Sangre de amor no correspondido
Entrevista a Alberto Fuguet
Jueves 05 de mayo de 2016
No ficción es el diálogo novelado de dos ex amigos que mantuvieron una relación con la intimidad y la ambigüedad sexual en el centro. El director y cineasta chileno Alberto Fuguet viajó a Buenos Aires para presentar la novela en la Feria del Libro y habló con Eterna Cadencia. “Un escritor de verdad tiene que ver todo como posible material y la gente que se involucra o está cercana a él sabe que eso es legítimo”, dice.
Por Patricio Zunini.
Foto: Andrés Herrera.
Alberto Fuguet estaba escribiendo Sudor cuando la historia de uno de los personajes empezó a ganar tal presencia que tuvo que abandonar momentáneamente aquella novela para dedicarse a la nueva. Así surgió No ficción, como “hermana menor” de Sudor. Y la decisión editorial de Penguin Random House hizo que se hermanaran aún más, ya que en la Argentina ambas se publicaron en simultáneo. No ficción transcurre una tarde de sábado. Dos hombres hablan de la amistad que mantuvieron en un pequeño departamento mientras el día va cayendo. “Ojalá se pueda leer de una sola leída”, dice Fuguet, que viajó a Buenos Aires para presentar ambos libros en la Feria del Libro. Si esa fuera la experiencia de lectura, uno estaría tres o cuatro horas metido en el libro. Parecería que el proyecto de Fuguet es atravesar el tiempo con el lector; algo que hizo con el espectador en “Invierno”, la película de cinco horas que presentó en el Bafici del año pasado.
No ficción es el registro del diálogo puro entre Alex y Renzo, dos amigos (el primero gay, el segundo ambiguamente heterosexual) que se juntan para ajustar cuentas. Por la estructura y el tema, es inevitable pensar en la influencia de Manuel Puig.
—Puig es un ídolo —dice Fuguet—. En el colegio tuve una profesora muy copada que en cuarto medio, el último año del colegio, me dio The Buenos Aires affair y Pubis angelical. En dos o tres años tuve casi la colección completa. Ahora voy a dar un curso sobre Puig en la Universidad Diego Portales. Mi teoría es que ha influido a todos nosotros.
—Piglia lo destaca en su nuevo libro como una de las vanguardias junto a Walsh y Saer.
—Tengo algunas ideas al respecto, pero creo que ahora es el momento no sólo de apoyarlo académicamente sino de escribir como él. En un principio yo no lo entendía del todo, pero me di cuenta de que teníamos cosas hermanadas. Mi mayor rollo era que no enganchaba con sus películas, no era el cine que me interesaba. Pero cuando me di cuenta que Puig era pop se armó el big bang. Y la idea de ser un latinoamericano mirando hacia el Norte era algo que sentía como propio. No podía creer que un argentino se pudiera apropiar de Brasil, de México… Un libro clave fue Recuerdos de Tijuana - Retrato del villano, que fue el primer libro de guiones que leí en mi vida. En esa época ni siquiera Woody Allen estaba publicado. Eran dos guiones con una introducción sobre su vida, sobre cómo se hizo escritor —básicamente porque le fue mal como cineasta. Me siento muy deudor y fan, y siempre aprendo y vuelvo a él. No ficción es el intento de hacer Maldición eterna a quien lea estas páginas para nuestros días.
—Es llamativo cómo estos “fragmentos del discurso amoroso” se mueven en la ambigüedad de no saber si los dos hombres se van a ir a la cama o se van a ir a las manos. Una forma de amor muy cercana a la furia.
—Yo nunca había escrito del amor porque me parecía que era un tema ultra cursi. Tampoco sabía mucho qué contar porque no tuve tantas experiencias. Y cuando me lancé con Sudor, se me ocurrió que el personaje principal, el narrador, fuera un editor con tres amigos —todos con A: Alejo, Alex y Augusto; todos escritores muy distintos— y que fuera una súper celebración gay, pero muy masculina, con personajes con mucha testosterona, competitivos, agresivos. Sudor es una novela sobre el amor, sobre el sexo, sobre la falta de intimidad y sobre cómo uno puede tener sexo rápido y sin embargo sentirse solo. Trata de un huevón que está follando a través de las aplicaciones pero que todavía no encuentra una pareja. Pensaba cómo hacer algo cursi no cursi. Y cuando Alex le cuenta que quiere escribir un libro sobre amor, sobre una relación no correspondida, sentí que Renzo tenía que hablar. Paré Sudor, lo dejé guardado, saqué a Alex del libro y empecé con «Voy a escribir de ti» y ahí surgió No ficción. El diálogo no era sólo para homenajear a Puig sino porque Renzo tenía que hablar. Los dos tenían que tener su razón.
