Nueve preguntas a Melina Pogorelsky
Cuestionario fijo
Martes 24 de julio de 2018
La autora porteña dedicada a la literatura infantil y juvenil acaba de publicar su primera novela destinada a un público adulto: Subactuática, por Odelita Editora.
Foto por Jazmín Teijeiro.
1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?
Una máquina de escribir Underwood que era de mi abuelo León. La tenía en su fábrica, y la última vez que lo vi, en el sanatorio, dijo algo sobre esa máquina. No me animé a preguntar si era cierto o si era parte de ese estado medio perdido en el que nos hablan las personas que se están despidiendo hasta bastante tiempo después. Mi hermano fue un verano a ayudar a mi papá en esa fábrica y le pregunté si era cierto que había una máquina así. Estaba. Y me la trajo. Es mi objeto más antiguo y casi diría que también mi preferido.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
Qué difícil. Pensando en efectos, creo que tendría que ir a mis diez años cuando descubrí Socorro de Elsa Bornemann. Me acuerdo de haber sentido miedo, la piel erizada, el soplido en la nuca…Una lectura que trascendía el libro y que me pasaba por el cuerpo. Y pensar, maravillada: “¿Esto hizo la autora con palabras”? Yo no escribo terror, no es ese el efecto que busco, claro. Pero creo que sí podría pensar en ese movimiento de un pasaje al cuerpo y la pregunta tan sencilla y tan enorme de “¿Eso se puede hacer con las palabras?”. Ojalá me salga.
3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
Me cuesta pensar en lo peor. No es de optimista desenfrenada, pero realmente no se me ocurre nada malo. Lo primero que se me viene a la cabeza es esta sensación de estar en otro lugar cuando no corresponde. Por ejemplo, que, en la puerta del jardín de mi hijo, una mamá me pregunte preocupada si estoy bien porque tengo mala cara. Así un par de veces y yo sin entender qué podría ser. Hasta que me di cuenta de que yo venía de escribir, me subía a la bici y esperaba en la puerta, pero mi cabeza seguía en lo que estaba escribiendo. Igual no podría encasillar eso como algo negativo. Grave sería estar ahí preocupada porque un jefe me maltrató en la oficina, o mil ejemplos más graves. Y lo mejor es todo eso mismo. La posibilidad de estar en otros lugares, de armar un mundo de personajes, no estoy diciendo nada nuevo, pero es lo que realmente me emociona de la literatura como autora, como docente y como lectora.
4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?
El año pasado me la pasé regalando Shunga de Martín Sancia Kawamichi. Es un libro que me voló la cabeza por su violencia poética. Me parece un libro impecablemente escrito, sorprendente, distinto… Así que lo regalé mucho, porque necesitaba compartir la experiencia y comentarlo.
5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?
Bueno, yo no soy tan musical, y, sin embargo, estoy rodeada de música y músicos. Mi marido, que es músico y productor, tiene un estudio de grabación vecino al taller donde yo escribo. Es decir que siempre se me van colando, sin darme cuenta, los discos que está grabando. En este momento en mi cabeza suena todo tiempo El robot bajo el agua, el disco que está próximo a salir que se llamará El lado velado. De un extraño modo las letras de esos temas se conjugaron muy bien con Subacuática la novela que salió por Odelia. Tanto que El robot bajo el agua tocó en vivo en la presentación.
6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?
Ese gris/azul de los ojos de los bebés cuando todavía no tienen su color definitivo. Lo vi en mis dos hijos. Lo encontré en un mar también, en un viaje de otro mundo, en un momento muy raro.
7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?
¡Con Roald Dahl! Tomar un taller literario, una cerveza, unas vacaciones… ¡todo!
8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.
Son muchos. Tengo un espacio donde doy talleres literarios para chicos con una biblioteca abierta de la que los chicos se llevan libros prestados. Perdí varios así, pero es parte del juego. Tampoco sé quién tiene mi El niño pez de Lucía Puenzo. Dos veces lo volví a comprar y volvió a desaparecer.
9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?
No, es una vergüenza. La verdad es que, tras una restructuración entre mi casa y mi taller, la “biblioteca oficial” quedó sin acomodar. Metí todos los libros en los cubículos, pero en cualquier orden y en cualquier posición. Infartaría a más de uno ver una foto de eso. Hay otra biblioteca, que es la del taller, que sí está ordenada, pero todo el tiempo en movimiento. Y , claro, las bibliotecas improvisadas que son las que realmente más uso, que son las pilas de libros que se arman en distintos lugares de la casa: En la mesa de luz, en una ventana entre la cocina y el living, o sobre la Underwood de mi abuelo. Así que voy a hacer trampa y mandar foto de esto último.