1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Un monedero de mi tía Simona que se transformó en guardador de tesoros en la infancia. Ahí tengo los autógrafos de los mellizos Barros Schelotto pero además una bala de punta hueca que encontré en las calles de El Dique. Me daba miedo manipularla sentía como una fuerza oscura que subía por mi mano y enseguida la guardaba. Sabía que una bala por sí sola no podía lastimar a nadie pero me sugestionaba. La miraba entre mis dedos y aparecían las historias de los malandrines del barrio, la banda de Los Monos. 

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?  

Me gustaría producir el efecto de fascinación que producen los grandes Escritores como Hebe Uhart, Fogwill, Felipe Polleri. Pero si tengo que hablar de libros diferentes entre sí pero que me volaron la cabeza: Rebelión en la Ópera de Carlos Ríos, El espectáculo del tiempo de Becerra, ¡Paraguayo! de Luppino o La débil mental de Harwicz, porque están escritos en estado de trance.

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?

Lo mejor es conversar todos los días sobre libros, con escritores, con talleristas, que es algo que me apasiona pero si tengo que elegir siempre vuelvo a esa noche mágica en la terraza de Malisia que Daniel Link tituló “Polvo de estrellas” para Ñ. Mario Bellatin proyectaba su película sobre Salón de Belleza y entre el público estaba Margo Glantz y Tamara Kamenszain. Tanto ella como Bellatin se enteraron ese día que habían ganado el Casa de Las Américas. Esa noche lo ayude con el sonido a Bellatin y después me firmó El Libro Uruguayo de los muertos y en esa dedicatoria colocó una palabra indescifrable. Ese libro fue un volver a empezar dentro de en una de las Obras Vivas más importantes de la literatura latinoamericana. 

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?

Me gusta regalar Romance de la Negra Rubia porque siempre fue mi favorito de Gabriela Cabezón Cámara. Pero también regalé mucho El Lecho de Esteban López Brusa porque me resulta su novela más extraña y a la vez un viaje fabuloso. Cuando regalo poesía 5X1 de Mario Arteca en esa edición alucinante de Vox, ese libro me parece un flash.  

5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?

Creo que me gusta que suene como una canción platense, que siempre tuvo impronta propia. Hubo un tiempo que sonaba Villelisa, otro tiempo que sonaba NormA pero desde hace unos años redescubrí la obra genial de 107 Faunos y su último disco está buenísimo.

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?

Podría rastrearlos en los lugares más hermosos que conocí pero para lugares comunes me quedo con los de la pasión. La primera vez que mi Viejo me llevó a la cancha del Lobo fue a una platea que ya no existe más, pero en vez de mirar el partido estaba magnetizado con la popular y ese azul marino sobre el fondo blanco me fascinó. 

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?

Me hubiese encantado conocer a Roberto Arlt porque fue el primer Escritor argentino que me cautivo en la secundaria. Teníamos un profesor que era un capo, se llama Valverde y a veces nos cruzamos en la librería, pero yo en esa época no le daba mucha bola. Nos daba unos libros buenísimos que después disfruté, pero que en el secundario los leí para cumplir. Pero cuando me tocó El Juguete Rabioso me pasó algo diferente, escribí una lectura y me fue genial. Después cuando leí Los Siete Locos y Los Lanzallamas me partió la cabeza para siempre, hay algo de esa escritura única que siempre me da vueltas.  

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.

Los Lemmings y otros de Fabián Casas lo compré, lo presté y no me lo devolvieron varias veces. Es un libro que me gusta trabajar en los talleres y siempre alguien se lo termina llevando sin querer. Pero creo que se enamoran de ese libro y yo también me enamoré la primera vez que lo leí en la edición de Santiago Arcos. 

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?  

Siempre intenté ordenarla de diferentes maneras por géneros, por países, por favoritos o por orden alfabético. Pero sospecho que hay algo del “orden” que no me convence o contra lo cual hay una parte de mi que se empeña en luchar porque al rato todo se desordena y vuelve al caos.