Continuando con nuestra serie de entrevistas a editores, escritores, profesores y demás oficios creativos alrededor de la palabra en tiempos de cuarentena, hoy hablamos con la mexicana Daniela Tarazona y con el argentino Darío Steimberg.
Por Valeria Tentoni.
"Las ideas vienen cansadas, como yo misma. Consigo sacarlas adelante alimentándome con carbohidratos y proteína. He podido escribir textos por encargo y uno más, epistolar, que publicamos cada semana: la escritora Karla Zárate y yo nos mandamos una carta semanal y publicamos las dos en la revista Nexos, ilustradas por Marco Colín. Es un proyecto que me ha dado algo de paz, un intercambio que me anima, se titula: Cartas desde el encierro", dice la autora de El beso de la liebre y El animal sobre la piedra. Daniela Tarazona responde desde México D.F., donde además escribe regularmente su columna "Sinapsis".
En cuanto a la lectura, admite estar leyendo poco. "Ahora mismo El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleac; me va gustando mucho. Y, en medio de todo esto, sigo incrédula: ¿de verdad esto sucede?", dice por correso electrónico.
"Yo escribo muy lentamente y la verdad es que eso no se vio modificado por la situación. No escribo más ni menos que lo que escribía antes", advierte el profesor y editor en Otra Parte Darío Steimberg, docente de Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes. "Las ideas aparecen con irregularidad desde siempre. Con suerte, mientras estoy escribiendo; no siempre tengo suerte. Pero yo creo que lo que importa es la manera en que se modifican las ideas con el trabajo de escritura más que las ideas mismas. Hace muchos años (muchos) escribo dos textos a la vez y justo este año estoy terminándolos. No era un plan que llegaran juntos al final, pero es lo que está ocurriendo. Tiene algo de delirio, pero lleva demasiados años como para preocuparme ahora (y de todos modos Bolaño recomendaba escribir de dos en dos, o de cuatro en cuatro, ¿no?). En general, uno de los dos toma la escena, así que no es raro que deje el otro de lado. Quiero decir: siempre estoy trabajando en un proyecto y siempre hay otro que se ve interrumpido, no puedo decir que se deba a la situación", agrega.
¿Pero qué, si algo, le agregó la pandemia al sistema doble? "Lo que sí me ocurrió en estas semanas es experimentar una cierta suspensión de la culpa que usualmente me da no escribir más que lo que escribo. Creo que escribo más o menos lo mismo que antes, pero me siento menos culpable", explica.
En cuanto a las lecturas, la influencia del contexto sí que le pesa: "A diferencia de la escritura, la lectura me está costando muchísimo. Me la paso leyendo en la pantalla, buscando o encontrando cosas en internet. Muchas conectadas con el coronavirus y lo que produce en el mundo, pero también muchísimos desvíos que no tienen relación con nada puntual del momento. Más allá de lo que leo para mis trabajos (principalmente dar clases, a veces escribir sobre libros), usualmente yo leo 'para mí' robándole tiempo a otras actividades. Se ve que no tener tiempo que robar me está dejando sin esa infracción que por alguna razón le da sentido a la lectura", cuenta,
en una dirección similar a la que tomó Lucas Soares cuando lo entrevistamos hace algunos días.