"Una ficción siempre es una mentira que se sabe mentira"
Barbara Cassin sobre ficción, gran relato y storytelling
Jueves 21 de abril de 2022
"El storytelling es la compensación por excelencia al miedo que suscita el fin de los grandes relatos, un sustituto. La narración tranquiliza porque hace que los hechos pierdan su contingencia". Tomado de Cómo hacer de verdad cosas con palabras (El cuenco de plata) de la filósofa y filóloga nacida en París en 1947.
Por Barbara Cassin. Traducción de Silvio Mattoni.
Lyotard es el nombre del fin de los grandes relatos. Este último es efectivo y se constata todos los días. En mi opinión, es una conquista y un avance. Lo que no impide comprobar simultáneamente la resiliencia de esos mismos grandes relatos, y hasta su reinvención constante, los fundamentalistas obligan.
Pero no porque se rechace un gran relato nos condenamos a “contar cuentos”, en el doble sentido muy pertinente del francés.51 Cuando se imputa el fake al final de los grandes relatos, se olvida el storytelling –la exhortación narrativa, la narración, el omni-relato al que deben generalmente plegarse para ser entendidos aquellos mismos que realizan el fact-checking. 52 La relación entre el omni-relato y el fin de los grandes relatos, en mi opinión, es la siguiente: el storytelling es la compensación por excelencia al miedo que suscita el fin de los grandes relatos, un sustituto. La narración tranquiliza porque hace que los hechos pierdan su contingencia –algo que no dejó de subrayar Arendt cuando habla de Karen Blixen, por ejemplo, y de la reconciliación con lo real (y la history) por medio del relato (story). Pero el storytelling, a diferencia de la ficción, cuento, relato o novela (recordemos el “Soy una narradora, nada más que una narradora” de Blixen), enturbia el carácter ficcional de la ficción. No solamente hace pasar la ficción por hechos como toda ficción que se respete, también hace pasar las verdades de hecho por ficción y las torna plásticas.
Una ficción, tanto los de Karen Blixen como las de Borges o las de Luciano, no contiene necesariamente indicios ficcionales que la exhiban como ficción. Puede incluso asumir el aspecto de un fake. Pero una ficción siempre es una mentira que se sabe mentira; para decirlo de la manera más exacta, en griego, donde el asunto fue tematizado por la segunda sofística: un plasma es un pseudos que se sabe pseudos. 53 Lo que me parece decisivo entonces es el siguiente dato insoslayable: toda ficción está a la espera de buenos lectores. Al fin y al cabo, la ficcionalidad exige la krisis, discernimiento, cultura y gusto.
La alternative truth, como la ficción, se hace pasar por la “verdad de hecho”. Pero es una mentira que niega su estatuto de mentira y exige ser creída; más perversamente aún: ser creída, ya sea creíble o no. Lo vemos ejemplarmente con Trump, pues el storytelling con él no oculta que se trata de una mentira, a veces grosera. Por lo tanto, es lisa y llanamente una mentira de autoridad.
Los lectores del storytelling deben dejarse llevar, son en primer lugar obedientes. “Si Lyotard, entonces Trump” olvida el storytelling y se equivoca de adversario.
NOTAS
51 En el original “raconter des histoires”, expresión que también puede entenderse en castellano, dado que “cuento” es tanto un relato como una historia no verídica [T.].
52 Personalmente hice la experiencia, para exponer una idea en la que insisto, de una conferencia TED (Technology, Entertainment and Design). Las conferencias TED son series de conferencias de formato breve (siete-ocho minutos aproximadamente), organizadas a nivel internacional por una fundación norteamericana sin fi nes de lucro, The Sapling Foundation. Tienen por objetivo difundir “ideas que valen la pena de ser difundidas” y ponerlas a disposición de todos en acceso libre, con un dispositivo de traducción participativa. Se preparan normalmente con la asistencia de un coach cuya primera recomendación es “storyteller”, porque de otro modo, al parecer, no hay posibilidades de interesar. Quienes me invitaron en Marsella, debido a que trabajamos el espacio que nos separa, se convirtieron en amigos.
53 Ver El efecto sofístico, op. cit., 3ª parte, “De pseudos a plasma”.