—Renzo es heterosexual, es quien se niega a mantener una relación gay, pero a la vez su figura es muy femenina.
—Es la figura frágil, sí. No lo había pensado.
—En un momento de tensión sexual, Alex dice que tiene una erección y Renzo dice que se mojó, lo que sería más una respuesta de mujer.
—Sí, sí. Claro. Entiendo que está mojado de otra parte, pero sí, sí, sí. Una idea que tienen ahora en Chile es llevarlo al teatro e ir cambiando los sexos. Para el lanzamiento invitamos a un grupo de mujeres que juegan con la identidad sexual, se llaman “Marineros”, que fueron a la Feria del Libro y leyeron un trozo. Eran muy entretenidas.
—La figura del gay, por lo menos en las grandes urbes, está naturalizada y aceptada. Sin embargo, en la novela aparecen todos los eufemismos que la ocultan. Por ejemplo, el padre de Alex habla de dúo y no de pareja.
—Me cuesta responderlo porque este libro es tan gemelo con Sudor, que no sé quién fue primero y quién después. En Sudor no hay closets, no hay eufemismos, no hay culpa, no hay dolor, no hay nada. No ficción es lo contrario y por ahí se me coló. Pero también creo que efectivamente eso está. Sudor molesta más que No ficción porque No ficción es más romántico mientras que Sudor tiene mucho sexo explícito. Además, hay que recordar que un libro clásico en Chile se llama El obsceno pájaro de la noche, de Donoso, que también hay todo un escándalo para saber si era o no gay. El título es como una metáfora del pene. ¿Por qué el pene tiene que andar de noche y tiene que ser obsceno y oscuro?
—Alex es un escritor que viene a ver a Renzo para avisarle que va a escribir sobre ambos. ¿El escritor es una persona a desconfiar?
—Si hace bien su trabajo sí. Estoy de acuerdo con Renzo, cuando le dice a Alex: «Tú todo lo usas». Yo siento que todo lo uso. Un escritor de verdad tiene que ver todo como posible material y la gente que se involucra o está cercana a él sabe que eso es legítimo. Viene con el territorio. De hecho, sin ir más lejos, una confidencia: nunca ocurrió esta conversación con el verdadero Renzo, pero hasta el día de hoy no he sabido nada. Tengo una impresión… En Missing invento cosas sobre mi tío y lo muestro como un ser que se perdió, pero él está feliz porque creo que el que escriban de ti tiene algo de honor.
—Hablás de Missing y Alex escribió Perdido. En una entrevista dijiste que este libro era lo más cercano a una autobiografía. ¿El título No ficción tiene que ser tomado como parte de la “mentira” de la ficción?
—Totalmente, porque nunca ocurrió esa conversación. Sucede que me empecé a aburrir con libros que se denominaron como “autoficción”. Los sentía como puras mentiras, como novelas donde el autor pone su nombre o señales extremadamente cercanas a él mismo, pero que no son historias de verdad. Me enojé con eso y me dije que iba a escribir un libro que se llamara No ficción. Además, me gusta la pelea que hay con Renzo, que dice que no le gusta el título.
—¿Considerás a la literatura un trabajo como el cine?
—Es una mezcla de trabajo, hobby, forma de pararse ante el mundo. Me sirve ser cineasta, aunque no vaya a hacer películas por ahora. Me gusta sentir que me dedico a contar historias. Me asusta la idea del escritor profesional y no escribo todos los días, pero cuando tengo una historia trato de agotar todos mis recursos, salirme del mundo y dedicarme a escribir full-time. Para escribir Sudor me fui un mes a Dallas, a un lugar muy bonito pero en el que no conocía a nadie y no tenía contacto con nadie. Todo era libro.
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