"Los poetas somos vagos"
Viernes 29 de noviembre de 2013
El poeta y editor Manuel Alemian habla sobre Oreja Tomada, la recopilación de sus poemas que acaba de publicar Eloísa Cartonera.
Por Walter Lezcano.
Manuel Alemian (1971, Capital Federal) es un hombre de una curiosidad expansiva: editor y redactor de Mientras se corta el césped, un revista que tuvo cuatro números y salió en el periodo 92/93; integrante, junto a Carlos Sibilla, de la banda de post-industrial Los dogos argentinos a la caza del cerdo mayor, que tuvo su existencia a lo largo de la década del 90; editor, al lado de su hermano Ezequiel Alemian, reconocido escritor y periodista cultural, en la editorial experimental Spiral Jetty; carpintero; fanático del automovilismo; y, por supuesto, un gran poeta que viene escribiendo, y publicando, desde hace más de veinte años en pequeñas editoriales.
Ahora, la editorial Eloisa Cartonera, como parte de los festejos de sus 10 años de existencia, acaba de publicar Oreja Tomada, todos los poemas. 1993/2013. Un libro generoso que tiene prólogos de Belén Ianuzzi, José Villa y el propio autor, escritos inéditos y otros inconseguibles, dibujos de Alemian, textos introductorios a cada libro y una entrevista hecha por Washington Cucurto.
Vale la pena leerlo. Y si este fuera un país serio debería figurar entre los mejores libros del año.
¿Cómo surge el libro?
Eloísa Cartonera cumplió diez años de existencia y querían hacer un festejo material. Entonces decidieron sacar obras completas de los que ellos llaman “Los amigos de la cartonera”. Son cinco libros: la poesía reunida de Darío Cantón, todos los poemas de Cristian Aliaga y el mío. Y quedan por salir las poesías reunidas de [Francisco] Garamona y [Pedro] Mairal. Todos libros gordos.
La obra reunida, desde afuera, parece tener una connotación canónica: de consagración o de repaso de todo un camino hecho. ¿Vos cómo vivís la aparición del libro? ¿Representa algún tipo de presión en algún sentido?
Yo no veo lo canónico. Ahora que lo decís lo pienso y me asusta un poco. Pero nunca lo había pensado así. Yo lo veía desde un lado más práctico: los libros que me fueron publicando a lo largo de estos años no están más en ningún lado y no se van a conseguir tampoco. Porque todos fueron de tiradas muy chicas y de una distribución azarosa. Entonces todo lo que yo escribí no se puede leer. En ese sentido me gusta que haya salido este libro. Con respecto a la presión me parece que con éste libro se ve todo lo que uno ha escrito y hay cosas que me llaman la atención. Por ejemplo, cómo cambió, no sé si llamarlo estilo, una onda de escribir, cómo fue mutando. [Washington] Cucurto me dijo que no sacara nada. Había unos poemas que no los quería editar. Pero, bueno, en el libro está todo. Incluso las poesías que no me gustan. Es una suerte de balance de lo que hice estos veinte años. Y Oreja Tomada forma parte de un continuo de escritura que sigue.
El libro tiene un formato interesante: introducciones tuyas a cada obra, textos de José Villa, Belén Ianuzzi, fotos, dibujos, una entrevista que te hizo Cucurto. ¿Cómo llegaron a esa construcción?
El libro tardó un año en hacerse desde que Cucurto me lo comentó hasta que finalmente salió. La idea de los autores que escriben sobre mis libros y la estructura fueron de La Cartonera.
Lo que más me costó a mí fueron los escritos de introducción a cada uno de los libros porque hablar del contexto en el cuál se escribió el libro es medio obvio y estúpido. Hay que poner un poco de historia y de estupidez para que suene divertido. La entrevista del final fue larguísima. Se extrajo solo una parte que es todo lo que no es literario en mí. Me gusta porque suma y muestra todo lo que yo soy además de escribir. Y me gustó que apareciera eso y no tan cháchara de literatura porque no me gusta hablar de literatura. Me aburro con eso. Con los libros tengo una relación muy especial: los leo, los disfruto mucho y se me van. No soy un estudioso de la literatura.
¿Eso hablaría también de tu relación con la escritura?
No, porque para mí la escritura es otra cosa porque tenés que trabajar y poner en funcionamiento el cerebro para relacionar cosas, usar la memoria, tenés que pensar un montón todo el tiempo. Con la lectura es un pensamiento inconsciente. Es una fantasía, ¿no? Me evado, me transporto a la sensación que me genera el texto.
Volviendo al contenido del libro: tiene un montón de inéditos.
Los últimos especialmente. Son cosas cortas, poemitas que igual funcionan como libros. Igual son de la extensión que se usa ahora: las plaquettes. Los poetas somos vagos.
Cuando tuviste el libro terminado y viste toda la obra, ¿cuáles fueron tus sensaciones?
Me llamó la atención lo parecido que eran algunos textos muy lejanos en el tiempo. Porque los libros van cambiando bastante. Y estos son como una vuelta, es muy sorprendente para mí.
Viendo el recorrido de los libros, ¿viste algún tipo de “evolución”?
Por ahí los veo en cuanto a las motivaciones. Igual no me gusta la palabra evolución porque suena a positiva y en la escritura no hay nada de eso. Al principio, recuerdo que cuando escribía estaba motivado por una excitación, una exaltación, algo muy vital. Y ahora me interesa el placer intelectual. Es un paso más allá de lo interesante y un paso más acá de lo emocionantes. Es cuando se juntan las dos. No es algo nuevo, lo busco hace bastante tiempo.
El libro tiene muchas formas de escritura.
Yo escribo como me salga. No me interesa la forma, no me interesa eso. Jamás en mi vida conté un verso. Sí juego con la música y la rima, pero una rima caprichosa. Aparte yo escribo de las cosas que me interesan, no de otras. Todos hacemos lo mismo, ¿no? Y en general son las cosas sobre las que vas aprendiendo algo.
¿Sentís que los temas que te interesan están por afuera de los intereses de los poetas actuales? ¿Cómo te ves en relación con lo que circula en la actualidad?
Sí, yo prefiero mantenerme al margen. La verdad es esa. No hago nada para forzar una diferenciación. Pero, sí, me doy cuenta que estoy diferenciado y me gusta eso. No me gustan los grupos, ni integrar nada con gente. Igual no soy un marginado: yo estoy adentro del grupo de gente que escribe poesía. Y una de las razones por las que escribo poesía es para que avance el tiempo. Como para hacer algo, ¿no? De todas formas yo escribo poco. Sin embargo, nunca tuve en mi vida ninguna otra constancia que la escritura. Significa que de lo demás hice menos todavía. Pero volviendo un poco a Oreja tomada, si este libro hizo algo en mí es frenar un poco la escritura de poesía. Me dio distancia y me llevó a otros géneros. En definitiva es todo lo mismo: una manera de contar lo que tengo ganas y me interesa. A veces pienso que si no me hubiese dedicado a la escritura por ahí hubiera terminado una carrera, con el riesgo de abandonar la poesía. Por otra parte me da mucho placer escribir, me dan ganas de seguir ese continuo de placer intelectual, y porque me gusta también que sea la principal actividad de mi existencia. En este libro se condensa la mitad de mi vida. Igual si encontrara otra actividad que me gustase más me dedicaría a eso. Pero no creo.