Ricardo Piglia toma la mesa de novedades
Viernes 07 de junio de 2024
Dos libros se encuentran en nuestra bandeja de esta semana que homenajean al gran escritor argentino.
Como en la cima de la cordillera de los Andes, dos libros se encuentran desde Argentina y Chile esta semana para homenajear al gran Ricardo Piglia: Mauro Libertella lo trabaja en un perfil de Ediciones UDP y además Siglo XXI publica un tomo de entrevistas.
Pero no solamente Piglia ocupa nuestras recomendaciones, ya que en estos días ingresaron muchas gemas más desde México, España y Noruega.
¿No sabés qué leer? Tenemos la solución.
Te esperamos.
Ricardo Piglia a la intemperie
Mauro Libertella
Ediciones UDP
Cuando Ricardo Piglia murió, en enero de 2017, muchos sintieron que una época de la literatura argentina se cerraba. Desde los años sesenta en adelante, Piglia se había movido en el centro ardiente de las tensiones y los conflictos del campo literario. Fue parte de revistas muy influyentes como Punto de vista, dio cursos clandestinos durante la dictadura militar, dirigió colecciones editoriales, tuvo una cátedra durante más de una década en la prestigiosa Princeton University, ganó premios resonantes (algunos con escándalo, como el Planeta de 1997), dio clases de literatura por televisión abierta, escribió más de quince libros y su inteligencia luminosa como lector incidió de manera definitiva en la valoración y el análisis de la obra de otros autores.
En este libro, Mauro Libertella reconstruye el recorrido del autor de Respiración artificial, desde el adolescente que se muda de Adrogué a Mar del Plata y empieza a escribir un diario que lo acompañará toda la vida, hasta el hombre que, jaqueado por una enfermedad degenerativa, termina de darle forma a su obra con el cuerpo paralizado. Escrito con una prosa contenida y precisa, conmovedor sin abandonar la elegancia, Ricardo Piglia a la intemperie mezcla el retrato con el ensayo para entender cómo se construye un artista y qué combinación de experiencias y lecturas terminan dándole forma a un clásico contemporáneo.
Introducción general a la crítica de mí mismo
Ricardo Piglia
Siglo XXI
Horacio Tarcus, con su pasión por reconstruir las redes afectivas e intelectuales del mundo de las izquierdas, recibe a Ricardo Piglia en su archivo y juntos salen a recorrer la ebullición de los años sesenta y setenta en la Argentina. El resultado es este libro inolvidable. Yo milito en La Plata, estoy escribiendo mi primer volumen de cuentos, La invasión, y estoy terminando la carrera. Mi militancia era una militancia, digamos, con muchos problemas, desde el punto de vista de lo que eran los registros generales de la militancia. Entonces hacemos una reunión de célula en mi pieza de la pensión, donde estaban Luis, una piba que estudiaba Historia conmigo y un trotskista peruano que estaba estudiando en La Plata y que se dormía en las reuniones; éramos cuatro en la célula, y discutíamos los problemas de los frentes de trabajo. Y Luis, que era como hermano mío, pide la palabra y propone a la célula que eleve a la dirección que yo debo ser separado de mi puesto de secretario de la revista. ¡Una traición total! Decía que yo no era buen militante, que no daba buen ejemplo. El tipo no me dice nada antes: es como esas historias en que al tipo lo mandan al Gulag, y el que lo manda es su hermano del alma, en nombre de la Historia y del Proletariado Mundial. Seguramente, quería ser él el secretario de redacción Me acuerdo que dije: Bueno, que se vote. Entonces, ellos votaron juntos, yo me abstuve y creo que el peruano votó en contra. Y ellos elevaron mi separación a la dirección (que no les dio bola, imaginate). Al tipo yo le hice la cruz, nunca más lo saludé; no digo que el tipo no dijera lo que pensaba, incluso tenía todo el derecho del mundo, pero me hubiera dicho: Mirá, viejo. Esta conversación no es la versión oral de Los diarios de Emilio Renzi, sino la memoria detallada y chismosa de los sesenta y setenta.
Del prólogo de María Moreno
La reina de espadas
Jazmina Barrera
Lumen
Este libro nos presenta a una Elena Garro que quizá solo conocieron sus amigas más íntimas. Una Elena humana y, por lo tanto, falible y multifacética. Para trazar este magnífico retrato, Jazmina Barrera hila con rigor científico y sentido del humor una colección personal en torno a la escritora: fragmentos de sus obras, diarios, cartas y entrevistas se trenzan con citas de documentales, algunas carpetas de los Elena Garro Papers del archivo de Princeton, y hasta con sesiones de tarot, I Ching y astrología.
