Nueve preguntas a Nahuel Lardies
Cuestionario fijo
Martes 18 de abril de 2023
El poeta y librero, autor de Album, responde nuestras preguntas de siempre.
Foto de Gustavo Raña.
1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?
Una mesa baja que mi abuelo trajo de Japón; es probable que sea una mesa barata (mi abuelo era un técnico electro mecánico de barco -oficio improvisado-, sin educación formal pero con ansias, por entonces, de literato, que se metió a marinero para “ver un poquito de mundo”); debe haber sido una mesa medio vintage por entonces, 1941, que tal vez se usó para poner en algún saloncito de placer que intentase remitir al universo sexy y pudiente de cierto sector social del periodo Tokugawa: la geisha tallada en la superficie de la madera con el kimono a punto de abrírsele en la zona del pecho me da esa idea, o tal vez pueda ser una dama de compañía de la emperatriz Teishi... Pudo haberla comprado o en Yokohama, o en Tokio, o en Kioto, aunque también anduvieron por Osaka, lo supongo por las fotos que sacó y almacenó en un álbum de laca divino, que también trajo de allá. Es inquietantemente hermosa y, como la alfombra de Jeffrey Lebowsky, it really tie the room together. Tiene también el plus de estar marcada acá y allá, como una pista de patinaje sobre hielo, con los trazos de los lápices que, evidentemente, apretamos demasiado cuando dibujábamos, de pequeñines, en el living de la casa de mi abuela paterna, viuda del abuelo susodicho. Tiene muchas capas de tiempo. Casi se puede leer.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
Hm, me da pudor esto. Tendría que hacer algunas salvedades "neuróticas". Pero para ser justo con mi historia personal y para ponerlo en relación con lo que hice hasta ahora, obviando lo que espera su salida de la sombra, diría que Day by day, de Robert Lowell es un poco el principio de mi historia legible, en lo que respecta a la parte de hacer poemas. Lo leí en una edición que hizo Losada, aunque a él lo conocí por tres poemas antologados por Alberto Girri en esos libros chiquitos que venían con los fascículos que sacaba el Centro editor de América Latina. Con que alguien lea Álbum y piense, al menos remotamente, en Life Studies o el libro arriba mencionado, estaríamos satisfechos. Todavía recuerdo estar sentado en el balcón de una casa, en Neuquén, leyendo a Lowell, con mucho calor, y subrayar, anotar, calcar, rearmar, seguirlo sin terminar de comprender qué le pasaba, por qué hacía tal o cuál cosa; empecé a escribir poemas para entender lo que nunca comprendí de los poetas que amo y amé.
3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
Lo mejor que me dió son las ganas que siento todo el tiempo de estar "en la zona". Et tout le reste est litteráture.
4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?
Tengo corta la lista, porque siempre regalo libros medio raros que conseguí por ahí, deambulando, por lo que es medio difícil donarlos más de una vez… pero haciendo el recuento estricto, el que más regalé fue Un país mental: 100 poemas chinos de Miguel Ángel Petrecca, editado por Gog & Magog. Tres o cuatro veces. Lo regalé porque es algo hermoso de regalar. Segundo porque me parece uno de los laburos más copados que se han hecho a nivel traducción no ya como logro singular de un traductor, que hay un par y son muy buenos por estos lares, sino por cómo se presenta el proyecto, el estilo que los poemas decantan, el mundo circundante que despuntan y el maravilloso diario del final, que luego se convirtió en Pekín, editado por Pre-Textos, y lamentablemente no tan accesible hoy por hoy. Es uno de mis libros de traducción poética favoritos, hablando de lo editado acá… Lo compré y lo leí en un momento muy particular y está cargado de reminiscencias y posibilidades.
5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?
Como Everywhere, an empty bliss de The caretaker. Así percibo, sonoramente, el trabajo de edición que acompaña mis cositas en este momento.
6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?
Más que un color fue un tono, un "tono vacío". Se me vino a la cabeza, de golpe, al pensar esta respuesta, como si lo hubiese reconocido recién. Es el primer "color" que sentí al despertar de un desmayo súbito seguido de una internación a los cuatro años; el mismo tono de la primera vez que ví "algo", a lo que no le voy a poner nombre, en Bowen, sur de Mendoza, en el verano de 1999; el mismo tono que volví a ver en el 2007 cuando me quedé dormido, en la primera casa en la que viví realmente solo, leyendo una edición de La vida nueva de Dante que vino con una colección que sacaba Página 12 y estaba en la casa de mi tío, en la que viví durante mi primer año en Capital Federal: soñé con lo que había estado leyendo y creí que había despertado otra vez en el hospital. También fue el mismo tono que vi cuando cerré los ojos después del penal de Montiel… es un poco como el blanco de Newton, contiene en sí todo el abanico de colores del espectro visual. De ahí la idea de la tapa de Álbum, que Juan Reos, quien la diseñó, captó a la perfección, yendo mucho más allá de lo que yo jamás habría planeado.
7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?
Uf, con Sei Shōnagon o Max Frisch.
8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.
Mejor no hablar de ciertas cosas. Me produce bronca y dolor y no me lo tomo a la ligera. Por supuesto, estoy pensando en algunos casos puntuales. Les hablo a ustedes. Después se me pasa y logro el desapego tan anhelado. Me olvido de ustedes.
9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?
La verdad es que hace años que dejé de ordenarla, desde el 2015 aproximadamente. Sencillamente, saco los libros de las cajas de la mudanza o los traigo de vuelta de dónde sea que hayan quedado y los pongo unos al lado de los otros, más o menos en un vago orden genérico, bastante flexible. En este momento, en el que tengo un contrato de alquiler por tres años, la biblioteca (absolutamente diezmada, cada vez que busco un libro me acuerdo de que "ah, a ese lo vendí") tal vez tiene algunas zonas más o menos delimitadas. En la foto se ve "la parte de poesía", en los estantes, digamos. Pero son autores y autoras foráneos; la poesía argentina, latinoamericana y Dante están en la habitación, siguiendo como hormigas la línea del zócalo. Arriba, sigo en la foto, de la mitad hacia la izquierda hay prosa random, en orden de caída, y de la mitad hacia la derecha sí hay un principio de zona, con escritores del ex imperio austro húngaro, austríacos, checos, alemanes más 2666 y los libros de Labatut, que responden a esa categoría. Después tengo otro sector, en el pasillo, de Japón, China, naturalismo, ensayo literario, filosofía, teología, astronomía, física clásica moderna, novelas, cuentos, antropología, mitografía, misterios, Proust y Calasso. Casi un comercio de ramos generales.