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Yásnaya Aguilar Gil: "Cuando se pierde una lengua, es que ya se perdieron muchas cosas antes"

Fuente: CCCB

"Una lengua no solo es un bicho comunicativo, también es un bicho cognitivo y social": entrevistamos a la escritora y lingüista, autora de Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística (Almadía)


Por Valeria Tentoni


 

Lingüista, escritora, traductora, activista de derechos lingüísticos e investigadora ayuujk, Yásnaya Elena Aguilar Gil (Ayutla Mixe, 1981) es una ensayista contemporánea clave en México y gracias a Big Sur y los libros de la Editorial Almadía llega a Argentina al fin con Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística. Allí se reúnen muchas de las columnas, artículos y comentarios en redes sociales que escribió a lo largo de una década para “construir una defensa tan apasionada como razonable, tan rigurosa como amena, del valor de las lenguas indígenas, de la pluralidad cultural, de la vitalidad de las tradiciones de nuestros pueblos originarios”, en palabras de Federico Navarrete. A lo largo de todos estos textos independientes se forma un notable collar de hipótesis y reflexiones acerca de la discriminación lingüística y el encuentro, por no decir choque, de las lenguas indígenas y el español.  

Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas, con una maestría en Lingüística Hispánica en la UNAM, Yásnaya ha escrito al respecto en medios como El País, Tierra Adentro o Gatopardo, ha ofrecido conferencias y clases, y ha colaborado en proyectos sobre divulgación de la diversidad lingüística, desarrollo de contenidos gramaticales para materiales educativos en lenguas indígenas y documentación y atención a lenguas en riesgo de desaparición. Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística recoge su largo recorrido, y acerca de él le enviamos algunas preguntas desde Buenos Aires. 



¿Cuál es el origen de Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística

Fue algo muy natural. Cuando yo empecé a escribir en Este País ya había salido del ámbito académico y escribía cosas en Facebook. Había hecho una caminata, durante tres meses, por toda la región mixe, y fui documentando esa caminata y todo lo que aprendía en un blog. Ahí una editora vio mis escritos y me invitó a enviar artículos a Este País, yo ya escribía en redes sociales mis ideas sobre la lengua. Después de mucho tiempo varias personas me decían que sería buena idea convertirlo en libro, pero nunca tuve la paciencia de hacerlo, y los compiladores hicieron un gran trabajo. Así fue que surgió. 

Igual que en Argentina, en México la colonización española supuso la puesta en peligro de la diversidad lingüística y desde entonces, progresivamente, “la mayoría de los y las mexicanas son monolingües en español y la mayoría de los indígenas bilingües”. ¿Qué pérdidas trae esta situación? 

No voy a defender yo a la colonia española en absoluto, pero es verdad que tenían más obsesión por imponer su religión que su lengua. Eso es lo que vemos en los números: en México, después de 300 años de colonialismo español, todavía el 70% de la población hablaba español. Aquí fue más bien efecto criollo, derivado también de la colonización, del Estado Mexicano, el que pues hizo todo eso. Yo creo que el hecho de que se pierda la lengua es un síntoma de algo todavía más complejo. Es que los derechos de las personas que hablan lenguas distintas a las de los Estados nacionales han sido violentados durante tanto tiempo, que el resultado es la pérdida de una lengua. Cuando ya sucede que se está perdiendo una lengua, es que se perdieron muchas cosas antes y que hubo una violación sistemática de los derechos lingüísticos de la población que la habla. Y también de sus derechos humanos. Es más bien la consecuencia de muchas otras pérdidas. 

¿Qué podés contarnos del momento en que lo notaste en tu propia vida y del momento en que decidiste comenzar a investigar al respecto? 

Comencé a notarlo en la escuela: todavía, en mi generación, nos golpeaban por hablar mixe en clase. Noté que estaba sucediendo algo, primero en mi propia vida. Después, un momento muy impactante fue cuando estaba estudiando literatura y me di cuenta de que yo sabía ya muchas cosas del castellano; sabía sus etimologías, conocía la historia de la lengua, pero no sabía ni siquiera cuántas vocales tenía mi propia lengua. Cuando me fui de mi comunidad, la lengua era muy vital, y cuando fui regresando me di cuenta de que ya las nuevas generaciones no lo estaban aprendiendo y me alarmé. Ahí empecé a investigar, y quería sobre todo contestarme una pregunta: ¿por qué en toda la historia de la humanidad –guerras, migraciones, accidentes naturales- nada había puesto en riesgo a la diversidad lingüística tanto como ahora? ¿Por qué mueren las lenguas? ¿Por qué están muriendo tanto más ahora? 

¿Cómo es tu relación con el español, con el castellano? 

Mi relación siempre es contradictoria, porque me gustan mucho las lenguas. Amo todas las lenguas. Pero es una relación tensa porque por un lado la veo como algo que está borrando mi lengua, algo amenazante, algo en lo que se expresa muchas veces el racismo, y por otro lado también es una relación de mucho disfrute porque estudié literatura y buena parte de lo que leo, lo leo en castellano. Trato de estar leyendo todo lo que salga en mixe, pero la producción editorial no es igual, es complejo. Lo que sí, trato de escribir lo literario más en mixe que en español. Aunque, claro, se publica más en español o castellano que en mixe.  


Me gustaría preguntar por tu biblioteca, por el estado de los libros disponibles en México en lenguas indígenas, ¿cuál es la situación? ¿Hay editoriales para esos libros allá?   

