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Recién llegados a los estantes

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Ensayos, crónicas, autobiografías, testimonios, diarios y, para terminar, una extraña y magnífica entrega del (por todo aquel que lo lea) adorado Perec, que viaja desde el otro lado de la cordillera.

“Este libro narra el descubrimiento de nuestra verdadera madre, el planeta Tierra", advierte Pipo Lernoud sobre su volumen Yo no estoy aquí. "Hay algo central en la crónica que es aprovechar lo disruptivo, lo azaroso, lo casual, cuando la nota nace a partir de lo sucedido", a su turno, Federico Bianchini, sobre el suyo: AntártidaJohn Gibler, periodista también, viajó hacia el epicentro del desastre cuando los ataques contra los normalistas de Ayotzinapa para rastrear versiones de primera mano y escribió Una historia oral de la infamia. "Necesitábamos una lectura como la de David Lapoujade, quien ha navegado como nadie por la obra de Deleuze y que construye su lectura desde una voz propia", explican desde Cactus.

En esta bandeja de novedades hay ensayos, crónicas, autobiografías, testimonios, diarios y, para terminar, una extraña y magnífica entrega del (por todo aquel que lo lea) adorado Perec, que viaja desde el otro lado de la cordillera.

 

Una historia oral de la infamia

John Gibler

Tinta limón, 192 páginas

Ayotzinapa es la historia de lo imposible, el nombre del horror, pero también el de la reacción ante lo intolerable. La noticia de los ataques a los normalistas, con su saldo de muertos y desaparecidos, despertó una corriente de indignación dentro y fuera de México que rompió el estado general de indiferencia y puso freno a la impunidad organizada por el gobierno de Peña Nieto. Los gobiernos estatal y federal hicieron correr información falsa e inventaron una versión de los hechos que ocultaba la participación de sus funcionarios al tiempo que trasladaba la responsabilidad a las víctimas. Contra estas mentiras fue escrito Una historia oral de la infamia.

John Gibler llegó a Ayotzinapa con el propósito de investigar los hechos a pocos días de ocurridos. El resultado es un relato construido enteramente de testimonios, con la fuerza narrativa de una novela, y la potencia política de una verdad para todos necesaria.

 

Yo no estoy aquí

Pipo Lernoud

Gourmet musical, 352 páginas

Para muchos Pipo Lernoud es el ideólogo del rock argentino. El que rubricó, en canciones como Ayer nomás –convertida en clásico en la voz de Moris– y aquellos primeros manifiestos repartidos en Plaza Francia, el núcleo duro de la contracultura en su versión criolla. No es poco.

Pero ese título para nada desdeñable, es solo una parte de la historia. Desde el campo, la ciudad o sus muchos periplos como viajero impenitente, Lernoud fundó revistas emblemáticas como Expreso Imaginario, Canta Rock y La Mano, fue uno de los pioneros argentinos de la agricultura orgánica y recorrió decenas de escenarios para recitar su propia obra poética. A través de sus diarios, cartas, poemas, canciones, notas y posteos, Yo no estoy aquí revela los avatares de la cultura alternativa, el devenir social y político desde la década del sesenta hasta la actualidad. 

 

Antártida

Federico Bianchini

Tusquets, 216 páginas

Llegar a la Antártida es difícil, pero mucho más difícil es salir de allí. El 2 de febrero de 2014, el periodista Federico Bianchini emprendió un viaje hacia una de las trece bases argentinas ubicadas en aquel continente que, helado y virgen, resulta un paraíso para los científicos. Su objetivo era contar la singularidad del trabajo de esos hombres y mujeres que van tras sus objetos de estudio –glaciares, skúas, lobos marinos, líquenes–, superando condiciones climáticas extremas, inmersos en un mundo donde se mezclan la ciencia y la aventura. Así, descubrió a personas que pasan meses contando ojos de krill, estudiando el vómito de los pingüinos, y para quienes un ave antártica es algo mucho más cercano que la propia familia. Cuando llegó el momento de regresar a Buenos Aires, el clima se tornó repentinamente hostil, el avión encargado de llevarlo de regreso no pudo aterrizar, y la que iba a ser una estadía de menos de una semana se transformó en un encierro de casi un mes durante el que se vio obligado a seguir una rutina de reglas estrictas para casi todo –para comer, para ducharse, para salir a la intemperie–, rodeado de un paisaje de belleza única y malévola que, cada mañana, le repetía: “Hoy tampoco podrás salir de aquí”.

