Nueve preguntas a Dolores Reyes
Cuestionario fijo
Miércoles 13 de febrero de 2019
"Me gustaría tallerear con Juan L Ortiz, disfrutando en cada encuentro de todo el camino hasta su casa contra el Paraná", dice la autora de Cometierra, novela a salir por Sigilo en breve.
Fotos de Malena Q. y Reina M. Reyes.
1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?
Es un cuaderno de Corte y Confección de mi abuela, La Nana, enorme, con sus hojas blancas en las que dibujaba sus diseños de camisas y vestidos. Era la sexta de doce hermanos y vivían en Chacabuco, en el campo, entonces pudo hacer hasta cuarto grado. Sin embargo, tenía esa letra hermosa, estilizada, que a veces veo en los libros antiguos de alguna cooperadora escolar. Cada tanto lo abro y me la imagino cantando "Caminito" por su casa mientras hace sus tareas.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
Me gustaría generar un shock similar al que siento cada vez que leo Eisejuaz de Sara Gallardo y que el lector pueda experimentar esa potencia tan fuerte que tienen las voces en esa novela; el impacto que se logra con un trabajo enorme sobre el lenguaje.
3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
Lo mejor es una herramienta con la que pensar el mundo, compañía, placer, oficio, algo que tiene la posibilidad de miles de entradas diferentes, que muta y a la vez, me permite la posibilidad de volver siempre.
Lo peor son esas noches de insomnio en las que tengo un libro nuevo al que no puedo dejar de devorar y consumo las horas de sueño y, de tanto avanzar, me duelen el cuerpo y los ojos. Pero no quiero soltar esa lectura. Y después, al otro día, hay que trabajar así, contenta y rota.
4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?
El libro que más veces regalé es Zama, de Antonio Di Benedetto, en la colección de literatura argentina que dirigió Piglia en el 2000. Por el 2002 o 2003 había pilas a cinco pesos en las mesas de saldo de Corrientes y con un compañero los comprábamos de a diez o doce, para regalar a los amigos. Me parecía que era un regalo doble: ese libro que me había atravesado de una manera tan honda y personal, junto al prólogo más hermoso que había leído en mi vida. Todavía tengo un par en la biblioteca porque cada vez que lo veo en alguna librería de usados, a buen precio, lo vuelvo a comprar. Ya llegará algún amigo para regalárselo.
5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?
La música funcional en mi cabeza es Decades, de Joy Division
6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?
El color más hermoso que vi es el de la espalda de los recién nacidos. A los míos no me cansaba de pasarles la mano despacio y ver que con una presión mínima, el color amarillaba un poco y después, volvía. Esa fragilidad, ese color efímero y el olor dulce junto a una experiencia tan particular al tacto, duraban esas horas de recién llegados en las que todavía conservan la forma en que se acomodaban adentro de otro cuerpo.
7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?
Me gustaría tallerear con Juan L Ortiz, disfrutando en cada encuentro de todo el camino hasta su casa contra el Paraná, y, recién llegada, que me diga a mí también: "¿Pero cómo le va?" Y, después, mirarlo escribir, charlar, tomar de su matecito-anfeta para sentir yo también que en esa compañía puedo escribir lo que sea.
8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.
Hay muchos libros que presté y no me devolvieron. Cada tanto ordeno mi biblioteca de Saer y pienso siempre que los tengo todos, pero a medida que voy acomodando me doy cuenta que presté algunos y no volvieron. Me enojo. Me juro a mí misma que no voy a volver a prestarlos nunca más y me los vuelvo a comprar. Al poco tiempo me entusiasmo hablando de Saer con algunx víctima nueva y le presto lo que sea... Me lleva la emoción. En este momento me faltan Glosa y Lo imborrable.
9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?
El tema del orden me cuesta un montón y aplico el mismo método que para el resto de la casa. A Marie Kondo no llegué. Pongo Acumuladores Compulsivos por A&E, miro hasta que me sube una oleada de pánico y me pongo a ordenar y a tirar un montón de cosas a la basura. Las bibliotecas quedan preciosas.