"Editamos libros porque nos interesa intervenir el campo cultural"
Diego Zúñiga, por Editorial Montacerdos
Viernes 08 de mayo de 2020
"La industria editorial argentina es un campo que admiramos mucho y con el cual creemos que tenemos varias sintonías", explica uno de los integrantes del trío editor que comanda el sello chileno, ahora disponible en Argentina gracias a Big Sur.
Nacida el año 2012 como una iniciativa entre los escritores Juan Manuel Silva, Diego Zúñiga y Luis López-Aliaga, Editorial Montacerdos es uno de los sellos más valorados por los lectores al otro lado de la cordillera por su catálogo dinámico y potente. Pueden hacer convivir allí desde a Lafcadio Hearn con Mariana Enríquez o a Virginia Woolf con Juan Cárdenas, y en esas interacciones se cifra su vocación exploradora.
Enviamos algunas preguntas por correo electrónico para conocer más de su trabajo ahora que la distribuidora Big Sur hace llegar sus ejemplares a nuestras tierras. Tocó que las responda Diego Zúñiga, además de editor autor de libros como Racimo y Niños héroes.
¿Cómo decidieron armar Montacerdos y por qué eligieron el nombre, alusivo a la novela de Jara? ¿En qué los representa?
Estuvimos mucho tiempo buscando un nombre para la editorial, sin llegar a acuerdo, hasta que se nos apareció la novela de Cronwell Jara, que a los tres socios fundadores nos gustaba y nos gusta mucho. Sentimos que ése era el tipo de libro que queríamos publicar: una novela tan hermosa como incómoda, tan secreta como necesaria. Cuando pensamos en ese libro, no nos demoramos nada en decidir que así se llamaría nuestra editorial.
¿Cómo diseñaron el catálogo, la estructura?
Por una parte, queríamos publicar narrativa chilena, autores jóvenes, primeros o segundos libros, apostar por proyectos que nos interpelaran. Y por otro lado, teníamos un interés importante en empezar a hacer circular una serie de autores latinoamericanos cuyos libros no se conseguían en nuestro país y que nos parecían importantes. En ese sentido, que debutáramos con una antología de relatos de Mariana Enriquez iba a marcar nuestro camino. Después vinieron libros de Federico Falco, Liliana Colanzi, Margarita García Robayo, Fernanda Trías, Sergio Galarza, Selva Almada, Marcelo Cohen, Verónica Gerber, Jazmina Barrera, Juan Cárdenas y muchos otros autores cuyos proyectos hoy circulan de una manera más fluida por nuestro campo literario.
¿Cómo dialoga su catálogo con la literatura argentina contemporánea? ¿Por qué se interesaron en hacer llegar los libros aquí?
Después de publicar autores chilenos y latinoamericanos, empezamos a indagar también en traducciones y sentimos que nuestro catálogo ya tenía una forma como para buscar lectores más allá de nuestras fronteras. La industria editorial argentina es un campo que admiramos mucho y con el cual creemos que tenemos varias sintonías. No por nada una buena parte de nuestro catálogo está conformada por autores de allá.
¿Cómo piensan a la literatura, qué función si alguna le asignan o qué concepción de literatura si alguna querrían destruir con sus acciones editoriales?
Podríamos aventurarnos en dar una respuesta bien engrupida y afectada, pero creo que este nuevo contexto social y político que vivimos en Chile ha dejado fuera de juego a cualquier discurso rimbombante y pretencioso. Es decir: hacemos los libros que podemos y que, por fortuna, coinciden con los libros que queremos hacer. Somos un equipo con gustos diversos, por lo que no nos resulta sencillo ponernos de acuerdo. Pero nos da alegría y orgullo publicar un libro como Irrupciones, de Levrero, por ejemplo. De eso se trata todo.
En este contexto de emergencia chilena, ¿qué valor le dan a los libros? ¿Por qué encuentran importante seguir reuniéndose a editarlos y pensarlos en instancias como, por ejemplo, la Furia del Libro?
Nos parece importante hacer circular ideas, sensibilidades, experiencias, hoy más que nunca. Editamos libros porque nos interesa intervenir el campo cultural —que es un campo político: un campo de batalla donde resulta importante discutir, dialogar, pensar. En ese entramado, los libros son un elemento imprescindible.
En ese sentido, ¿por qué leer?
Por la libertad, el goce y las ideas.
¿Cómo piensan a los y las lectoras y lectores?
Como personas con las que nos tomaríamos una cerveza, una tarde de verano, en una terraza, para capear el calor.