El título que disparó la charla
Lunes 06 de setiembre de 2010
Luiz Ruffato, Martín Caparrós, Cristian Alarcón y Julián Gorodischer discutieron sobre cómo hacer crónica sobre la desigualdad en Latinoamérica.
Por: MM. Fotos: Lucio Ramírez
La tarde del sábado en Malba el título del panel "En los márgenes de la memoria" sirvió de disparador para una parte de lo mucho que se dijo en el cuarto día de Filba. De entrada, Martín Caparrós dijo: “Me parece curioso que estemos en una charla que se llama así, cuando la memoria se ha reducido a esa especie de monosemia intolerable, sólo remite a una cosa. No hay memoria en los márgenes en el discurso político actual en Argentina. La memoria está en el centro.”
“A Caparrós la palabra memoria le produce tirria, a mí me la produce la palabra márgenes”, retoma Cristian Alarcón: “cuando hablamos desde los márgenes no consideramos que hay muchos que piensan que nosotros estamos en los márgenes”.
El brasileño Luiz Ruffato responde: “Hay una confusión entre pobreza y marginalidad: la clase media tiene una visión romántica de la marginalidad. Los pobres no son marginales, quieren lo mismo que nosotros queremos, trabajar y tener acceso a las cosas que les interesan.” Alarcón, autor de "Si me querés quereme transa" entre otros libros, dice: "estoy aburrido de los relatos de la pobreza, con los que trabajo y de los que cada vez más me cuesta enamorarme".
Julián Gorodischer, moderador atento, pregunta al brasileño Luiz Ruffato si se alimenta de los procedimientos de la crónica para realizar sus textos: si investigó, en dónde se metió para componerlos. Ruffato dice que, como hijo de padres obreros y analfabetos, entró a la literatura "como elección política" y que en ese mundo que decidió contar era el suyo propio.
Gorodischer hace referencia al auge de los productos que muestran la marginalidad en los medios en Latinoamérica y Ruffato dice: "subproductos horrorosos, fascistas". Sobre la representación de esos "márgenes" en los medios, asegura que en su país: "son pocos los escritores que salen de su situación, blanca e intelectual de clase media, para ponerse a hablar de los marginales". Caparrós contesta: “creo que aquí sucede lo contrario: en los últimos libros de ficción que leí no había ningún tipo que se levantara a las 6 de la mañana para ir a trabajar”.
Surge el tema de la crónica, y Caparrós arremete: “valía la pena sentirse cronista cuando era el último eslabón de los diarios, cuando significaba estar en un margen". Cristian Alarcón, por su parte: "en la crónica se juega el egoísmo natural de un escritor, que no quiere que lo que escribió sirva para envolver huevos al día siguiente". Alarcón cree que cada vez es más difícil escribir y publicar crónicas de largo aliento, porque hacerlo "cuesta tiempo, dinero", aunque "si hay algo que define el placer de hacer crónica es la persistencia", asegura y la charla sigue, y se aparta poco a poco del título que la motivó.