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Nurit Kasztelan: “Yo sabía adónde quería llevar al personaje”


"Me interesaba trabajar un personaje que observa el paisaje con la misma intensidad con la que se observa a sí mismo": la librera, poeta y editora debuta en narrativa con Tanto (Eterna Cadencia Editora)

Librera, poeta y editora en el sello Excursiones, Nurit Kasztelan se lanzó como narradora con Tanto, libro editado por Eterna Cadencia Editora. Allí se cuenta la historia de Helena, quien abandona la ciudad para pasar una temporada en el campo, donde “su atención se pierde entre las nubes, en las diferentes formas de nombrar una planta”.

En esos días con “la mirada fija en los árboles”, Helena regresa al vínculo con su madre una y otra vez, mientras se reconoce en la frecuentación de un vecino con quien debe crear un lenguaje de cero.

Enviamos algunas preguntas por correo a la autora para preguntarle cómo construyó este libro que nació mientras cursaba de la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF y fue mutando hasta convertirse en este, su debut en el género.



Venís de la poesía, ¿cómo fue la experiencia de trabajar en prosa? ¿Cuánto permitiste o buscaste se contamine tu prosa de la poesía y por qué?

Fue muy difícil. Yo estaba acostumbrada a la condensación, que es lo que permite la poesía, entonces no narraba un momento particular sino algo más cíclico. En la poesía suele pasar que el yo que habla resume una experiencia en un verso o en una estrofa y a mí lo que me faltaba era desarrollar acciones en el presente, mostrar más la cotidianidad y el pasar de los días. De hecho, el texto al principio estaba súper concentrado y tuve que diluirlo.

Creo que el comienzo “Le va mal el campo” es una decisión de poeta. Hay una elipsis y una rareza de ese modo de decir. No sólo no está dicho el nombre de la protagonista, que de hecho se nombra una vez sola; sino que la agramaticalidad de la frase da un indicio de cómo será toda la novela. 


Este libro fue escrito durante tu cursada en la Maestría en Escritura creativa de la UNTREF, ¿qué podés contarnos de esa experiencia?

No, no. Sólo el comienzo lo escribí ahí. Cuando tenía apenas unas páginas escritas, me ayudó muchísimo Yamila Begné en una de las pre-tutorías, donde una contaba su proyecto y mostraba lo escrito hasta el momento. Recuerdo que ella me insistía en que yo contara que pasó "ese día" o "en ese lugar en particular" o "a esa hora especifica" algo que todavía me resuena como mantra. 


También formó parte de tu entrega para graduarte, si no entiendo mal de la maestría se gradúan entregando una novela, ¿no? ¿Este libro publicado es igual al que presentaste entonces o se fue modificando?

Para graduarse no hay que entregar un libro terminado sino un proyecto de libro. En ese momento sólo presenté cuarenta páginas de la novela, que ahora tiene ciento sesenta, o sea que se fue modificando un montón. 

Tal vez lo que más me ayudó fue tener que escribir un prólogo de treinta páginas (que no forma parte de la novela) donde tenía que reflexionar sobre el proceso de escritura y sobre por qué estaba escribiendo eso, cuáles eran mis lecturas, qué era lo que estaba buscando al escribirla.


El titulo de la novela, Tanto, remite a una idea de enormidad y de asfixia, a la vez, ¿cómo lo pensaste?

El título fue una de las primeras cosas que apareció. El título y el final. Yo sabía adónde quería llevar al personaje y el comienzo de la novela, y me faltaba todo lo del medio. Surgió un poco por la idea del exceso de paisaje, el exceso de silencio, un personaje que no sabe que hacer con tanto verde, tanta belleza, tantos recuerdos. Y me gustaba la idea de que el lector rellenara ese "tanto" y se preguntara "tanto, ¿qué?" También me pasó con mi libro anterior de poesía que titulé Después para que el lector completara el sentido.

Los orientales tienen la filosofía de que lo más importante de la pintura son los espacios vacíos que el pintor decide no rellenar y por eso no quise acompañar al adverbio. Me parecía más fuerte. 


La narradora parecería soportar su estadía en el campo sostenida por su biblioteca mental. Son incontables las citas secretas, por llamarlas así, que hay en Tanto: ¿cómo lo trabajaste? ¿Podríamos pensar a la narradora como una hiperlectora?

