Hans Christian Andersen, una excusa para volver a los clásicos
Por Sandra Comino
Viernes 06 de abril de 2018
Admirado por Charles Dickens y Victor Hugo, despreciado por Sören Kierkegaard, los primeros cuentos de Andersen datan de 1835. Considerado el padre de la literatura para chicos, el día de su nacimiento IBBY (International Board on Books for Young People) celebra el Día Internacional del Libro Infantil. Un recorrido por sus libros y su vida.
Por Sandra Comino.
Hans Christian Andersen nació en Odense el 2 de abril de 1805 y falleció setenta años después en Copenhague. Considerado el padre de la literatura para chicos, el día de su nacimiento IBBY (International Board on Books for Young People) celebra el Día Internacional del Libro Infantil. IBBY, creado por Jella Lepman en 1953, es quien además otorga el Premio Andersen que recientemente recibieron Igor Oleynikov y Eiko Kodono en las categorías ilustrador y autora respectivamente. La filial argentina de IBBY es ALIJA.
Andersen publicó más de 156 cuentos. Sus primeros relatos son de 1835 y tuvieron muy buenas críticas de Charles Dickens y Victor Hugo, por ejemplo, pero no así de otros contemporáneos como el danés Sören Kierkegaard. La obra de Andersen siempre tuvo defensores y detractores. Se pueden distinguir dos etapas en toda su producción: una que está ligada a la recopilación de relatos populares y otra de cuentos de su autoría. Un autor al que le pesaban más las malas opiniones, que prefería los niños a los adultos y que vinculó mucho su vida a sus escritos.
Las historias de Andersen en su versión original no son para chicos chicos. La Sirenita o La Fosforerita tienen un abordaje místico de la muerte. Gran parte de su ficción tiene una base moralista. Muchos especialistas han tildado al danés de cruel y a pesar de escribir cuentos de hadas se destaca una visión realista del mundo donde no todos los relatos tienen final feliz, dato transgresor para la época si hablamos de libros para chicos.
En El ruiseñor del emperador de la China, conocido simplemente como El Ruiseñor, deja claro la gran sensibilidad de su narrativa que en general, posee romanticismo y emotividad. También se lee una fuerte crítica a la sociedad como en La Fosforerita o Los zapatos rojos.
El Patito feo, uno de sus cuentos más conocidos, es autobiográfico. La infancia de Andersen no fue precisamente feliz. Su padre participó en la Revolución Francesa y murió al poco tiempo de regresar. Vivió con su madre, su abuela y su hermana en la pobreza extrema. A los catorce años se marchó a Copenhague persuadido por una adivina que le auguró un gran destino. Allí se hospedó en casas de amigos, trabajó en una fábrica de telas, en una de tabaco, y su existencia fue conflictiva. Luego llegó la etapa donde consiguió estudiar y viajar.
Lo último que escribió es una novela donde se muestra en contra de la superstición y contradice su espíritu sentimental y religioso que caracterizó su primera producción.
Temas recurrentes como la muerte y los amores imposibles atraviesan su obra. Su literatura se sumerge en la aristocracia y en la pobreza, en la belleza y en la fealdad, en la burla y en lo cauteloso, siempre en el límite de lo cruel, de lo real y lo divino dentro de un mundo maravilloso para unos y desalmado para otros. Hoy la imagen potencia sus relatos y reformula sus historias aunque sus heroínas, en su mayoría, responden al estereotipo de mujeres calladas, sacrificadas y dispuestas a darlo todo por amor que no es precisamente con lo que nos identificamos hoy. De todos modos algunos de sus cuentos perduran y conviven en la LIJ actual.
La Sirenita
Es este cuento quien sabe sea el más famoso de Andersen. Aunque la versión que la mayoría de los chicos conoce es la reformulada por Disney aquí podemos apreciar la original adaptada por Kyoung- Sook Kwon que se le parece mucho a la que el autor danés escribió. La Sirenita, a pesar de los consejos de su abuela, entrega su voz a cambio de piernas que le dolerán terriblemente y corre el riesgo de convertirse en espuma si el hombre que rescató se casa con otra. Las hermanas intentan ayudarla a dar un paso para salvarse. Pero ella elige más allá de su propio beneficio.
Gabriel Pacheco nos sumerge dentro de un tiempo sin tiempo con una atmósfera opresiva que no solo rescata la esencia del cuento sino que logra belleza aun cuando no se consigue atenuar el destino de la protagonista que elige el sufrimiento por amor. Es un deleite de observar el registro cercano al ensueño que revitaliza el relato.
El traje del emperador
Todos conocemos el cuento del rey que decía que no tenía que ponerse y dos modistos le ofrecen hacer un traje “único” que solo podrán ver las personas que son aptas para el cargo que desempeñan. La versión de Liliana Viola tiene mucho humor y un registro que renueva el texto absolutamente. Es en este cuento donde la mentira queda destronada por un niño que ante la admiración de todos por el traje del rey emite su opinión y deja en evidencia lo ocurrido.
También en esta colección de cuentos clásicos (2011) ilustrados por Mima Castro con diseño de tapa de María Wernicke y dirigida a los más chicos podemos encontrar El patito feo.
Tres cuentos
Los tres saltarines, la maleta voladora y la pulga y el profesor: son tres cuentos no muy conocidos de Andersen versionados por Alicia Salvi e ilustrados por Guillermina Marino. La pulga, el saltamontes y el pelele participan de un desafío pero el resultado no tiene que ver con las habilidades sino con las decisiones en este caso del rey. El protagonista recibe una maleta tan grande que es capaz de entrar en ella. La riqueza, una profecía, una mentira y un cuento dentro del cuento. Una pulga puede reinar en tierras donde la princesa es una niña mala y un profesor apelará a su inteligencia para salir de allí. La apariencia, la huida, el relato dentro del relato y la interpretación de quien ve lo que desea ver son temas de estos cuentos, típicos del escritor danés.
Los cisnes salvajes
También es uno de los cuentos más populares que narra la historia de la bella Elisa y sus once hermanos hijos de un rey que se casó con una reina malvada que no quería a los niños. Ni bien se casó la madrastra mandó a Elisa con unos campesinos y a los varones los hechizó. La intención fue convertirlos en pájaros pero los chicos se convirtieron en cisnes. Pasan quince años cuando Elisa vuelve al palacio pero la reina hace que su padre la desconozca y la joven se va al bosque donde se entera lo que le ocurrió a sus hermanos. Los encuentra y descubre cómo puede romper el hechizo pero eso le costará no hablar por años, los que le lleven tejer once suéteres con lino hecho de ortigas.
Johana Concejo crea un mundo de una preciosidad melancólica.