El prólogo de Que tengas una vida interesante
Viernes 04 de setiembre de 2009
“Prefiero una vida monótona y feliz –explicó Ana María Shua–, y no una vida interesante llena de cosas muy interesantes para contar al prójimo que sea dura para vivir. (…) Los escritores vivimos continuamente desdoblados. Vivimos y nos miramos vivir al mismo tiempo. Podemos estar viviendo el momento más terrible y más dramático de nuestra existencia y hay una vocecita en el fondo que dice ‘y esto cómo lo voy a contar’. “
Sobre el deseo de tener o no una vida interesante y la tarea del cuentista, Shua habla en el bellísimo prólogo del volumen que selecciona sus mejores cuentos:
Que tengas una vida interesante o todo lo contrario.
Parece un buen deseo. Una vida interesante: viajes, amores, aventuras… Y sin embargo, ¿a quién le interesa la felicidad ajena? ¿A quién le interesa la monótona descripción del Paraíso? La felicidad no tiene desarrollo en el tiempo; es estática, puntual, muy apropiada para la lírica, imposible o intolerable para la narrativa. Por eso “que tengas una vida interesante” no es sólo un buen deseo sino también una antigua maldición china. Ah, qué magnífico material narrativo el de la desdicha.
“Prefiero una vida monótona y feliz –explicó Ana María Shua–, y no una vida interesante llena de cosas muy interesantes para contar al prójimo que sea dura para vivir. (…) Los escritores vivimos continuamente desdoblados. Vivimos y nos miramos vivir al mismo tiempo. Podemos estar viviendo el momento más terrible y más dramático de nuestra existencia y hay una vocecita en el fondo que dice ‘y esto cómo lo voy a contar’. “
Sobre el deseo de tener o no una vida interesante y la tarea del cuentista, Shua habla en el bellísimo prólogo del volumen que selecciona sus mejores cuentos:
Que tengas una vida interesante o todo lo contrario.
Parece un buen deseo. Una vida interesante: viajes, amores, aventuras… Y sin embargo, ¿a quién le interesa la felicidad ajena? ¿A quién le interesa la monótona descripción del Paraíso? La felicidad no tiene desarrollo en el tiempo; es estática, puntual, muy apropiada para la lírica, imposible o intolerable para la narrativa. Por eso “que tengas una vida interesante” no es sólo un buen deseo sino también una antigua maldición china. Ah, qué magnífico material narrativo el de la desdicha.
El cuentista, como todos, tiene sus ilusiones. El cuentista cree que hay un detalle del universo que lo explica y lo contiene: con su red y su lazo sale a la caza de ese ínfimo detalle esquivo. El universo, sin embargo, no tiene explicación ni tiene límites. De ese fracaso nace el cuento.
La clave está en la revelación. En un cuento algo queda expuesto, revelado (pero nunca develado), algo que no es posible expresar de otro modo, porque si lo fuera escribiríamos un ensayo y no una ficción. Es el absurdo del universo, la inconsistencia de la vida, el olor de la muerte que nos define como humanos. O cualquier otro misterio que el cuento jamás nos venía a aclarar, porque la revelación que contiene es la puesta en evidencia del misterio, y no su resolución.
Lector, lectora, a quien me siento profundamente unida a través de este pequeño acto (el de la lectura) que implica la intersección de nuestras mentes: te deseo que no tengas una vida interesante. Excepto la que vas a encontrar en las páginas de este libro.