"A estas chicas se las puede salvar vivas"
Viernes 03 de mayo de 2013
Gabriela Cabezón Cámara e Iñaki Echeverría hablan de la novela gráfica Beya. Le viste la cara a dios (Eterna Cadencia Editora), una historia que aborda la red de trata de personas.
Por Patricio Zunini. Foto: Marcos Brindicci.
Cuando la gente de Sigueleyendo.es le pidió a Gabriela Cabezón Cámara un texto a partir de la historia clásica de la Bella Durmiente, ella pensó en “Beya”, una chica secuestrada a la salida de la casa que terminaba esclavizada en un prostíbulo infecto a la espera de una salvación cada vez más improbable y cada vez más violenta. Esa historia que primero fue un ebook y luego un libro de papel publicado por La isla de la luna tuvo, como su protagonista, una nueva transformación a través de Eterna Cadencia Editora: novela gráfica. El trabajo conjunto entre Gabriela Cabezón Cámara e Iñaki Echeverría reformula la trama con una carga de brutalidad y desamparo y se apropia de símbolos (como la Virgen de Guadalupe o los carteles de "Aparición con vida") que funcionan a la vez como denuncia y actualización. En esta entrevista, los autores cuentan cómo fue el trabajo para construir este nuevo libro, la recontextualización de los símbolos y los vínculos directos que la novela desarrolla hacia el caso de Marita Verón y la red de trata de personas.
¿Cómo se da el paso de libro escrito a novela gráfica?
Gabriela Cabezón Cámara: La reescritura es un trabajo de a dos. Yo hacía un guión base y luego lo discutíamos. Obviamente la idea es fuera una unidad, no un libro ilustrado. El relato está conformado por dos niveles: uno de lenguaje escrito y otro de dibujo. En principio, para en un guión hay que cortar y reescribir mucho. Aquello que puede ser muy rico en literatura, como las asociaciones relocas que no le vienen a la línea principal de la historia o las digresiones que a mí me encantan, no da en una novela gráfica. Es como cuando una novela se lleva al cine: es muy raro que en el guión pasen más cosas.
Iñaki Echeverría: Son dos universos distintos con un mismo fin, que es contar algo. La lógica es esa. Nos pusimos los dos atrás de una historia y buscamos la mejor manera de contarla cada uno en lo suyo.
El texto está escrito en octosílabos, algo que, ya alguna vez dijo Gabriela, tenía el objetivo de referirse al ritmo de la cumbia o de la gauchesca. ¿Cómo se transporta eso a la imagen? ¿Estaba esa propuesta?
IE: Beya no es una novela gráfica muy clásica. En realidad, la apuesta fue de trabajar con climas. Está laburado con blancos y plenos negros, eso genera un clima que pega bárbaro con el octosílabo porque el octosílabo tiene algo de rezo. Lo laburamos desde ahí.
GCC: El dibujo expresa otra cosa. Justamente al ser una unidad, lo que tiene una de sus partes no lo tiene la otra. El dibujo es estilizado, refinado. No apunta al grotesco. No sé cuál sería el equivalente al octosílabo en el dibujo, pero no me parece que el dibujo dé octosílabo. [Risas] Justamente, la idea fue que no se repitieran, que hubiera dos líneas que fueran contando paso a paso.
¿Son estrategias que hablaron antes de escribir? ¿Cómo fue el proceso?
IE: Nos fuimos metiendo a medida que trabajábamos. Tenemos mucha piel trabajando juntos. Como decía Gabi, el texto habla de algo y las imágenes están en otro lado: se está hablando de torturas y de golpe hay una imagen divina o están hablando de la merca y aparece el beso de Klimt.
Beya se apropia de ciertos símbolos muy identificados y los resignifica.
GCC: Se resignfican porque se pone en una situación especial. Cuando Juan de la Cruz dice “la noche oscura del alma”, en realidad está contando algo muy alegre y muy bonito. Pero desde el siglo XXI se puede hablar de un estado de alienación. Eso que tiene el peso de un ícono se refuerza por contraste.
IE: Algo que se refleja mucho en la literatura de Gabi y en mi dibujo es la voluntad de mezclar cosas, de jugar con los símbolos o con lo que uno va cargando. La literatura de Gabi está lleno de resignificaciones, de cambiar contextos.
Algo más es la apuesta por contar una historia fuerte sin correr el cuerpo.
GCC: No me parece que se pueda contar la tortura de un cuerpo sin nombrar las partes del cuerpo con los nombres que se les da habitualmente a esas partes del cuerpo. Y el dibujo relata eso pero de una manera muy sutil. Iñaki se corrió de cualquier posibilidad de porno duro, que era una posibilidad que no nos gustaba nada.
IE: Ninguno de los dos quería una cosa obvia. Me gustaba el contraste que se da entre texto e imagen. Si en el texto dice “poronga” yo quería mostrar una cara. Creo que ahí es donde logra el clima que digo. Con esos dos planos de lectura se va armando la totalidad.
En las reseñas que aparecen en distintos medios hay casi una relación directa entre Beya y Marita Verón. ¿A ustedes les interesaba promover esa vinculación?
GCC: Lo que recordé inmediatamente cuando me puse a escribir fueron las investigaciones de Susana Trimarco. Sin lugar a dudas, este es un libro que en algunos aspectos es deudor de aquellas investigaciones. Sabemos lo que sabemos por lo que investigó Trimarco (y que por cierto nunca lo investigó la Justicia). En ese sentido, es un vínculo directo con las investigaciones de Susana Trimarco. Pero Beya no es Marita Verón, no la representa, no cuenta su historia.
¿Les gustaría que el libro tuviera un eco político?
IE: Yo creo que no fue la intención, pero una vez que está terminado, uno dice que sí, que qué bueno sería que la gente que tiene que hacer algo se despierte con el libro.
GCC: Un puede hacer un libro desde su posición política más firme diciendo esto es lo que yo pienso. De ahí a que vaya a tener alguna incidencia en algo hay un abismo. Pero si se lo pudiésemos mandar a Cristina Kirchner para que se decida y termine con esto, yo le mandaría diez.
¿Cómo consideran la política de derechos humanos que se lleva a adelante y el lugar que se le da a la trata de personas?
IE: Qué es más inmediato: ¿sacar estas chicas de ahí, que todavía están vivas, o seguir identificar gente de los cementerios? Ni hablar que lo otro hay que hacerlo, yo he sido militante. Pero hay una cosa más inmediata que es que estas pibas están vivas.
GCC: Además que lo hacen personas diferentes: una cosa son los antropólogos forenses y otra cosa la policía. Acá hace falta una decisión política muy fuerte del Poder Ejecutivo. Pero tiene que ser una decisión muy fuerte porque con la prostitución hace caja la policía, sus amigos y socios civiles, sus amigos y socios del gobierno. La prostitución es un negocio infernal; creo que es el segundo o tercer negocio del mundo. Yo no diría que la política de derechos humanos está incompleta sino que es una hipocresía alucinante. Es reloco pensar que hay alguien a quien están violando y torturando todo el día y nosotros estamos aquí tan tranquilos. Sí: que haya justicia. Pero Videla preso no le devuelve la vida a ninguno de esos pibes. En cambio a estas chicas se las puede salvar vivas.