Cuatro libros para jóvenes adultos
Fuente: Paiki.org
Sandra Comino recomienda
Martes 30 de agosto de 2016
¿Dónde empieza y dónde termina la biblioteca para los lectores adolescentes? La escritora, investigadora y crítica literaria Sandra Comino recomienda cuatro títulos que hacen equilibro sobre ese límite elástico.
Por Sandra Comino.
La (en ocasiones) negada literatura juvenil suele verse como un lugar desprovisto de calidad que trata solo temas supuestamente cercanos a la adolescencia con un lenguaje “sencillo”, y que es habitada solo por personajes, a su vez, adolescentes. Muchos aseguran que, por definición, es únicamente aquella que les interesa a los jóvenes. Que “es eso” que no leen ni los chicos ni los grandes. En definitiva, algo que está ahí, en un borde, en una cornisa. Un hilo donde caminan equilibristas, arrinconada no solo en la librería.
He aquí cuatro novelas que rompen con esa delgada línea elástica.
Los ojos de la noche
Inés Garland
Loqueleo
Unas vacaciones de chicas en un pueblo del sur de Argentina termina en una aventura insospechada. Dalila se pierde en el bosque el día que sale a juntar moras y va a parar a la casa de una viejita. Ahí conoce a Tharo, por quien siente una gran atracción, y también a Zasiok, un hombre siniestro que mucho tiene que ver con el pasado de Tharo y sus padres.
Es una narradora en primera persona la que nos cuenta la historia, mientras se habla a sí misma. Pone sus saberes al servicio de sus miedos y construye (para ella y para nosotros) un mundo acogedor en la desprotección.
La noche, el pasado, aquello que sucede en el exterior, y lo que ocurre en el interior de Dalila; todo está envuelto por el suspenso. Hay grandes definiciones de estados de ánimo y peligros que el lector va intuyendo, y que fluyen al ritmo de los días.
Esta novela, editada para receptor juvenil, se incluye entre esos libros, como diría Ana María Shua, “escritos sin ninguna limitación. Buena literatura con ciertas características que la hacen más atractivas para los adolescentes. Buena literatura que no se vio limitada en el momento de su producción”.
Nicanor y la luna
Mario Méndez
SM Editorial
Un viejo de edad indescifrable espera a un editor para publicar con urgencia un original de hojas amarillas escrito a mano. El viejo se llama Nicanor y dice ser “hijo de Nicanor Madero, nieto y bisnieto de Nicanor Madero”. Y que, como no tuvo hijos, quiere dejar una historia que cuente la de sus antepasados tal cual se la narraron a él. Al editor, que se llama Sebastián, no le dice nada ese nombre, no encuentra ningún motivo interesante y trata de explicarle que la edición de un libro requiere de otros pasos, de otra presentación del material.
El libro en cuestión habla de un séptimo hijo varón que nació un día de mucha lluvia. Su madre fallece y su padre decide cerrar el rancho y dejar el lugar junto a sus seis hermanos. El recién nacido, Nicanor, es entregado a la lechiguana Jacinta, la misma que le había augurado buena vida al nacer, quien lo cría. Pero una maldición se puede materializar si él se enamora: los años pasan y ocurre lo que tiene que ocurrir. Por eso, Nicanor deberá comenzar un viaje hacia la difícil posibilidad de contrarrestar ese mal que cada luna llena le renueva, como ya sabemos les pasa a los séptimos hijos varones.
Son varias las historias que se despliegan en este libro: la de Nicanor, la de María, la de Jacinta, la de las creencias, la de un pueblo y la del editor. Lo más interesante es el registro con que se cuentan y, obviamente, la trama más atractiva es la de Nicanor: la del abandono, la amenaza, la perseverancia y el amor.
Un tal Bialet
Graciela Bialet
Raíz de dos
Aquí hay tres personajes que viven en tres siglos diferentes, cuyas voces entrañables nos llevan a distintos momentos de nuestra historia. En el siglo XIX, a la vida de Juan Bialet Massé, un constructor y académico quedó en la ruina por su inversión en el Dique San Roque. Víctima de maniobras políticas y económicas, estuvo un año preso; sin embargo, eso no hizo que abandonara la lucha por sus ideales y dejó un legado al mismo tiempo que un informe sobre las clases obreras argentinas en varios tomos, así como otros escritos. En el siglo XX, la historia es la del “indio”, un bisnieto de Bialet Massé, militante rebelde y revolucionario que padece la cacería sin tregua y sin fin, víctima del terrorismo de Estado y las persecuciones. Y es Micaela, en el siglo XXI, quien une las tres épocas: gracias a su habilidad en natación primero encuentra un hueso fosilizado en el fondo del río y luego un pedazo de émbolo. Con esos descubrimientos y unas fotografías logra bucear en una investigación que la llevará directamente a hacer indagaciones sobre la construcción del Dique e, indirectamente, a colaborar con el equipo de antropología forense por el hallazgo de cadáveres, tirados allí durante la última dictadura cívico militar.
Es verdad que cuando hay una novela bien escrita no importa la edad de los personajes ni de la del receptor. Por eso esta novela, que recupera la memoria y reconstruye la historia, es de lectura necesaria.
Lo más cruel del invierno
Chris Priestley
Norma
“El futuro de un niño siempre está en manos de otros; un niño es siempre impotente”, dice Michel, cuya vida de repente gira de manera trágica y depende absolutamente de las decisiones de los demás. Su padre muere en la guerra y es ese hecho, a su vez, el que salva la vida de Stephen Clarendon, quien se hace cargo del niño. Por ese motivo tendrá que ir a vivir a un castillo, donde ocurrirán hechos inexplicables desde antes de llegar.
Un secreto familiar, la descripción de un miedo constante, un paisaje lúgubre, habitaciones cerradas, una muerte sin develar, fantasmas… Se podrían seguir enumerando ingredientes de la novela clásica de terror gótico aquí. Michel será quien ponga luz sobre los muchos años de hermetismo en Hawton Mere, después de pasar días espantosos tras la muerte de su madre.
Podría parecer que lo más cruel del invierno es la orfandad de Michel, pero a medida que transcurre la historia son muchas las crueldades que padecen los personajes. Lo siniestro radica en cómo el entorno es “ingenuo” y la historia se va haciendo más tenebrosa porque un secreto contiene otro secreto. Los más afectados dudan de sí mismos, como en las historias de terror que parecen pesadillas. La escritura es deliciosa, lo que hace que también se escurra del género como las anteriores.