Por Virginia Ruano. Foto: Editorial Maravilla.

“Un lector es lo contrario de un autómata. Un lector hace un alto, desenchufa la máquina y se toma su tiempo para mirar y para pensar”, escribió hace unos años Graciela Montes. Sin dudas son palabras inspiradoras, bien podrían usarse como el epígrafe de un artículo o copiarlas en la cartelera de un aula o incluso en esas cocinas cancheras que tienen pizarrones, pero ¿qué tipo de acciones concretas podemos pensar y ejecutar en consonancia con esta frase? Quizás generar efectivamente espacios de lectura, donde la prisa cotidiana se detenga por un rato, y también animarse a propuestas diferentes, como leer géneros nunca visitados o escritoras y escritores desconocidos.

El próximo domingo se celebra un nuevo día de las infancias, probablemente una gran ocasión (otra más) para regalar un libro. La oferta editorial para chicos y chicas es variada y maravillosa, quizás un poco apabullante. Compartimos esta lista de recomendaciones que desde el principio sabe que se queda corta.

Todo lo que pasó antes de que llegaras, de Yael Frankel (Limonero)

Una suerte de diario, encantador y divertido, que escribe y dibuja un hermano mayor mientras espera la llegada de su hermano/a. En él le explica cosas (cómo medimos el tiempo), lo aconseja (no hay que caminar descalzo por la cocina si se rompió algo de vidrio), le presenta a parte de la familia (la tía Nancy y los hijos del señor con el que se casó) y también le reclama: “¿Cuánto falta para que quieras salir?”.

El borde del agua, de Ángeles Durini. Ilustraciones de Sabina Álvarez Schürmann (Los Libros del Lagarto Obrero - Editorial Maravilla)

El paisaje es un antiguo puerto, un barco está punto de zarpar. Los personajes entran en escena. El ruido se acrecienta: los gritos de los vendedores, la sirena del barco, los baúles que de desprenden de las grúas. Una niña se separa de su madre y las máscaras se caen: la amabilidad de las primeras escenas esconde algo más.

Hasta acá pareciera ser un cuento o una obra de teatro, pero estamos frente a un poema narrativo (o un guion, en palabras del Lagarto Obrero), tan original como atrapante.

El formato apaisado recuerda a las viejas historietas, y las bellísimas ilustraciones en blanco y negro proponen una lectura paralela, que se va amalgamando con el texto. Menester es mencionar la coda imperdible del Lagarto Obrero, en la que nos comparte su lectura y nos regala algunas pistas.

Louis entre fantasmas, de Fanny Britt e Isabelle Arsenault (Salamandra)

“Mi padre llora”, esta es la primera línea de esta bellísima novela gráfica. Los padres de Louis, un preadolescente tímido y obediente, se acaban de divorciar. Él y su divertido hermano menor comienzan a vivir algunos días con la madre, algunos días con su padre. Louis sabe que esos días su madre se queda muy preocupada: el padre está deprimido y es alcohólico. Pero su mayor problema, que solo comparte con su amigo Boris, es otro: ¿De dónde sacar el valor suficiente para hablarle a la chica más linda de la escuela de quien está enamorado desde que eran pequeños? 

La fragilidad de las personas adultas es un tema tan complicado como necesario, y las autoras de esta premiada novela gráfica lo abordan con franqueza y sin golpes bajos. Las maravillosas ilustraciones de Isabelle Arsenault transmiten eso que a veces no se puede contar con palabras y por momentos son un respiro en medio de una historia difícil, pero luminosa e inolvidable. 

 Una gran familia, de Santiago Ginnobili y Guido Ferro (iamiqué)

¿Por qué no podemos volar? ¿Por qué algunas personas se parecen más que otras? ¿Por qué tenemos cinco dedos? Este libro es para las y los lectores que alguna vez se hicieron este tipo de preguntas. Aunque pensándolo mejor también es para los que quizás nunca se lo preguntaron mucho, porque una vez que leés una de estas preguntas las otras aparecen solas, se multiplican, son contagiosas.

Una historia fascinante, ni más ni menos que la historia de la vida, y también una biografía breve de Charles Darwin, que va apareciendo a lo largo de la toda la narración. Una mención especial a las divertidísimas ilustraciones de Guido Ferro, que no solo proponen escenarios imaginarios, sino que también acompañan en el momento de sistematizar lo investigado.

Mvsevm, de Javier Sáez Castán y Manuel Marsol (Fulgencio Pimentel)

Estamos frente a un libro silente. Las ilustraciones muestran a un viajero al que se le descompone la camioneta y decide entrar en una casa perdida en medio de una colina. Enseguida descubrimos que se trata de una suerte de museo y los hechos más inexplicables, y por momentos atemorizantes, comienzan a encadenarse. Las referencias cinematográficas y plásticas empiezan a aparecer tímidamente y las lecturas se multiplican.

Un libro imperdible para disfrutar a cualquier edad. Está chequeado: en cada nueva lectura, seguro aparece un elemento que antes no vimos.