Biza. El inmoralista (Sudamericana), de Christian Ferrer, un libro que, sin la intención de ser una biografía, recorre la vida de Raúl Barón Biza al tiempo que mira la historia del país. "Era un hombre agresivo, violento, desagradable, de vida recia, nada fácil, prepotente, pero que pretendía decir una verdad donde se cruzaban tres lubricantes: el sexo, la política y el dinero", dice.

Entrevista a Christian Ferrer
Miércoles 24 de julio de 2019
La sabiduría del gato

El texto de apertura de El tiempo sin edad (Adriana Hidalgo): "La edad acorrala a cada uno de nosotros entre una fecha de nacimiento de la que, al menos en Occidente, estamos seguros y un vencimiento que, por regla general, desearíamos diferir".

Por Marc Augé

Viernes 01 de abril de 2016
Las tres vanguardias
El seminario que cambió la forma de leer la literatura argentina del siglo XX por primera vez en librerías. Este volumen reúne las once clases del seminario que dictó Ricardo Piglia en la Universidad de Buenos Aires en 1990.
Un ensayo de Ricardo Piglia
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar