Los cuentos de hadas son más que reales: infancias digitales y tiempos de lectura
Por Graciela Bialet
Miércoles 07 de junio de 2023
"La lectura es la llave que abre las puertas del conocimiento formal de la realidad cotidiana, el del aprendizaje sensible y también el de los saberes emocionales": Graciela Bialet reflexiona a partir de la experiencia en pandemia sobre pantallas y libros en Lectores rebeldes (La crujía).
Por Graciela Bialet.
La digitalidad en tiempos de aislamientos sociales nos ha ayudado a estar en contacto con los demás, fue muy necesaria; pero dejar a los chicos solos frente a las pantallas todo el día no es la respuesta a su armónico desarrollo emocional. Solo por pensar en torno a algunos datos: en la Argentina, los casos de acoso o abuso sexual a menores por Internet (grooming) aumentaron un 30% desde la cuarentena de 2020, y los ciberdelitos crecieron un 500%.
Repreguntamos: ¿Quién pone contenido en la agenda de vida de nuestros chicos?
Tal vez, el tiempo de resguardo y cuidado de nuestra salud junto a nuestros niños podría haberse convertido en una oportunidad para recuperar el rol de figura significativa y tutelar para las infancias, y rediseñar el tiempo que antes destinábamos a las ocupaciones que comprobamos (muchas de ellas) innecesarias (como las compras desmedidas, los excesivos paseos familiares al yopin).
Uno de los principales consejos en tiempos de pandemia por COVID-19, en cuanto a la crianza de niños (que no podían ir a la escuela ni salir jugar con amigos), fue “mantener rutinas saludables” y el diálogo constante, para templar ánimos y miedos, y enseñar a desarrollar resiliencia, o sea, saber recuperarse ante la adversidad (¡ah!, ni que fuera una burda casualidad: como Pinocho, como Pulgarcito, como Hansel y Gretel, como las historias y mitos de pueblos originarios de América, por ejemplo, el dios del fuego, Itoj. La literatura infantil y juvenil está plagada de personajes y situaciones resilientes).
Leer en voz alta a los chicos, contar cuentos fantásticos (o sea, los clásicos o de hadas), leyendas y relatos familiares, leer junto a nuestros niños un capítulo por día de una novela, buscar juntos en Internet buenas narraciones de textos literarios, recorrer los catálogos en línea que ofrecen los Planes de lectura de la Argentina —y de varios otros países latinoamericanos— y muchas bibliotecas (hacerlo no como una prescripción ni como deuda, sino como un juego), desarrollar el gusto por la escucha de la palabra poética, deben y pueden convertirse en rutinas saludables, porque la lectura es la llave que abre las puertas del conocimiento formal de la realidad cotidiana, el del aprendizaje sensible y también el de los saberes emocionales. ¿Cómo? Despierta todos los recursos de las representaciones simbólicas con las que pensamos, sentimos y nos expresamos. Además, ese tiempo compartido de lectura les demuestra a los chicos que nos importan, que los amamos, que no están solos en medio de las incertidumbres.
Bruno Bettelheim nos demostró desde el psicoanálisis los beneficios de acercar cuentos de hadas a los chicos. Sus palabras parecen escritas para cualquier emergencia sanitaria: “El pequeño está sujeto a sentimientos desesperados de soledad y aislamiento, y, a menudo, experimenta una angustia mortal. Generalmente es incapaz de expresar en palabras esos sentimientos, y tan solo puede sugerirlos indirectamente: miedo a la oscuridad, a algún animal, angustia respecto a su propio cuerpo”.
La lectura de buena literatura para chicos no solo se convierte en “una rutina saludable” y activa el pensamiento simbólico; además nos permite tiempo de calidad para hablar de los profundos conflictos internos que se originan en los impulsos primarios y en las violentas o desmedidas emociones de cada uno de nosotros cuando crecemos, sentimientos que son tan propios de la infancia y a su vez absolutamente personales en cada niño. Una conversación que pueda ir de la ficción a la realidad y viceversa, que nos reconecte con el infante que fuimos y con el que tenemos en frente. G. K. Chesterton decía: “Los cuentos de hadas son más que reales; no porque les enseñen a los niños que existen los dragones, sino porque les dicen que se puede derrotarlos”.
La palabra clave para tiempos de grandes cambios e incertidumbres es resiliencia, saber que podemos sobrevivir, creer que cambiaremos lo suficiente para dejar de hacer estragos a nuestro planeta o quizás… ¿asumir que seremos la generación que le contaremos a los que vienen cómo era el mundo y la vida sin barbijos?