“Confiamos en los libros y su poder transformador"
Lunes 09 de diciembre de 2024
Fundado en una librería montevideana, el sello publica imprescindibles como Mario Levrero y Armonía Sommers y explican: “El espíritu del catálogo es que convivan las voces consagradas con las más nuevas”
Por Valeria Tentoni.
Primero hubo una librería, una pequeña librería pensada “a escala humana”, al decir de sus dueños, y después hubo una editorial. Fundada en 2011 en La Lupa libros, editorial Criatura se ha consolidado desde entonces como un sello imprescindible del ecosistema editorial uruguayo, publicando a clásicos como Mario Levrero y Armonía Sommers, autores como Dani Umpi, Inés Bortagaray, Lalo Barrubia o Leo Masliah. “Nos definimos como un proyecto independiente, por la naturaleza e identidad del emprendimiento y por el origen de nuestros recursos y financiamiento. Hemos aceptado el desafío de editar, bajo el compromiso de que prime la calidad en la selección de nuestras publicaciones, con un profundo respeto y cuidado tanto por el autor como por su trabajo, así como nuestra responsabilidad ante la sociedad como proyecto económico autosustentable", explican.
Narrativa, infantil, juvenil, teatro, arte y ensayo: Criatura tiene un catálogo expansivo con diseño claramente identificable y un especial cuidado en cada publicación.
Enviamos algunas preguntas a su editora (junto a Alejandro Lagazeta) Julia Ortiz, para que nos cuente más de este sello que llega a Argentina vía la distribuidora Big Sur y se ha ganado un lugar de importancia en las librerías locales.
¿Cómo surgió la idea de armar Criatura en el contexto de una librería, La Lupa?
En el año 2011 yo trabajaba como librera en La Lupa. Junto con Alejandro Lagazeta, el dueño de la librería, vimos el espacio para hacer libros uruguayos de calidad, que aportaran de manera que considerábamos relevante a la conversación editorial del momento. La idea de editar empezó con mucho entusiasmo y seis títulos de lo más diversos, con los que empezamos a explorar —en el ensayo y en el error— este hermoso camino de la edición independiente. En aquel octubre lanzamos conjuntamente las seis novedades del año, con una fiesta, y por un tiempo mantuvimos la costumbre de lanzar seis novedades en primavera y seis en otoño.
¿Cuál era el contexto editorial en Uruguay en ese momento y cómo han ido cambiando las cosas en estos quince años?
En estos quince años mucho ha cambiado en el mundo editorial, no solo en Uruguay. En el panorama local había muy pocos sellos nacionales. Como pasó en la región, la llegada de las multinacionales en los noventa parecía haber dejado poco espacio para la producción local. La proliferación de editoriales independientes que se había disparado en Argentina en la crisis de 2002 no se había replicado en Uruguay, así que en la segunda década estaban los sellos históricos, y muy pocas alternativas nuevas. Por suerte eso ha cambiado y hay cada vez más editoriales locales, lo que contribuye a la conversación y fortalece el mercado. Uruguay es un país con gran tradición lectora, hay muchísimas librerías y sobre todo mucha inquietud creativa. La cantidad de manuscritos espontáneos que recibimos por semana estoy segura de que rompe todas las estadísticas en relación con la cantidad de habitantes. Me alegro de que surjan nuevos proyectos editoriales todo el tiempo y que las obras puedan encontrar a sus lectores y lectoras.
También son muy dinámicas las preocupaciones desde el punto de vista de la producción. Cuando empezamos, solo se hablaba del libro digital como gran amenaza al papel, una amenaza que quedó en eso… Hace quince años la impresión digital no había evolucionado lo suficiente como plantearse como alternativa al offset, ahora, sin embargo, cada vez más mejora su calidad y la accesibilidad de sus costos. Atravesamos también la pandemia que conllevó una gran crisis del papel, desestabilizó los puntos de ventas y modificó los hábitos de quien lee en formas que todavía falta perspectiva para que podamos analizar.
En Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República se acaba de fundar un Área de Estudios Editoriales. De momento la carrera que se ofrece es la Tecnicatura Universitaria en Corrección de Estilo, pero el plan es desarrollar el área para contribuir desde la academia a la profesionalización del sector editorial. Confío en que, desde ese lugar, en el que soy parte del equipo docente, se pueda también fortalecer la industria editorial local, que es lógicamente pequeña por su contexto, pero enorme en conocimientos acumulados.
Circe Maia, Armonía Somers o Mario Levrero son algunos de sus autores insignia, ¿cómo es el trabajo de selección de autores y qué responsabilidad sienten al publicar a autores como ellos, por ejemplo?
La de así llamados rescates es solo una línea de trabajo de Criatura, pero el espíritu del catálogo es que convivan las voces consagradas con las más nuevas, por eso, así como tenemos Tres novelas longevas de Felisberto Hernández o Amor libre, de Roberto de las Carreras, acabamos de publicar Carnada, la primera novela de Eugenia Ladra, en una serie de varias primeras novelas uruguayas (Gabriela Escobar, Leonor Courtoisie, Lourdes Rodríguez Becerra, Gonzalo Baz o Rafaela Lahore, por nombrar algunas) que son también insignia de la editorial.
Tanto Destrucciones, de Circe Maia, como La mujer desnuda, de Armonía Somers, tienen la intervención gráfica de las ilustraciones de Caro Ocampo. En ese sentido, creemos que resignificar las obras y la (re)presentan a los nuevos públicos. En el caso de Destrucciones la ilustradora hizo una búsqueda artística en su álbum fotográfico familiar, generado un recorrido narrativo visual que complementa los textos de Circe sin invadirlos y genera una obra global nueva.
