1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?  

El objeto más antiguo que conservo es un banquito de madera en donde mi abuelo inmigrante subía los pies artríticos para que no se le entumecieran con la humedad que corría por la carpeta del piso, al que no se le había podido completar las baldosas porque solo se compró una caja, ya que no alcanzaba el dinero y ésta no cubría la superficie de la cocina en ochava. Ese objeto está ensamblado a un portarretrato antiguo con la foto de mi tía y sus 18 primaveras en el 30. Ella está esplendorosa con un collar de perlas al cuello, como el collar de perlas al cuello de la amada abuela de Fito Páez y con una vaporosa camisolita en seda con cuello bebé plisado por ella. Mi tía Zulema Francisca nunca se casó porque vivió para su hermano y para criarnos a mí y a mis hermanitos.   

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?    

Creo que ningún libro encarama y semblantea la personalidad de un presidente argentino como Néstor, el presidente militante de Gabriel Pandolfo. El texto devela su amor por la patria, su romance perpetuo, hasta su partida, con Cristina Fernández de Kirchner compartiendo una misma mirada sobre el mundo y sus injusticias. Sus enunciados me impregnaron de encarnadura heroica. Desde lo discursivo se devela su combatividad con los monopolios, los intereses concentrados, la desigualdad y la zoncera criolla en un trabajo titánico. El libro no cuenta, “hace” a la figura del Presidente que instaura más derechos. Ojalá pudiese producir, aunque sea milésimos cambios con Tratado sobre el hambre, mi novela última, como él la gigantesca trasformación con el ALCA ALCA-RAJO, todo confirmado con los Wikileaks. Al inaugurar su espinel dijo que no dejaría sus convicciones en los escalones de la Rosada y no los dejó. Barbarella y Re-puesta presenta varios cuentos peronistas sustanciados bajo esa hoguera.  

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura? 

Lo más contundente que me dio la literatura fue su invitación a la fiesta perpetua en donde lo inasible del mundo se vuelve accesible si se connotan las reglas de otra realidad que impone extraída de la ficción, caudalosamente llena de perlas, tiaras, diademas y diamantes en clave de extrañeza desfasada, desaforada y desmembrada que se posa en todo y que no sabemos destripar. Lo peor, no lo quisiera recordar, porque tiene que ver con la promesa de una edición a costa de favores en secretas alcobas. Por supuesto entregué mi lencería ya que en ese momento hacia cualquier cosa con tal de ser publicada y por supuesto nunca llegó ni la publicación de un tríptico. No me publicaron (a pesar de haber corregido intensamente) pero sí a sus amigos. Lo peor en la literatura son las cohortes, los grupitos de noviecitos y noviecitas Clave de sol montada a Montaña Rusa que se publican entre ellos sin guardar un cachito de respeto por la función poética que se le debe al lector. Como lectores estamos expuestos a sus vanidades hedonistas y lo peor es que los aplaudimos porque en este país es un deporte la genuflexión, la chupamediada y la pleitesía. Muchos con lo yankees, a los que habría que decirle como D´Elia, yankees, go home. Y chupamediadas en proyectos editoriales “indies”, que sea dicho de paso no sé qué es indie, tal vez amigotes autores de moda. 

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?  

Desde siempre regalo regalos que he recibido. Los objetos obsequiados vienen siempre con una puerta giratoria por la que entran, recorren el bahiut y salen, ya que siempre estuve y estoy apretada con el dinero. Únicamente a un hombre increíble pude regalarle, juntando veintén a veintén, una biografía de Bowie y un álbum de fotos de Charly. De poder regalar a amigxs regalaría la bibliografía de Tizón, quien me dio el ritmo para poder escribir peo hacia su antípoda: un barroco villero por mí creado en garrón y desgarre. 

5. ¿Cómo qué disco suena la música funcional de tu cabeza?  

La música en fogonazo de loop que suena en mi capocha es Erótica de Madonna, la artista en éxtasis que define el siglo XX y el XXI. Madonna y Sean Penn crecieron juntos y ese desenfreno sensual se llevó a Erótica con sus samplers, ligas, postizos, broderí, escenografías, corsettes Gaultier, con las colosas lenguas engarzadas de Naomi Campbell y de Isabella Rossellini, conclave desde el que empecé a cuestionar el heteronormalismo. Erótica con secuencias en camas de satén, con sus mujeres con tiradores y el mostachol pintado a punta de corcho quemado cuestionando en MTV los supuestos esencialistas de lo que es ser-mujer. Erótica, Vogue, Into the Groove, Holiday, Angel son los trips que hay que convocar cuando venís con las pulsaciones bajas.  

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?  

Los colores más bellos que vi corresponden a mi etapa anfetamínica que va desde los años 84 a 96. Imposible olvidarse de esas gamas vibrantemente perpetuantes, de esos pigmentos que se refractaban en mi iris ya dilatado tres veces en tamaño, cuatro en fulgor y nueve en prismaticidad. Los colores se me acercaban con una continuidad promiscua, me lamían la oreja en sonoras gestualidades gestadas bajo gemidos. Los colores venían sobre magenta texturizadamente en obstinato. Los colores se plisaban, se hacían más plenos que los plenos y más saturados que los saturados que los perleaban. La enfermedad fue grave y lo único que se agradece de ella fue su Sgt. Pepperismo en sabor ácido macerado. 

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?  

Indudablemente con Virginia Wolf en su etapa orlandeana haría un taller eterno hasta sobre el río en que se ahogó.  

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron. 

Epistolario Belgraniano, un gran libro de un hombre de la talla de Moreno, no regresó. No se pasa factura por los libros que no te devuelven, porque los libros cautivadores en el decálogo del buen lector, no deben devolverse.  

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? 

Mi biblioteca está en perpetuo desfasaje porque ella misma logra automatizarse y armar una lógica secreta. A mi amiga Raquel de Salto le debo ejemplares por colecciones, lamentablemente tengo que llamarla y molestarla para pedirle el cuadro de situación de alguno. Ella es mágica y aún a distancia lo resuelve. Hay tres estantes que logran estar con claridad porque son vecinos a los que les paso y les digo: ¡buen día Andrés!, ¡buen día, Julio!, ¡buen día Fresán!, ¡buen día Abelardo!, ¡buen día Nicolás Posse!, por Rivera, Cortázar, Castillo. Suelo pasar y saludar a grosos autores. ¿Qué tal, cómo dice que le va Georgie? Quiroga, ¿qué haría usted con esta secuencia narrativa que es un bodrio insuperablemente bodoque virando hacia el masacote?