El poder de la negación
Por Renata Salecl
Martes 15 de junio de 2021
Un extracto de El placer de la transgresión, de Renata Salecl, novedad de Ediciones Godot: Salecl nació en Eslovenia. Filósofa, socióloga y teórica jurídica, se desempeña como investigadora en el Instituto de Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de Ljubljana y es profesora en el Birkbeck College de la Universidad de Londres.
Por Renata Salecl. Traducción de Florencia Ferre.
En tiempos de fake news y de la llamada “posverdad” es cada vez más difícil pensar hacia dónde va nuestra nuestra sociedad y cómo enfrentan las personas los problemas sociales. La ideología neoliberal aumenta enormemente la angustia. Las personas se sienten culpables de sus fracasos, y aquellos que quieren identificarse con las imágenes mediáticas de la felicidad y el éxito suelen tener la sensación de que no son lo suficientemente buenos, bellos, interesantes, porque sus vidas están lejos de los ideales propuestos. El presente libro examina lo que ocurre con el sujeto en tiempos de neoliberalismo: los nuevos síntomas psicológicos que padece, cómo percibe su vida, la relación que tiene con la sociedad que lo rodea, cómo experimenta el trabajo, el amor, la paternidad y su manera de reflexionar acerca del futuro. El libro consiste en una selección revisada de las columnas que la autora publicó durante los últimos años en el suplemento de los sábados del diario Delo. El objetivo de estos textos es reflexionar acerca de hacia dónde vamos los sujetos como sociedad, ante qué dilemas cerramos los ojos y por qué muchas veces el desarrollo parece una carrera en el lugar.
Después de la crisis económica de 2008 era esperable que hubiera una mayor reflexión acerca de la dirección hacia donde tiende la sociedad contemporánea, acerca de las trampas del neoliberalismo, de los caminos para disminuir las desigualdades económicas y para impedir nuevas crisis en el futuro. Pero ocurrió lo contrario. El neoliberalismo dominó aún más el mundo, la desigualdad económica va en aumento; en lugar de reflexiones profundas tenemos una andanada de discursos de odio, de noticias falsas y una ignorancia creciente. Mientras tanto, por un lado cerramos los ojos para no ver hacia dónde va nuestra sociedad, y por el otro esperamos desentrañar el problema de la subjetividad en el ámbito del cuerpo humano. Los nuevos descubrimientos científicos en el campo de la genética y la neurología alientan la idea de que en el futuro vamos a tener cura para algunas graves enfermedades, pero a la vez abren nuevas posibilidades de control social y nuevas formas de exclusión.
Este libro intenta ser una reflexión sobre un tiempo que busca respuestas rápidas y al que no le gustan las preguntas. Los textos reunidos dan cuenta de una serie de problemas ante los cuales nos encontramos como sujetos y como sociedad. El desafío del lector o la lectora es continuar reflexionando por su cuenta sobre este tipo de problemas. Tal vez corramos otra vuelta juntos.
La sociedad de consumo
Es interesante observar la forma en que los compradores ofrecen su tarjeta de crédito al vendedor en las tiendas caras. Los más ricos a menudo la lanzan con cierta indiferencia en dirección al vendedor, como si con ese gesto dijeran que el ritual del pago y la firma del papelito no significan para ellos más que una pérdida de tiempo. Los no tan ricos padecen una especie de contracción a la hora de entregar la tarjeta al vendedor, como si la mano que la ofrece quisiera y no quisiera entregarla, como si en realidad el comprador intentara retenerla. Si el ricachón se comporta como si el acto de pagar fuera algo en extremo tedioso, en el pobre aparece un sentimiento de culpa y su correspondiente vacilación. Cuando entrega la tarjeta, el pobre piensa por un momento cómo va a pagar lo que acaba de comprar. Se da cuenta de que cuando reciba el resumen de cuenta es probable que lamente la compra. Pero rápidamente se las ingenia para reprimir el sentimiento de culpa y más tarde encuentra las formas más variadas de negar la deuda.
En las últimas décadas, el capitalismo contemporáneo ha capitalizado ampliamente el poder de la negación. Toda lógica de consumo estaba vinculada a la creencia de que podíamos comprar algo hoy y pagarlo mañana. El consumidor medio en los Estados Unidos fue el primer estratega del uso de toda una serie de tarjetas de crédito que no esperaban de él el pago de la deuda, sino tan solo de sus intereses. A la vez, hasta la crisis económica ocasionada por el aumento del valor de la propiedad inmobiliaria, obtenía con facilidad un préstamo hipotecario suplementario. Así como las grandes especulaciones financieras están vinculadas con la previsión de futuro, también el pequeño consumidor vivía todo el tiempo en el futuro.
El cine de ciencia ficción sobre viajes al futuro despliega en diversos escenarios la representación del futuro en el presente. En las películas Volver al futuro y Terminator, los protagonistas son de pronto transportados al futuro. Puede ocurrir también que el sujeto, congelado en el tiempo, despierte en el futuro (por ejemplo, en Austin Powers), o que la película muestre alternativas posibles de futuro (por ejemplo, en Dos vidas en un instante). Este tipo de cine materializa entonces la ficción del futuro en el presente; la ideología del capitalismo contemporáneo, en cambio, elige otro camino cuando se trata de retratar el futuro: si se trata de deudas, en realidad hace de cuenta que el futuro no va a ocurrir. Aunque el sujeto endeudado sabe racionalmente que las deudas tendrán que pagarse algún día, la ideología lo persuade todo el tiempo de que eso no va a ocurrir.
El largo período en que —sobre todo para los consumidores estadounidenses— era suficiente con pagar los intereses de los préstamos fue creando lentamente la lógica de la creencia que el psicoanalista francés Octave Mannoni señala como “ya lo sé, y aun así...”. Se trata de la lógica que siguen los niños, por ejemplo, cuando se preguntan por la existencia de Papá Noel. Aunque por lo general descubren rápidamente que Papá Noel no existe, más adelante fingen que siguen creyendo en él para no decepcionar a los padres, que creen que ellos aún creen. (Una lógica un tanto diferente funciona en los niños que piensan que no existe Papá Noel pero desean la confirmación de los padres de que así es. Como los padres dudan si decirle al niño la verdad o no, se ponen como excusa que sea el mismo niño quien decida si Papá Noel existe o no).
También el sujeto endeudado se enfrenta a su propio dilema de la existencia de Papá Noel. Aunque sabe que está endeudado, se comporta como si no quisiera ofender a la ideología que todo el tiempo lo persuade para que se siga endeudando porque en realidad no va a tener que pagar las deudas. Bajo la influencia de la ideología del consumo se dice a sí mismo: “Ya lo sé, y aun así” o incluso empieza a caer en una especie de demencia por su estado financiero.
Los psicoanalistas que se ocupan de los casos de demencia observan que esta se atenúa en la edad avanzada. El olvido en las personas con demencia no está vinculado solamente al hecho de que no pueden recordar los hechos pasados, sino que también son menos capaces de reflexionar hacia delante. De modo que la demencia ayuda a olvidar el futuro y así a evitar el peligro de la mayor pérdida que debemos enfrentar en la vida: la propia mortalidad.