Nos parecía importante que autores emblemáticos de Uruguay estuvieran disponibles en ediciones locales y siempre estamos en la búsqueda de esos libros imprescindibles que por algún motivo van quedando fuera de circulación. Es también una alegría poder editar a Mario Levrero, en especial la edición conmemorativa de La ciudad que presentamos en la FED en una tirada única por el 300 aniversario de Montevideo, ilustrada por Alfredo Soderguit.
El catálogo de Criatura avanza por distintos géneros: narrativa, infantil, juvenil, teatro, arte y ensayo. ¿Cómo se distinguen estas líneas y cómo se cruzan?
Ya desde los primeros seis títulos publicamos en todos los segmentos y en varios géneros: Mi pequeño mundo porno (teatro), de Gabriel Calderón con ilustraciones de Sebastián Santana; Injuria (primera novela), de Apegé; No huiré de mi vida (novela juvenil), de Gabriela Armand Ugon; El vestido de mamá (álbum ilustrado), de Dani Umpi y Rodrigo Moraes; El porqué de cada cosa, de Luciano Saracino y Aleta Vidal (álbum ilustrado) y Grántico Pálmani Zum (ilustración), de Levedad. O sea que nunca nos pensamos de otra forma, desde el principio pensamos en entrar en la conversación que es la plaza editorial local desde varios ángulos. Fue después que empezamos con la serie de textos ya editados con intervenciones de ilustración, o con la serie de canciones ilustradas con música, que vinieron a traer una dimensión más a la experiencia del libro ilustrado. No vemos colecciones claras ni compartimentos estancos, todo el catálogo dialoga y hay temas que se repiten y atraviesan los géneros, como ahora mismo es claro con la ciudad de Montevideo, que es la excusa para una edición especial de La ciudad de Mario Levrero, pero que tiene una fuerte presencia en Estokolmo, de Gustavo Escanlar, en Pegame que me gusta, de Lalo Barrubia, en La casa de enfrente, de Alicia Migdal o en Irse yendo, de Leonor Courtoisie; todas novelas de diferentes generaciones y enfoques que es una alegría que coincidan en Criatura.
¿Qué pueden decirnos de su vínculo con Argentina? Participan de la Feria del Libro en el Stand de Los Siete Logos, participaron de la FED y también los distribuye activamente Big Sur. ¿Cómo piensan su llegada al país vecino?
La presencia en Argentina es parte de nuestra identidad como editorial. Llegamos desde el primer momento a Buenos Aires, con los libros en las mochilas, y las librerías nos recibieron con mucha generosidad. Siempre insisto en la generosidad de las librerías porteñas, porque en un mercado con una oferta increíble, floreciente de editoriales locales, es hermoso cómo tienen el interés y la apertura para recibir a un sello extranjero desde el principio, cuando éramos desconocidos. También de las editoriales, con quienes compartimos stand en la Feria del Libro, primero con Sólidos Platónicos y luego con Los Siete Logos, con grandes casas editoriales con las que es un honor compartir espacio. En la FED participamos también desde el inicio, y nos vimos crecer, a la feria mucho más, claro, ya que se volvió un fenómeno cultural de la región.
Hace ya varios años que imprimimos en Argentina, que fue la manera que encontramos de hacer disponibles nuestros libros para lectores y lectoras argentinas de forma accesible. Tenemos una buena parte de nuestro catálogo en distribución en Buenos Aires y vamos imprimiendo año a año algunas de las novedades en simultáneo en las dos orillas. Nos sentimos muy bienvenidos, tanto por librerías y editoriales como por el público.
Se definen como una editorial independiente y autosustentable. ¿Qué idea de independencia los representa, en qué sentido?
La cuestión de qué es ser independiente sigue siendo un punto ciego en la edición. La verdad es que las editoriales somos parte de un complejo sistema que involucra entre otros a librerías, distribuidoras, autores, y por supuesto que dependemos de los lectores y lectoras, que son quienes hacen a la editorial autosustentable, es decir, que paga las cuentas con sus ventas, así que es difícil definir eso de la independencia. En nuestro caso no aplicamos a fondos del Estado para editar, por ejemplo, porque pensamos que es parte de nuestra definición de independencia, pero entiendo que no todo el mundo lo vea igual. Más que de independencia me gusta la idea de autodeterminación, somos una editorial que toma sus propias decisiones, y esas decisiones no tienen que ver con asuntos financieros sino meramente literarios, estéticos.
¿Por qué apostar a hacer libros? ¿Qué valor le dan al libro?
Es una idea muy romántica, y uno de los mayores pecados del mundo literario es ser cursi. Pero lo seré: Si los libros te sirvieron de trinchera y de hogar, el trabajo de editarlos consiste en pasar esa experiencia luminosa de la mejor manera posible. Es como una cadena de favores, vos recomendás este libro que te partió a la cabeza a tres personas y ellas lo recomiendan a otras tres… y así sucesivamente. Pero desde la editorial se lo podés recomendar, para empezar, a mil personas. Después está la realización material, porque el libro es también el soporte. En ese sentido cuidamos todo el proceso para que el objeto sea la mejor de sus versiones posibles, no solo en la edición, corrección y diseño editorial, sino también en los materiales de calidad, que son coherentes con la idea de que no hacemos libros de coyuntura, golondrinas de un solo verano, sino libros sin tiempo, que vuelven, que se releen, que se prestan una y otra vez. Además, para cada cubierta convocamos a una artista para que produzca un original que dialogue con el texto, de modo de generar una nueva y única obra. Confiamos en los libros y su poder transformador.