La descomposición
Jueves 07 de mayo de 2009
La descomposición, de Hernán Ronsino
1999. El día de su cumpleaños, Abelardo, director del diario “La Verdad”, invita a comer un asado a Bicho Souza, profesor y músico. Una asado (Saer) que se narra con desviaciones hacia la historia personal y familiar de Abelardo, que se entrelaza con la historia del pueblo y sus habitantes. La violencia contenida siempre a punto de estallar. Un tornado, un hacha filosa, el campo y la muerte. Todo tiene un aire anómalo, malsano, turbulento. Una escritura seca, áspera, perturbadora como la respiración agitada. Un estilo que funciona por acumulación, hasta que el clima se vuelve asfixiante.
"Hay en la novela de Ronsino el planteo de un dilema que se vuelve completamente decisivo: ¿cómo es posible narrar después de haber sentido que narrar es imposible? Ese desafío, que es el gran desafío de la novela moderna, preside La descomposición. (...) Si hay algo que no falta en La descomposición es acontecimiento y es peripecia: hay un accidente de caza, hay un crimen y un testigo, hay un tornado, hay un suicidio, hay un accidente mortal. Pasan muchas cosas, se cuentan muchas cosas en esta novela; pero se las cuenta como si, al tiempo de pasar, no pasaran, o como si esa imposibilidad de narrar no dejase la posibilidad de narrarlas, o como si para contarlas fuese preferible describir que narrar."
Martín Kohan"Hernán Ronsino articula magistralmente, por medio de un conjunto de personajes rabiosamente verosímiles, una estrategia que consiste en abrir el cosmos ficcional como una fruta madura. Esto implica un concepto previo: la realidad entendida como problema. No hay en el universo nada que suponga simpleza; sino, por el contrario, todo encierra pluralidad y cada elemento constituye el engranaje de una estructura mayor regida por lo arbitrario. Cada acto, entonces, encubre más de un sentido y la mente, igual a un sabueso, corre detrás del que le resulte más seductor."
Jorge Consiglio"Ronsino tiene la sensibilidad para escribir las materias en putrefacción, incluso la carne podrida de los hombres y los animales, las dificultades del movimiento, los bamboleos y las vacilaciones, las reticencias de los cuerpos. También tiene la sensibilidad de las horas: atardeceres, luces que caen, brillos, densidades oscuras, tormentas nocturnas. Le gusta escribir esto y el saerismo no es la maldición de alguien que no ha seguido las modas que le corresponderían por edad (excepto que se piense que la edad es una cárcel de corta duración), sino una afinidad electiva. Saer joven estudió una forma de ver en Juan L. Ortiz, y Ronsino, en Saer."
Beatriz Sarlo
La descomposición, de Hernán Ronsino
1999. El día de su cumpleaños, Abelardo, director del diario “La Verdad”, invita a comer un asado a Bicho Souza, profesor y músico. Una asado (Saer) que se narra con desviaciones hacia la historia personal y familiar de Abelardo, que se entrelaza con la historia del pueblo y sus habitantes. La violencia contenida siempre a punto de estallar. Un tornado, un hacha filosa, el campo y la muerte. Todo tiene un aire anómalo, malsano, turbulento. Una escritura seca, áspera, perturbadora como la respiración agitada. Un estilo que funciona por acumulación, hasta que el clima se vuelve asfixiante.
"Hay en la novela de Ronsino el planteo de un dilema que se vuelve completamente decisivo: ¿cómo es posible narrar después de haber sentido que narrar es imposible? Ese desafío, que es el gran desafío de la novela moderna, preside La descomposición. (...) Si hay algo que no falta en La descomposición es acontecimiento y es peripecia: hay un accidente de caza, hay un crimen y un testigo, hay un tornado, hay un suicidio, hay un accidente mortal. Pasan muchas cosas, se cuentan muchas cosas en esta novela; pero se las cuenta como si, al tiempo de pasar, no pasaran, o como si esa imposibilidad de narrar no dejase la posibilidad de narrarlas, o como si para contarlas fuese preferible describir que narrar."
Martín Kohan"Hernán Ronsino articula magistralmente, por medio de un conjunto de personajes rabiosamente verosímiles, una estrategia que consiste en abrir el cosmos ficcional como una fruta madura. Esto implica un concepto previo: la realidad entendida como problema. No hay en el universo nada que suponga simpleza; sino, por el contrario, todo encierra pluralidad y cada elemento constituye el engranaje de una estructura mayor regida por lo arbitrario. Cada acto, entonces, encubre más de un sentido y la mente, igual a un sabueso, corre detrás del que le resulte más seductor."
Jorge Consiglio"Ronsino tiene la sensibilidad para escribir las materias en putrefacción, incluso la carne podrida de los hombres y los animales, las dificultades del movimiento, los bamboleos y las vacilaciones, las reticencias de los cuerpos. También tiene la sensibilidad de las horas: atardeceres, luces que caen, brillos, densidades oscuras, tormentas nocturnas. Le gusta escribir esto y el saerismo no es la maldición de alguien que no ha seguido las modas que le corresponderían por edad (excepto que se piense que la edad es una cárcel de corta duración), sino una afinidad electiva. Saer joven estudió una forma de ver en Juan L. Ortiz, y Ronsino, en Saer."
Beatriz Sarlo