Literatura infantil y juvenil

Cinco libros para chicos y chicas de vacaciones

Recomendados de Sandra Comino

Las vacaciones de invierno ya comenzaron y en nuestra sección especial dedicada a la LIJ Sandra Comino deja una lista imperdible para cruzar el puente de frío: libros que despierten ganas de ir a buscar otro. Libros que despierten esas ganas de querer leer siempre. Hay para todas las edades y gustos, pasen y vean.

Por Sandra Comino.

La infancia, que a veces se transforma en el territorio del miedo, de la aventura, de las fantasías, tiene que estar llena de libros. Libros que desarmen esos miedos, que cuestionen, que aniden, acunen, incomoden, que estimulen la imaginación, que conmuevan, que nos hablen de todas las cosas y que nos recuerden las importantes. Libros que nos cuenten historias cotidianas o fantásticas, de nuestro lugar, de otros lugares o de no lugares. Libros para nada y para todo.

Libros que despierten esas ganas de querer leer siempre.

 

 

 

Esa mañana

Toño Malpica, ilustraciones de Luis San Vicente

Norma

Mangrufo, Leuklaya y una mañana donde los dos están tristes y distanciados. Cada uno recorre (muy a su modo) las vivencias del día anterior que desencadenaron el actual estado. La ilustración domina el espacio porque posibilita el ingreso del relato al mundo fantástico, y como consecuencia de esto introduce el humor.

El texto es bellísimo. Toño Malpica es un escritor mexicano, autor de otros com Margot, la pequeña, pequeña historia de una casa en Alfa Centauri, Había una vez un niño llamado Perico y Billie Luna Galofrante. Escribe teatro e integra la Banda del terrock (música de jazz/rock/pop) donde podemos escuchar (y bailar) El espejo en el ataúd y El robachicos, entre muchas divertidas canciones que integran el CD que acompaña el libro Pantoneando con la cosa Monstra (SM México) “grabadas en un cuarto del fondo del más allá” donde el mundo gótico es el leitmotiv.

 

 

Valentín solo en Sulu

Ana Méndez, Paco Gómez, O´Kif

Brote Editor

Para disfrutar este precioso cuento donde sopla un viento que agita las aguas del mar y muchos naufragan tenemos que conocer a Valentín. Tendernos en la orilla como él para gritarle "¡Hola!" a las olas y dejar que el mar nos arrulle, abandonar el vacío que tiene la noche porque seguro se puede llenar -no sólo de color, sino de peces juguetones que van a depararnos verdaderas sorpresas-.

El mar -y su aproximación con el sueño- nos lleva a cuestionar algunos miedos. Valentín viene de las aguas tranquilas de la panza de su mamá, luego “asomó al mundo y conoció otros mares”.

Si nos gustó este libro también están: Los mares de Valentín, Valentín y los caníbales, con más aventuras. Relatos para chicos con humor, ternura, mezcla de realidad y fantasía con una construcción de mundo desde el texto y con la imagen que O´Kif sella con complicidad.

 

 

El bosque dentro de mí

Adolfo Serra

Fondo de Cultura Económica

Si un libro tiene múltiples lecturas, El bosque dentro de mí, que es un Silent Book o sea un relato contado solo con imágenes, abre esa posibilidad y la multiplica. Por lo tanto, decir algo sobre el argumento es condicionar un poco aunque las infinitas proyecciones tienen, en estos casos, más permisos para “interpretar”.

Es una narración intensa que nos cuenta de un niño mirándose en el agua, un encuentro, un camino, el bosque, el andar, el vuelo, el cruce, la travesía, las miradas, el asombro, la pausa, el arribo o el descubrimiento de un lugar. El anonimato, el arraigo, el crecimiento, el regreso y el espejo. Como si la lectura fuera circular con ese final, el libro se puede volver a “leer” y reinterpretar o simplemente dejarse llevar una y otra vez para contribuir a una búsqueda y cuestionarnos acerca de la historia.

Ganador del XlX Concurso “A la Orilla del Viento” con un jurado conformado nada menos que por Maru Aguzzi, Diego Bianki y Gabriel Pacheco.

 

 

Maleducada

Silvia Schujer, ilustraciones de Gabriela Regina

Loqueleo

Siete cuentos, uno por grado de primero a séptimo, que surgen de recuerdos y son ficcionalizados nos trasladan a la escuela de la década del 60. Con situaciones que tal vez resulten lejanas (o en algunos casos muy cercanas) a la escuela actual, acontecen estas desopilantes historias donde brota el humor ya sea por el reflejo o lo que no se puede creer como por ejemplo: “Al formar fila en el patio nos exigían –con exactas palabras- que tomáramos distancia del compañero”.

Así, conocemos a la señorita Meri que está en primero desde hace veinte años. En segundo a María Luisa que tiene la cara plisada. A Teresita, la de tercero que es igual a Rita Pavone, a Ofelia, la nueva, en cuarto, “sólida y alargada como una estaca”, que no dura nada en el grado por hablar de política. En quinto, está Laura que fomenta la competencia. En sexto Angélica que no es muy exigente pero fanática de los actos y usa peluca. Y en vez de Marco, en séptimo, aparece Nely que le gusta que la llamen tía Nely. Con estas maestras se destacan Diéguez, a quien nadie quiere, Martita, la nueva, Carreño el bromista pero fiel a la hora de defender a los justos, entre muchos. La escuela está llena de complicaciones, prohibiciones, prejuicios y un sinfín de padecimientos contados con humor, desparpajo, ironía desde la mirada rebelde de una ¿maleducada?

 

 

La endiablada

Mempo Giardinelli, ilustraciones de José Sanabria

Comunicarte

La endiablada es una estancia, escenario de una historia que nos trae un narrador en primera persona que nos hechiza al relatar un hecho insólito casi diabólico que recuerda de su niñez. Guillermo y Neneko son dos Paraguayos dueños de la estancia en Formosa. Un día salen de caza en una avioneta. Hacen piruetas, para deleite de la peonada, hasta que caen.

A partir de allí la cadena de sucesos nos sumerge en varias sorpresas muy bien detalladas. Un relato que bordea lo siniestro, que juega con el terror. El tono lo lleva hacia el relato popular, con una tensión en el suministro de la información que naturaliza el drama muy común en el campo. Es un cuento ilustrado por José Sanabria y que sin dudas corresponde a esa literatura sin adjetivos, como diría María Teresa Andruetto, donde lo infantil o juvenil solo es una cuestión de edición porque es un cuento para todas las edades.

Un ritmo narrativo que lleva, donde se habla de la muerte con extrema llaneza. Pertenece a la colección Luz verde, recomendado por la editorial a partir de los 10 años.

 

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