"La aspiración a ser deseable después de la muerte"
Viernes 10 de diciembre de 2010
Sergio Bizzio habla de su nueva novela: El escritor comido (Mansalva).
Por PZ. Foto: Julia Gutiérrez.
Sergio Bizzio es un escritor escondido: no participa en encuentros abiertos ni en festivales. Sus apariciones públicas se limitan a los recitales de Súper Siempre, la banda que formó junto a Alfredo Prior, Francisco Garamona y Alan Courtis. Con la salida de su nueva novela, El escritor comido (Mansalva) le propusimos una entrevista que, fiel a su estilo, aceptó sólo si se hacía por mail. Durante varios días fueron y vinieron mails, con preguntas, aclaraciones y repreguntas: una "entrevista artesanal" como él mismo la bautizó.
--El escritor comido --explica Sergio Bizzio-- cuenta la historia de Mauro Saupol, un escritor muy exitoso, muy rico y muy mediocre, que finge su muerte para ver qué se dice de él. Pero algo sale mal, algo se complica, y no puede volver a ser el que era. No puede volver a "la vida". La novela empieza en una pequeña ciudad del Brasil, sigue en la selva del Amazonas y termina en Venecia. El personaje pasa de vivo a muerto, de autor famoso a perfecto desconocido, de la ciudad a la selva, y de varón a mujer. Esos cambios de escenario y esas transfiguraciones se corresponden también con un cambio de géneros en la novela: de la novela de aventuras a la novela fantástica y al drama. Saupol es un autor de best sellers que se venden en el mundo entero como pan caliente. Sus libros están construidos con lugares comunes de corte espiritual y a partir de pequeños robos y saqueos. Así que me gustaba la idea de contar su historia a través de "versiones" de otras obras. Las principales son Impresiones de Africa, de Raymond Rousell, En el corazón de las tinieblas, de Conrad, y Muerte en Venecia, de Thomas Mann.
¿Por qué ellos tres?
Eso es algo que no puedo decir, y no porque no quiera: porque no lo sé. Raymond Roussel cuenta en Impresiones de Africa una historia de amor entre una mujer y un oso. Yo cambié al oso por un tigre. Esa historia de Roussel es la primera re-versión de El escritor comido. La segunda es En el corazón de las tinieblas. El amante de la ahora "viuda" de Saupol sospecha que Saupol no ha muerto y organiza una expedición al Amazonas para encontrarlo y revelar su estafa. En la expedición viaja un periodista joven, llamado Gil, que será el encargado de escribir un libro narrando la historia, un libro con el que ambos planean hacerse ricos. Es la búsqueda del coronel Kurtz, por supuesto. Y después está Muerte en Venecia. Ahí cambié la peste por el carnaval. O dicho de otro modo: la peste es el carnaval. Ahora los veraneantes (traficantes de armas europeos, aristócratas del Este) huyen del carnaval, que las autoridades han decidido replicar para consumo del turismo. Pero en realidad hay muy poco de la novela de Mann, aparte del escenario y de la situación general. Por empezar no digo casi nada sobre el trance psicológico del personaje, cuando el trastorno de Aschenbach en Muerte en Venecia es central. En mi novela Saupol apenas si aparece, y con otro nombre. Está siempre de fondo. No hay Tadzio sino dos chicos rusos y una chica inglesa de quince años a la que ellos apodan Whatapity y que yo me imagino malísima, bellísima, putísima e inteligentísima. Y en los ratos que el sexo y las drogas les dejan libres, los tres leen el libro que efectivamente Gil escribió sobre Saupol.
Dan Brown, Paulo Coelho: ¿el referente de Saupol es alguno de ellos?
Ninguno, y todos a la vez. También podríamos agregar al cóctel algún argentino, algún español...
¿Por qué el personaje es brasileño?
Por una razón geográfica: necesitaba que estuviera cerca del Amazonas. Saupol tenía que hacer un viaje en avioneta y caer en el Amazonas. Y el portugués debía ser su lengua de origen, por supuesto, porque tenía que ser muy conocido en su país y, a partir del momento en que decide hacerse pasar por muerto, estar siempre en peligro de que alguien lo vea y lo reconozca. Y el fraude se desmorone.
¿Por qué el habla de los personajes (brasileños, rusos, ingleses) es tan argentina?
Bueno, ahí no tuve opción: soy argentino.
¿Qué importancia le das al humor en la historia?
A veces ninguna y a veces mucha, y no sé de qué depende. A veces, mientras escribo, me río a carcajadas, y después, cuando releo o cuando corrijo, no entiendo qué es lo que me causó tanta gracia. Pero estoy de acuerdo con algo que decía Barthes: "El arte es ruptura del tedio".
¿Qué tipo de lectura te molestaría?
Ninguna. Me gustaría que se lea el recorrido del personaje y sus acciones como el recorrido de su pensamiento.
¿El escritor comido tiene algo de Enoch Soames?
Sí, es verdad. No creo que mi relato tenga mucho que ver con el de Max Beerbohm, pero sí los personajes. Es verdad. Saupol tiene algo de Soames: la aspiración a ser deseable después de la muerte. Ese deseo puede ser una fuente inagotable de comicidad, y también de dramatismo. Enoch Soames es a la vez un relato cómico y dramático. Claro que Soames es arrogante, apagado, un mal poeta de la categoría de los malditos, y Saupol es chispeante y feliz. Lo tiene todo. Sin embargo los dos hacen la misma operación: Soames le vende el alma al diablo a cambio de un viaje a una biblioteca del futuro para ver si sus libros todavía existen, y Saupol se hace pasar por muerto para ver qué se dice de él. "Destrúyete, para transformarte en el que eres", decía Kafka con ese humor tan típico suyo. Pero Saupol no quiere ser el que es. Saupol es moderno: lo único que quiere es saber cómo lo ven. Es una pequeña diferencia. Soames vive en la época de la mitología del escritor eterno. Saupol es contemporáneo y eso ya no le importa. De hecho, su interés por el futuro no va más allá de un par de semanas. En el fondo ni siquiera le importa su obra. Le importa su propia persona, su imagen. Y eso, tan común en un montón de escritores actuales, se termina convirtiendo en un infierno, en una verdadera pesadilla. Ahí empieza la novela.