Hace tiempo decidí que, si no colectivizaba mi biblioteca, no tenía sentido acumular libros. Entonces, ahorita con el colectivo que integro estamos creando una biblioteca especializada en pueblo mixe y pueblos indígenas, y voy a donar buena parte de lo que tengo ahí. Durante mucho tiempo, hubo una tradición de publicar en lengua indígenas: los primeros impresos en el continente, en México, estaban en lenguas indígenas. Fue una gran tradición de escribir en lenguas indígenas que se acabó con el establecimiento del Estado nación. Como dice Michael Swanton,  por ejemplo, había una gran tradición de estudios gramaticales: por ejemplo, la primera gramática de una lengua indígena mexicana, como el zapoteco, se publicó siete años antes que la gramática del inglés. Después, con el etablecimiento del Estado nación y su búsqueda de borrar las lenguas, eso impactó en el mundo editorial. A partir de 2005 se ha impulsado un poco más. Hay una editorial llamada Pluralia que publica libros en lenguas indígenas, o el proyecto Originaria, de mujeres poetas, tiene una parte editorial también... Cada vez se está abriendo un poco más, pero creo que no es suficiente. 

¿Por qué escribís que lo lingüístico es político?   

Yo creo que lo lingüístico es político dado que lo lingüístico crea lo común. La lengua no es solamente algo cultural, o algo de lo que nos podamos desprender. Desde que amanecemos hasta que dormimos, estamos empapadas de lo lingüístico ya sea por el pensamiento o por las conversaciones. El hecho de que ahora nos estemos comunicando en castellano tiene que ver con el estatus político de la lengua, con la situación del Estado nación; si el Estado argentino hubiera determinado que la lengua oficial es el mapudungún y la de México el náhuatl, tal vez nuestra interacción ahorita sería distinta. Las lenguas que utilizamos están determinadas por factores políticos y tienen implicaciones políticas en cómo se organiza lo común. 

¿Cuál es el poder de una lengua cualquiera? 

Podemos quitarnos cosas, pero no podemos prescindir de lo lingüístico, es lo que nos hace humanos. A diferencia de otras manifestaciones culturales, por ejemplo, la danza o la música, la verdad es que no estamos todo el tiempo danzando ni todo el tiempo haciendo música. Desprendernos de lo lingüístico es muy difícil; sé que hay parte del pensamiento que no es lingüístico, pero una gran parte del discurrir interno lo es. Incluso cuando dormimos, dormimos y soñamos en una lengua o en unas lenguas. Y esas lenguas son fundamentales porque nos constituyen. Una lengua no solo es un bicho comunicativo, también es un bicho cognitivo y social. Nos hace profundamente humanidad. 

¿Qué se pierde cuando se pierde una lengua? 

Cuando se pierde una lengua, y ya dijimos que se pierde cuando se ha perdido mucho antes, pero también se pierden los derechos lingüísticos de sus hablantes y todo el conocimiento asociado a esa tradición lingüística, algo que es muchísimo más que una biblioteca. Cada vez más se empieza a ver el mundo desde las lenguas occidentales, y eso entraña un peligro muy fuerte. 

“La literatura indígena no existe” es un ensayo que se interna en el problema de la discriminación, la separata de ofrecer un premio, por ejemplo, para libros de “literatura indígena”: “La segregación sólo perpetuará la situación actual”. ¿Cuál te parece que sería la solución adecuada, hacia dónde creés que debería avanzar este concepto? 

Creo que el problema está en el mote “indígena”. Se esencializa y no se ve que la categoría “indígena” es una categoría históricamente situada; que es una situación de nuestros pueblos, no algo esencial. Yo creo que nos sirve para nombrar luchas, con respecto por ejemplo de la industria editorial en lenguas hegemónicas, pero que no puede esencializarse. Es decir, el quehacer poético no será igual solo porque tengamos esta situación política. El camino sería apostarle a la diversidad, porque el mundo es diverso tanto biológicamente como lingüísticamente, en muchos sentidos –de hecho, los países con mayor número de lenguas coinciden con los países con mayor número de especies biológicas. Más que segregar por la categoría “indígena”, creo que tendría que dejar de ser una etiqueta que esté ocultando una diversidad. O sea, hacer visible la diversidad y utilizar “indígena” para las luchas y resistencias que tienen que ver con esa categoría política, algo que responde a dos condiciones: haber sufrido colonialismo y haber quedado atrapados dentro de un Estado nación. Es solo un momento de nuestra historia, y cuando se hace alusión a “arte indígena” o “literatura indígena” se corre el riesgo de esencializar eso, y no se nombra una categoría de opresión. Lo uso, pero para nombrar las luchas y resistencias y este momento particular de nuestra historia, pero no para calificar una esencia. 

¿Qué lecturas nos recomendás o qué autores para pensar la diversidad lingüística en estas tierras colonizadas? 

Por ejemplo, la poesía de Mikeas Sánchez, es una poeta zoque que habla mucho de estos temas. Más que una lectura en específico, les animo a tratar de burlar esa censura estructural y tratar de buscar estos libros que están escribiendo en lenguas distintas a las que utilizan los Estados en los que quedaron atrapados nuestros pueblos.   

¿Tenés proyectado venir a presentar tu trabajo a Argentina?  

Me encantaría poder ir a Argentina y presentar mi trabajo allá, sería un sueño. Y también conocer toda la lucha de los pueblos de allá. 


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