Siete secretos de escritura de la Nobel Herta Müller
Premiada con el máximo galardón en 2009
Miércoles 03 de octubre de 2018
"La literatura no es lo único poético. La vida también es poética. El mero hecho de escribir literatura no nos convierte en personas especiales" dijo entre otras cosas la escritora nacida en Rumania en alguna de las pocas entrevistas que concedió.
Nacida en Nitzkydorf, Rumania, en 1953, es descendiente de suabos emigrados a Rumanía y uno de los valores más sólidos de la literatura rumana en lengua alemana, reconocida con el Premio Nobel de Literatura en 2009.
Herta Müller estudió Filología Germánica y Románica en la Universidad de Timisoara y fue forzada a salir del país por su defensa de los derechos de la minoría alemana. Actualmente vive en Berlín. Ha recibido también reconocimientos como los premios Aspekte, Ricarda Huch, Roswitha von Gandersheim, Franz Kafka y Würth, entre otros, por su obra, que su obra, que trata fundamentalmente de las condiciones de vida en Rumanía durante la dictadura de Ceaușescu. Libros como Todo lo que tengo lo llevo conmigo, En tierras bajas, La bestia del corazón o La piel del zorro conforman su bibliografía, que incluye ensayo, novela y poesía.
Tomadas de diversas entrevistas (En ABC Cultural, Paris Review, La otra, El Cultural) y de su discurso de recepción del Premio Nobel, aquí algunas citas que funcionan como guía de lectura y consejo de escritura a la vez.
Sobre ser escritora
"La literatura no es lo único poético. La vida también es poética. El mero hecho de escribir literatura no nos convierte en personas especiales. En verdad, en casi todo lo que hacemos dependemos de la mirada de la gente que no escribe literatura. Esas personas son nuestro material y con ese material hacemos algo. No poseemos nada especial, propio. A lo sumo, podemos armar algo a partir de lo que vemos, y según lo bien o mal que lo armemos, tanto mejor o peor será".
Sobre la lengua en que se escribe
"La lengua solo es una parte de la persona. Yo primero me crié con el alemán como lengua materna. Aprendí rumano en la ciudad a los 15 años, porque en el pueblo del que venía no había rumanos. Era de la minoría alemana. (...) Me enamoré de ese idioma. Quise aprenderlo a toda prisa y me pareció sumamente sensual, las imágenes que esta lengua podía transportar… Ya había empezado a leer libros y ya me había fijado en la belleza de las metáforas o imágenes poéticas. Muchas veces me daba la impresión de que el rumano me era más próximo psicológicamente, en lo más íntimo, por cómo era su mirada hacia el mundo. Cada lengua mira el mundo de una manera distinta, afortunadamente. (...) Yo siempre tuve la impresión de que cada lengua es algo que tienes prestado. Después ya me fui a Alemania y es cuando más me di cuenta de que el idioma en sí no lo es todo. Mientras uno viva, lleva su idioma consigo, pero la patria también es aquel lugar donde pones los pies. Cuando no se puede vivir en el país en el que uno ha nacido y donde no siente una pertenencia, uno no tiene patria. Y esto el idioma no lo puede reemplazar. Es un tema complejo, algo que también apuntó Semprún. No es que la lengua sea la patria, sino que la patria es aquello que se habla. Es muy importante esa diferencia. Cuando lo que se habla es hostil, la lengua común no me sirve de nada. Todas estas perspectivas hay que tenerlas presentes".
Sobre la escritura
"Aplazo escribir porque le temo. Cuando escribo estoy poseída, es una adicción que me enferma y me cansa. Les temo a las palabras pues requieren mucha precisión y con ellas toco cicatrices que estarán conmigo para siempre".
Sobre el estilo
"Cada uno escribe de acuerdo a su estructura psíquica, yo intento que cada frase tenga su papel, y cuando digo algo tan sólo quiero decir exactamente eso, lo que está ahí escrito".
Sobre el vínculo entre la vida y la literatura
"La literatura es un espejo de la cotidianidad y, por ende, de la política. La política entra en la vida cotidiana y, aunque no se convierta precisamente en ésta, ella misma es ficción. Sólo se puede escribir literatura a partir de lo vivido, de la experiencia. Pero la literatura es algo totalmente artificial. Y justamente, para captar realidades, debe ser artificial. Los diálogos generalmente no son lenguaje hablado, oral. El lenguaje oral en un libro es algo diferente al lenguaje hablado. Para que el lenguaje oral funcione tiene que ser artificial".
Sobre los motivos
"No sé muy bien por qué escribe uno. No siempre he creído en ello, pero a pesar de todo, lo hago, posiblemente para ayudarme a mí misma, para encajar tantas cosas, enfrentarme a tantas cosas. Es un trabajo terriblemente duro, porque es artificial completamente. La vida se vive, no se escribe, afortunadamente. Y la vida no espera a que tú la hayas descrito o apuntado, afortunadamente. Yo, de alguna forma, intento llevar lo uno a lo otro, fundir lo uno con lo otro. Pero trasladar lo vivido a la palabra es un proceso totalmente artificial, y es algo que me da miedo de vez en cuando, y al mismo tiempo siento adicción por ello. Es muy complejo. Algo parece que me obliga a hacerlo, y es aquello que te da miedo, aquello que crees que no eres capaz de hacer".
Sobre la verdad en la escritura
"El sonido de las palabras sabe que debe engañar, porque los objetos engañan con su material, y los sentimientos, con sus gestos. En el punto de intersección del engaño de los materiales y de los gestos se instala el sonido de las palabras con su verdad inventada. Al escribir no puede hablarse de confianza, sino más bien de la honestidad del engaño".