 

Deleuze. Los movimientos aberrantes

David Lapoujade

Cactus, 320 páginas

Conocemos muy bien el peso que tuvo el pasaje del pensamiento de Deleuze por la historia de la filosofía, desde sus obras fundamentales de fines de los 60, pasando por sus lecturas de otros filósofos, sus libros que se inmiscuyen o invaden campos de saber no-filosóficos, hasta su colaboración con Guattari. Lo que nos cuesta conocer mejor es su gravitación en nosotros, qué hacer con él, con su obra, más allá de la cita de ocasión o la autocomplacencia banal. Y es la pregunta medular para una filosofía: su valor de uso. ¿Qué hacer con las críticas del capitalismo, del aparato de Estado, de las vidas neuróticas o de Edipo? ¿Cómo construir una política con los conceptos de nomadismo, de máquina de guerra o de línea de fuga? ¿Cómo el devenir minoritario puede ser potente? 

Necesitábamos una lectura como la de David Lapoujade, quien ha navegado como nadie por la obra de Deleuze –trabajando en la compilación de sus textos dispersos– y que construye su lectura desde una voz propia, no como quien cotorrea una jerga. (¿Uno o muchos loros?) 

En este libro, llamado a volverse (si no estuviéramos ya demasiado anestesiados…) de referencia, Lapoujade logra tres o cuatro cosas inmensa e inmediatamente necesarias para nosotros. En primer lugar, leer desde un concepto, el de movimientos aberrantes, el cual es extraído como una constante del pensamiento de Deleuze, quien los busca aquí y allá. En segundo lugar, hacer el puente (riguroso) entre obras distantes en apariencia, como Diferencia y repetición y Mil mesetas, pero no solo, y detectar los nombres diversos para una búsqueda común. En tercer lugar, pensar (con lucidez) el mundo actual y “estirar” el pensamiento ya anticipador de Deleuze sobre las sociedades de control (nihilismo pasivo, máquinas con hombres adentro, hombres como mónadas, imágenes que reenvían a imágenes, dominio intersticial y englobante, etc.). Finalmente, pensar el afuera (contra lo abierto, no solo contra lo cerrado), pensar el desierto, lo intolerable, la nueva tierra, el pueblo por venir, es decir la política de Deleuze; y pensarnos nosotros, la experimentación que somos, ahí dentro. ¿Cómo componer un adentro que soporte el afuera… de tal manera que se quiera la mutación?

 

W o el recuerdo de la infancia

Georges Perec

LOM, 172 páginas

¿Qué es W? ¿Una novela de aventuras donde el protagonista, Gaspard Winckler, debe viajar desde Alemania hasta la Tierra del Fuego siguiendo el rastro de un niño que lleva su mismo nombre y que ha desaparecido tras un naufragio? ¿Un compendio etnográfico sobre las costumbres de una sociedad perdida, obsesionada con el deporte, la competencia y la victoria avasallante? ¿El esbozo de la autobiografía de infancia de un escritor francés llamado Georges Perec?

En cualquier caso, sí podemos estar seguros de que en este libro se alternan dos relatos. Por un lado, la historia de la isla W y sus habitantes, que nos adentra en los horrores de una sociedad de deportistas obligados a competir por la gloria más evanescente o aceptar la miseria como justicia. Por el otro, el intento de biografía de la infancia durante la Segunda Guerra Mundial, que Perec construye a partir de textos diseminados, dibujos, fotografías, viajes, conversaciones con amigos y familiares. Ambos relatos no pueden evitar mirarse, al igual que dos espejos que se enfrentan y multiplican sus imágenes y figuraciones hacia lo infinito.

Pero W no sólo es un ejercicio novedoso de autobiografía, sino también la manifestación de los alcances de la memoria. La pretendida individualidad de un proyecto autobiográfico personal no puede sustraerse de la memoria colectiva, del horror de la guerra compartido por tantos europeos, y se propaga incluso hacia otros continentes, otros territorios donde hombres y mujeres también han practicado la persecución y el encierro de sus connacionales en estadios que asemejan cárceles.

Matías Morales Retamal

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