Nueve preguntas

Nueve preguntas a Claudia Sobico

Cuestionario fijo

Nueve preguntas a Claudia Sobico

 

1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Conservo algunos cuadernos y agendas de mi adolescencia. No los leo pero no quiero tirarlos. Poseen mi fascinación, secreta y temprana, por la palabra y la poesía. Páginas repletas de letras y dibujos: el abismo adolescente al espacio vacío. Contienen huellas de la curiosidad, la búsqueda, la pregunta, la insatisfacción continua y caprichosa. Mi revulsión a todo lo que limite. La inquietud por la escritura, un letargo que no despertaría hasta mucho después. También conservo un poema que mi papá le escribió a mi mamá cuando eran novios.

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?  

Los libros que más disfruto son aquellos que no pueden leerse de un tirón. Me gustan los que me obligan a cerrarlos porque hay un algo, un borde, que me acerca a un precipicio y ya no puedo seguir. Aquellos que me tientan a releerlos, por lo bello o tremendo de la historia o el lenguaje, y quiero volver a atravesar. Me gustan también los que me invitan a leerlos en voz alta, cierta música o juego con las palabras que va más allá de la semántica. El sin/sentido que se descubre a través de la sintaxis, la morfología, la fonología. Y siempre aquellos escritos desde la honestidad que se transparenta en la lectura. Esos libros fueron cambiando con los años, no podría mencionar uno. Creo que el primero que me produjo un disfrute inmenso fue Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, y algunos poemas de Neruda en mi adolescencia. En la actualidad podría mencionar tantos: Querido Miguel, de Natalia Ginzburg y Memorias por correspondencia, de Emma Reyes. Leo más poesía que narrativa. Una de las últimas poetas que me conmovieron: Inés Manzano.

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?

Lo mejor: sentir que existe un espacio donde puedo habitar, un refugio. Pero no refugio como espacio protegido, sino como aquel que me permite hacer lo que realmente me interesa. La literatura es para mí algo así como el LADO B de lo cotidiano.

Lo peor: (y lo mejor al mismo tiempo) partiendo de la base de que la literatura, y toda expresión artística en general, es generadora de pensamiento crítico, es decir, abridora de mentes y ojos, a veces no es tan fácil manejar eso que se ve, no sé bien qué hacer con todo eso adentro. Tal vez sea algo que se aprenda con los años o simplemente se atraviese.

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?

Tampoco podría mencionar uno. Creo que no soy una persona fanática. Dejo que las cosas lleguen, entren, modifiquen y sigan viaje. Sé soltar. Regalo, por lo general, algo que estoy leyendo o leí hace poquito y me gustó. Los últimos: poesía de Westonia Murray, La habitación alemana, de Carla Maliandi, Shunga, de mi amigo Martín Sancia. Regalo fragmentos que tipeo o fotos de páginas que me atraviesan. También grabo y regalo audios de fragmentos narrativos o poesía. Fragmentos de Enero, de Sara Gallardo, por ejemplo. Cuentos de Macedonio y poemas de Odette Alonso, Marina Tsvetáieva o Irene Gruss, entre tantos otros.

5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?

El caos. Podría ser uno de Massive Attack, uno de Die Antwoord, la cumbia de Gilda, la protesta de Calle 13, un tango de Goyeneche o Jorge Falcón, Beethoven. Lo último y novedoso para mí: folklore electrónico.

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?

En el cielo. La infinitud y el movimiento del color y las formas del cielo es para mí lo más hermoso. Tal vez se ajuste a mi deseo más íntimo: una realidad sin límite ni estructura establecida. Todo posibilidad y en construcción constante. Colores y formas innombradas. La inmensidad, la oscuridad y la luz como partes de un todo.

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?

Qué difícil, tantos y tantas. Emily Dickinson.

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.

Muchos, no sé ni cuáles ni cuántos. Mi método es poner mi nombre en la primera página y confiar en que será devuelto en algún momento. La confianza y la inocencia son una elección.

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?

No la ordeno. La ordené para la foto. Era necesario.

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