Si bien lee mucho, la protagonista es química, y los libros que lee son sólo en referencia a la experiencia que está viviendo de aislarse de la sociedad y radicarse en la naturaleza, o sobre Japón, que es su obsesión. Yo, como narradora, no es que viví la experiencia de la protagonista sino que utilicé libros para generar imágenes. Me interesaban sobre todo esos libros decimonónicos sobre el paisaje donde hay un personaje que observa y me pregunté qué pasaba si yo usaba eso como fondo pero para hacerlo en un espacio reducido. Quería explorar cómo sería tener la actitud del observador naturalista pero en un lugar muy pequeño y muy anodino. 


El texto se entrega en gajos, episodios breves que recuerdan a la prosa poética o al poema, por momentos. ¿Cómo pensaste la estructura?

La idea de que haya saltos en la novela y mucho blanco fue un consejo de María Sonia Cristoff. Una escritura tan condensada tal vez necesite mucho aire y respiración para funcionar sin empalagar. 


Hay también homenaje a los maestros naturalistas como Thoreau o Linneo, ¿qué dimensión tuvo la naturaleza al escribir el libro y con qué elementos la construiste?

Para escribirla leí e intenté reescribir muchos pasajes tomados de libros de teóricos o naturalistas como los de Peter Tompkins, George Haskell y Stefano Mancuso, por nombrar sólo algunos y libros más híbridos como La vida de las plantas, de Emanuele Coccia; La inteligencia de las flores de Maeterlinck, Una temporada en Tinker Creek, de Anne Dilliard; En la naturaleza, de Marie Colmont; Manos verdes, de Matías Serra Bradford; Campo Visual, de Kathlen Jamie y Naturaleza Moderna, de Derek Jarman. Lo que aúna estos textos es un tipo de mirada que va más allá del bucolismo; creo que esos autores leyeron a la naturaleza como si fuera un libro y dialogaron con ella, casi como si la única forma de develar su misterio fuera en un lenguaje propio que ellos inventaron. Y también fueron una influencia en la novela autores que narran un momento más radical de experimentación y que directamente se instalaron en lo silvestre por una larga temporada, como Thoreau, Rousseau, John Alex Baker, John Mur y Sue Hubbel. Para dialogar con “La Pampa” en la literatura argentina, leí Calveyra, Martínez Estrada y Osvaldo Baigorria, pero sobre todo Hudson. Lo que me importa sobre todo es la fantasía pampeana de cómo un paisaje tan vasto moldea o modifica un carácter. El misterio que encierra la figura del ombú, la resignificación que se le da a la palabra “llanura”, pero, sobre todo, la relación que hay entre imaginación y territorio. De hecho, en la novela quiero que el campo sea “imaginario”, que esté en “La Pampa” pero no se sepa bien dónde está del todo.


Para terminar esta novela, obtuviste un premio del Fondo Nacional de las Artes y también hiciste una residencia en Uruguay. Trabajás como editora y librera, ¿qué podés contarnos de la importancia de estos fondos y residencias para poder dedicarse a escribir una novela?

Para escribir necesito mucho tiempo libre. Al menos de la forma en la que yo escribo, que es muy lenta y que nace casi directamente de la lectura. Se me hace imposible si tengo muchas tareas pendientes acumuladas ya que necesito “el tiempo todo entero”, sin cortes. Un poco antes de recibir la beca creación del FNA y de ser invitada a la residencia en Uruguay yo había apostado a la posibilidad de un futuro en el que la escritura sea más protagonista. Los premios, las becas y las residencias, más allá de un monto de dinero que permite no trabajar por un tiempo y dedicarse sólo a escribir, son para mí actos de fe. 


"Como si mirara su propio mirar", leemos. ¿Qué podés decirnos de la elección del punto de vista en este libro?

Me interesaba trabajar un personaje que observa el paisaje con la misma intensidad con la que se observa a sí mismo. Lo más difícil era lograr la distancia necesaria para poder verse mirando desde afuera. Creo que el mirar es una de las acciones que más aparecen en la novela; el hecho de dejarse llevar por la mirada.


Hay también un abordaje al tema de la herencia y del ser hija, del vínculo hija-madre, de una madre "ida". ¿Cómo lo trabajaste?

En un momento de la novela la protagonista dice “la voz no se hereda”. De alguna manera, el personaje en realidad no quiere enfrentarse a su pasado ni a rastrear su origen y por eso mira el paisaje. El tema del vínculo hija-madre aparece un poco trasversal, como si fuera una de las explicaciones posibles de por qué el personaje decide irse al campo. 



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