Nueve preguntas a Sebastian Hernaiz
Cuestionario fijo
Martes 15 de diciembre de 2020
El autor de Las citas y Rodolfo Walsh no escribió Operación Masacre y otros ensayos responde hoy nuestras preguntas de siempre.
1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?
En casa no falta algún libro del siglo dieciocho. En realidad, no falta en ninguna casa un libro del siglo xviii y acaso en casa más bien sobre porque nunca sabemos qué se hace con una cosa así. Cada tanto lo miramos y nos reímos de la marca que en algún tiempo lejano un gusano dejó entre sus páginas. Igual, es algo que está: nunca fue mío ni lo conservé de principio a fin; llegó conservado y el resto es inercia.
Propio, como quien dice algo propio que conservo, guardo una billetera de plástico con abrojo, comprada en una feria que había en Parque Lezama. Tiene una impresión a colores, un poco distorsionada, de una versión hecha a mano de Los Simpsons Era barata y recuerdo la lucha que fue convencer a mi familia de comprarla. Fue en vano: la guardo desde principios de los 90 pero durante casi toda mi vida prescindí de usar billetera.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
A los 17 años leí Ficciones, que estaba en la biblioteca de mis viejos. No me pasó nada. A los 19 volví a leerlo. Me acuerdo que estaba encerrado en mi cuarto y llamaba por teléfono a mi novia al terminar cada texto del libro. Era un teléfono de línea, con un cable enrulado que tenía al lado de la cama: terminaba de leer uno o dos de las piezas del libro y la llamaba convencido de que estaba leyendo un libro imposible. Todavía no me repongo y cada vez que vuelvo a él es un texto que me da ganas de leer y charlar. Ayer releí “Tlön” preparando un taller de lectura que daré sobre Ficciones este invierno y al subrayar cada oración no llegaba al punto que le quería contar a mi novia alguna sorpresa preciosa y ardua que se aparecía en la lectura. Baste agregar, por lo demás, que creo que es un libro fundamental del pensamiento de izquierda y por eso lo elijo en esta respuesta.
3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
Lo mejor y lo peor: un modo de relacionarme con el mundo.
4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?
Regalé muchos libros, pero no creo haber regalado dos veces el mismo. Me gusta regalar un libro según la persona que lo recibirá más que por mi vínculo con el libro a entregar.
5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?
Quisiera que como Alone, de Bill Evans, pero tiende al Köln Concert de Jarret, lo que no es una mala forma de firmar un empate.
6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?
Los cielos de Paternal que mezclan al atardecer rosas y celestes sobre tanques de agua y techos de chapa y se ven con frecuencia desde la ventana del cuarto de casa podrían ser parte de esta respuesta que no sé responder.
7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?
Un taller literario, en tanto espacio donde conversar sobre lecturas y escrituras: con Juana Bignozzi y Leónidas Lamborghini, juntxs.
8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.
La edición de Archivos de Adán Buenosayres, de Marechal. Si quien lo tiene está leyendo estas respuestas: reflexione y devuélvalo. Tal vez entonces yo devuelva el Mímesis que me prestó un amigo hace 20 años e iniciamos así un reacomodarse de las cosas inesperado. Un libro me es retornado, otro más vuelve a manos de su dueño, alguien devuelve los encendedores olvidados en su casa, el dominó avanza, se vuelve alud y terminamos en justicia social y expropiación de los medios de producción.
9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?
Mi biblioteca es de un desorden obsesivo. No se entiende mucho pero sé -en general- dónde está cada libro. Todo muta levemente con los días y el uso de materiales y cada tanto está todo a poco de estallar y dedico un rato a apuntalar el desorden. Hay varias bibliotecas en casa, regidas por los más diversos y criteriosos desórdenes. Una biblioteca tiene literatura argentina (aunque no es la única: en realidad casi todos los libros en papel que tengo son literatura argentina y hay apenas algunos rincones sinuosos donde hay literaturas que no entran en esa etiqueta). Esa biblioteca incluye ensayos, historia, narrativa, pero la poesía la tengo aparte. Una amiga me marcó alguna vez que era un problema tener los libros de poesía separados; creo que tiene razón, pero me gustan los libros chiquitos en poesía y se pierden entre anaqueles si los mezclo.
En esa biblioteca de literatura argentina hay separaciones por manchones cronológicos o de autores que frecuento por interés o trabajo: “narrativa de los 90”, “literatura y peronismo”, “el mundial´78”. Hay zonas núcleo, como agujeros negros que aglutinan criterios. Por ejemplo: en el costado de unas zonas de lo que llamaríamos “cierto canon” están los libros de Martínez Estrada (narrativa, ensayos, poesía). Al lado están Kafka (dentro de literatura argentina, claro) y Christian Ferrer. Al otro lado, está David Viñas. Viñas, a su vez, se conecta con Horacio González y Arlt, que está enganchado con Aira (que, claro, incluye a Copi) y está enganchado con Puig que está enganchado con Saer (porque la oposición no puede menos que acercarlos). Pero Estrada tiene lejos a Murena, que está como compañía lateral de Sara Gallardo, que está junto a Germán Rozenmacher. Ahí cerca está Silvina, que incluye a Bianco y a Bioy. No por otra cosa que el tamaño de los muebles, pero con las implicancias evidentes, en otra biblioteca están los libros de Borges, los libros sobre Borges y los libros sobre los que se recorta o a los que vuelve su obra (libros de Mallea, González Lanuza, Guillermo de Torre, Groussac, Victoria Ocampo, Macedonio, Cervantes, Whitman o La Biblia). Ahí los géneros se subsumen a la figura de autor y conviven cuentos, poesía, ensayo, revistas masivas, revistas literarias, recortes de diarios, ediciones facsimilares, un brillante y aventurado busto de Eva Perón y una lechucita, regalo de mi familia cuando terminé la escuela primaria: otro de los objetos que fueron nuevos en un momento y conservo año tras año.
Hoy día, en cualquier caso, la pregunta podría incluir también qué tengo en el reader o cómo ordeno las carpetas de Mis documentos (¡y Descargas!). La respuesta ahí sería un caos.
Como una selfie con lo puesto de mientras escribo esto, va la foto. A la izquierda, la biblioteca Borges, que se desbanda para todos lados y se mezcla con algunas cosas que voy leyendo y apoyando al paso; en el centro, el escritorio con la compu, libros, el mate, el cenicero y el agua. Un brazo articulado para dar clases en pandemia, vía celular. A la derecha un mueble de acumulación y circulación constante de los libros que voy usando.