Julieta Venegas: "Cuando Patti Smith grita, todo es posible"
Una crónica de su paso por Buenos Aires
Viernes 02 de marzo de 2018
Anoche, la leyenda viviente del rock, el punk y la poesía se presentó en la Sala Sinfónica del CCK de Buenos Aires. Julieta Venegas estuvo ahí y escribió esta crónica especial y personalísima para el blog. "Cuando Patti grita todo es posible, porque tiene autoridad no sólo en su voz, sino en su espíritu, esa voz atemporal que lo dice todo".
Por Julieta Venegas.
Patti Smith es amor. Eso es lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en ella. O en anoche, que asistí a su concierto en Buenos Aires, y me dejó inspirada y llena de energía positiva y regeneradora.
Smith es una figura bien conocida por su música, punk y combativa, artística y poética, en discos como Horses. Por sus maravillosos libros, Éramos unos niños y M Train, y por sus poemas. Pero es más que eso: es una Romántica. Y con esto me refiero a una Romántica a la manera del Siglo XIX, revolucionaria e inspiradora, seguidora de Rimbaud, de William Blake. En su manera particular de ver el mundo y de contarlo -en sus versos, sus canciones, en sus memorias, en sus fotografías- muestra su visión inigualable e inspiradora. Patti Smith es una humanista. Una mujer que, cuando habla, lo hace con la convicción de quien te cuenta la verdad. Habla de la paz, de nuestra propia fuerza de vida, de nuestro espíritu y de nuestra libertad.
¡Y cuando canta! Su voz va más allá de la descripción de la belleza. No es que se trate de una voz dulce; al contrario, tiene fuerza, y entre más agresiva se pone, mejor. Es emocionante. Te levanta de donde estés y te hace recordar la fuerza que tienes, siempre latente. Revoluciona. Cuando Patti grita todo es posible, porque tiene autoridad no sólo en su voz, sino en su espíritu, esa voz atemporal que lo dice todo. Canta canciones propias y de sus amigos. De Bob Dylan, de Lou Reed. Su concierto es más que un concierto: es una ceremonia en donde se celebran la vida, el arte, la esperanza y todas las cosas positivas que tenemos como personas.
Anoche, Patti abrió el concierto con una canción inspirada en William Blake, describiéndolo como a un visionario. Y así, fue presentando cada canción con una dedicatoria: a los indios americanos, a los estudiantes en Estados Unidos que ahora luchan porque se controlen las armas, a la memoria de su marido -a quien también llama “mi novio”-, a la memoria de su hermano. Habló sobre los muertos y cómo es que se quedan entre nosotros, bromeó sobre cómo le sigue gritando su madre, aunque ya hace mucho que no está.
Nos dijo: levanten las manos, sientan su fuerza inspiradora, sientan su instinto creativo.
Nos levantamos todos, subimos las manos. Apretamos los puños.
“¡Somos seres libres!”, gritó. Sacó un pañuelo verde, el mismo con el que las mujeres argentinas exigen que el aborto sea legal y gratuito. Y ahí todos nos volvimos locos.
Y sí, nos sentimos libres, con esa libertad donde todo es posible, donde el mundo puede ser visto con la mirada de Patti Smith. Salimos contagiados de su idealismo, de la idea de que podemos con todo. Y ella se despidió diciendo: “Yo sé que están luchando. Nosotros también estamos luchando. No debemos dejar de hacerlo nunca”. Su voz resonó en nuestro interior, porque todos tenemos una lucha y todos quedamos bien despiertos después de haberla escuchado.
Y no dejaremos de luchar nunca, pensé, mientras nos íbamos dispersando en la noche, y yo seguía cantando esa canción llena de amor y llena de fuerza: because the night belongs to lovers, because the night belongs to us.
Y por un momento pareció que el mundo sí nos puede pertenecer.