Un caballo en la noche
Amina Cain
Fiordo
Toda obra literaria refracta el espectro mental y material de quien escribe, pero ¿de qué está hecho ese espectro? Este ensayo de Amina Cain se interna en la materia que componen juntas vida y escritura: ciertas intuiciones, imágenes, superposiciones; los ecos de otras lecturas; las reverberaciones de ideas, recuerdos, deseos.
Cain ilumina zonas comunes de libros y autoras que han abierto, para ella, el problema de decir sin reducir a una trama o un conflicto, y destila con maestría ese componente adicional —inefable y furtivo— que enriquece toda escena de lectura.
Recorriendo desde la posibilidad de pensar a un personaje como un paisaje, hasta la atracción que ejercen la oscuridad y el invierno, pasando por la pregunta por la autenticidad, la amistad entre humanos y animales y la vitalidad del tiempo a solas, Un caballo en la noche ensaya formas de leer para escribir, o de leer para vivir, que reconfortan por su sensibilidad y delicadeza.
Mariana Sández
Impedimenta
Dorothea Dodds es una discretísima mujer que, a los 59 años, comprueba que los ha dedicado todos a sus padres, una señora hipocondriaca y un famoso pintor inglés con los que ha vivido siempre en Buenos Aires, ocupándose de los asuntos del gran artista. Tiene un hermano mellizo muy rebelde, alejado del núcleo familiar, y, demasiado introvertida y dócil, apenas ha tenido historias sentimentales. Ella misma tiene un inmenso talento para la pintura, pero, tras algunos intentos frustrados en su infancia, ha renunciado a desarrollarlo, al menos ante el público.
Es en esa situación (inmóvil desde décadas atrás) cuando Dorothea y su prima inglesa Mary más o menos improvisan en el aeropuerto de Londres una especie de intercambio temporal de vidas: una se irá con sus tíos a Argentina, y la otra se quedará unos meses en Inglaterra cuidando mascotas (y plantas, y casas, y maridos…) durante la ausencia de sus dueñas. Y es en ese punto donde comienza una novela buenísima, con la que Mariana Sández (Buenos Aires, 1973) confirma todo lo ya desplegado en Una casa llena de gente. Más breve e incluso ligera que aquella, pero igual de rica, La vida en miniatura está contada por las dos primas: por un lado, seguimos a Dorothea en su curiosa peripecia británica, de casa en casa, de pet en pet, y mientras nos cuenta la modesta aventura en primera persona, va recordando la larga y extrañísima amistad que tuvo con Ricardo Grau, un hombre apocado, ambiguo y lleno de misterios. En contrapunto (y con mucho más laconismo), Mary va dando noticia de la situación en Argentina, contando el presente de los padres, su desconcierto ante la ausencia de su imprescindible Dorothea y la inquietud ante el posible regreso de Enrique, la oveja descarriada…
Con tono de comedia reflexiva, de melodrama pudoroso, de gran novela clásica, pero con algún oportuno guiño al absurdo, Sández ha sabido construir una historia redonda, irónica, sabia, donde las reflexiones laterales sobre arte apuntan hacia una búsqueda de trascendencia que se acentúa en el desenlace, inesperado pero nada brusco (al contrario: lo que sucede sobresalta tanto como la suavidad admirable con la que se cuenta). Algunas de las subtramas del relato han ido adelantándose o insinuándose antes de que se expliquen por completo (el trabajo del hermano, el secreto de Ricardo…), pero lo que domina es una sorpresa muy bien organizada, un arrebato muy bien contado, aparte de un perfecto uso de los tiempos y un verdadero virtuosismo al administrar las diferentes informaciones.
Cualquiera que ande informado sobre la complicada relación que hay entre Argentina e Inglaterra encontrará en el eje espacial de la novela una primera pista, por un lado, sobre su serena ironía, su diversión secreta, pero también, por otro, un aviso de que se trata de una novela de conflictos, justo en el momento en el que Dorothea decide escapar de ellos, rebelarse contra «la obligación de ser normal» y merecer una temporada de calma sin sacrificios: «¿Por qué no logro dejar de darle tantas vueltas a todo? ¿Seguir instintos naturales, como los demás, sin prejuzgar, juzgar y rejuzgarme? Quiero paz de mí, paz de mí para mí».