Una carta desde la cárcel de Louis-Ferdinand Céline
Viaje al fin de la noche
Miércoles 23 de octubre de 2019
"Tengo el corazón enfermo de forma irrefutable. Desde mi marcha de París perdí treinta kilos y desde que estoy en la cárcel veinte kilos", escribe el autor nacido en Courbevoie en una carta de 1946. Colabroacionista del gobierno de Vichy, huyó a Alemania y Dinamarca donde fue condenado a muerte y después indultado. Cuando escribe esta carta todavía no lo sabe, pero vivirá 15 años más y morirá en París.
Den, Sábado, 27 de abril de 1946
Carta a lápiz en papel con membrete de la cárcel Vestre Faengsel, dirigida a su abogado ya su esposa.
Querido letrado:
El médico jefe me anunció ayer que pronto me daría su dictamen sobre mi caso, creo que sería urgente que pasara usted (si lo tiene a bien) de nuevo a verlo. Así, ahora tiene el resultado sobre el corazón, que no va mejor, por lo demás, pues sigo teniendo de 90 a 120 pulsaciones por minuto (lo normal es 72), lo que quiere decir que tengo el corazón enfermo de forma irrefutable. Los nervios nada tienen que ver en eso. La enteritis tampoco mejor ni el reumatismo ni los vértigos. Desde mi marcha de París perdí treinta kilos y desde que estoy en la cárcel veinte kilos. Ésos son los hechos. ¿Adelantaremos algo con ello? Por desgracia, ¡lo dudo! La rapidez con la que los despachos han obtenido la respuesta de París (de su embajada) me parece presagiar que en las alturas han decidido sin duda liquidarme bastante aprisa. Hace cinco meses que se prolonga mi caso; evidentemente, pronto habrá de adoptarse una solución o una decisión. Ya se dispone de todos los elementos. Creo que haríamos bien para evitar lo peor conformándonos con lo de España y esta vez sin dejar que se nos adelanten los adversarios, que me parecen de lo más alerta y decididos, ¡los muy pillos! Parece que la República Argentina acoge también a los malditos de mi especie. Hay que prever lo peor. ¡Lo peor es lo normal para los condenados de mi especie! Afectuosamente. Destouches. Para mi esposa. Queridita mía, no te preocupes demasiado. Creo que la decisión no se va a hacer esperar mucho. Siento que por todas partes consideran que ya he vivido bastante, no creo que haya una decisión favorable. Persisto en pensar que nuestra única, última y remota posibilidad es España o la Argentina, e intensamente. En fin, nuestro amigo actuará como mejor pueda… si logra la expulsión, será ya cosa de milagro. El 1 de mayo vuelven a circular los trenes entre Copenhaghue y París. ¡Qué tentación! ¡Qué fácil entrega! Nadie ha movido un dedo en París por mí. Como de costumbre: frases… sólo mis enemigos son activos, eficaces, implacables. Se burlan de nosotros, pobrecita mía… pero no hay que preocuparse, de todos modos, ya hemos sufrido tanto que lo poco sensible que queda está fuera del alcance de los hombres. Ya sólo me intereso por la suerte de mi caso, como por la de un extraño o casi. El lunes te veré. Seguramente el médico jefe me habrá ya hablado entonces… pero me habría gustado que nuestro amigo volviera a verlo muy rápidamente, antes de que adopte su decisión. Tengo todo el cuerpo baldado. Ya es que me divierte. Me vuelve a nacer incluso como una alegría. Tengo mucho que leer. El árbol está lleno de pájaros. Su modesta comedia puede hacer pasar días de diversión. Basta con pensar que el futuro es Fresnes. La barba crece. Soy peludo como Karl Marx. Espero los periódicos. Los daneses ya no quieren juzgar mi inocencia. Afirman que no les incumbe. ¡Bonita excusa! Si yo hubiera sido SS, como escribía Politiken, habría sido también una excusa para despacharme. Todo vale para aplastar al desdichado. Una única regla: impedir a toda costa que escape. Todo lo demás es palabrería. A nosotros, junto con nuestro amigo, nos corresponde sacar el último partido de nuestra miserable suerte. Besitos, querida mía, y hasta pronto.
Louis
Traducción de Carlos Manzano. Tomado de Cartas de la cárcel, Debolsillo