El crayón púrpura de Harold
Miércoles 24 de febrero de 2010
Cuando la imaginación puede ser peligrosa: Harold y el lápiz color morado es un libro en el que un niño vive las aventuras que su imaginación propone. Como siempre, además de la precisa lectura de Clara, no se pierdan el comentario final de sus hijas.
Por Clara Levin.
Harold y el lápiz color morado escrito e ilustrado por Crockett Johnson es de 1955. En 1995 Harper Arco Iris lo editó en español, traducido del inglés por Teresa Mlawer. Un libro sencillo, inolvidable y... morado.
La trama: El bebé Harold sale de paseo una noche con su crayón morado. Al no haber luna, Harold la dibuja. Dibuja también un camino, un atajo, un manzano, un dragón. Se asusta del dragón, el crayón tiembla trazando un mar, y Harold cae al agua. Dibuja un bote, una playa, un picnic, animales para comerse las sobras, una colina para encontrar su casa. Harold cae por el lado no dibujado de la colina. Dibuja un globo aerostático, una pista de aterrizaje y trata de regresar a su habitación. Dibuja una casa, un edificio, una ciudad, un policía... Pero no encuentra su casa. Recuerda que la luna siempre está en su ventana, entonces dibuja una ventana enmarcando la luna que dibujó al comienzo del paseo. Agrega una cama, una manta y se va a dormir.
Es un libro precioso por su sencillez aparente y su mensaje de independencia. Harold es un niño pequeñísimo, casi un bebé que resuelve sus deseos (las ganas de salir a pasear bajo la luz de la luna) y sus conflictos (se ahoga, se cae por un precipicio, no encuentra su casa) con un crayón y, principalmente, con el uso de la imaginación. La enseñanza es que todos los deseos, problemas o desafíos son posibles de concretar, resolver o encarar exitosamente con el buen uso de la imaginación. Y también que la capacidad de superar escollos está en uno, no es un elemento externo. Se debe tener confianza en uno mismo y ser perseverante. –Todas lindísimas lecciones bajadas sutilmente en un relato donde lo que prima es la aventura y la expansión de la imaginación.
Hay más. Harold y el crayón morado puede gatillar también otras reflexiones interesantes. Una tiene que ver con el potencial de la imaginación tanto para generar soluciones como peligros... Después de todo también es la imaginación de Harold la que lo lleva a casi ahogarse en el mar, caer por un precipicio y perder el camino a casa. Me parece una reflexión relevante. En la literatura infantil, el uso de la imaginación suele celebrarse, pocas veces se lo trata de manera negativa o con cautela. Salvo en los libros sobre el tema del miedo. Y sucede que son innumerables las circunstancias en las que la imaginación se puede tornar en contra de uno, por ejemplo cuando uno se “da manija”, “se bajonea”, se imagina monstruos o peligros, etc. Porque, tomando el ejemplo del monstruo (o el precipicio de Harold), sean o no reales los miedos, sí es real la emoción (miedo, etc) que suscitan. La imaginación es un arma de doble filo: capaz de generar problemas y, a la vez, liberarnos de ellos.
Volviendo a la realidad (o carencia de la misma) de las situaciones planteadas por Harold, podemos ver otro tema que el libro aborda o al menos sugiere. La filósofa Claire Bartholome sostiene en su artículo “Guidelines for Philosophical Discussion” (“Guía para una discusión filosófica”) que el tema profundo que subyace al relato de Harold y el lápiz color morado es una discusión acerca de la percepción de la realidad. Bartholome presenta argumentos que contraponen la óptica racional cartesiana con el empirismo de Locke... Una lectura más modesta de Harold como la mía puede al menos apreciar que el texto problematiza la barrera entre lo real y lo imaginario en tanto las cosas que Harold crea con su imaginación tienen un impacto sobre su realidad (ej. dibuja un mar y se ahoga).
Harold y el lápiz color morado es un libro económico. Las ilustraciones cuentan tan sólo con la figura de un bebé y un trazo morado. El estilo de Johnson es simple y frugal sin ser austero. Hay tres colores: líneas negras, las moradas del crayón y un sombreado gris. Pero es una simplicidad sólo aparente, porque en la ilustración hay dos niveles o una ilustración adentro de otra: la del autor del relato y las de Harold... (aunque por supuesto ambas están dibujadas por la misma persona).
Por su parte, el lenguaje del texto es coherente con las ilustraciones; es parco sin ser austero. Hay juegos de palabras en el idioma original (ej. el final) que son guiños de ojo al lector adulto.
Harold y el lápiz color morado tuvo tanto éxito que Johnson amplió la historia a una serie de 7 volúmenes con diversas aventuras del pequeño. Además el libro inspiró muchas y variadas creaciones. En 1959, David Piel hizo un corto de 7 minutos; en 1971 y 1974, Gene Deitch dirigió dos animaciones. Se hicieron documentales al respecto y en 2002, HBO produjo una tira de 13 episodios. Harold... también fue adaptada al teatro, al formato musical y figura en animaciones en Youtube. Hay hasta un juego de mesa con el personaje de Harold.
La primera vez que les leí el libro a mis hijas de 4 años, tuvimos este diálogo:
Madre: ¿Les gustó el libro?
Margarita: Me gustó el dragón. Era malísimo.
Catalina: Mamá, ¿los dragones existen?
Madre: Existen en la imaginación.
Margarita: Uuuuh, Harold tiene una imaginación malísima.