down-arrow
up-arrow
Ovillas de entretiempo

Ovillas de entretiempo

Maria Verónica Perez Lambrecht

$26.620
Gota por gota, las ovillantes aprontan el tejido del agua, agua que desvela, limpia y lleva () incesante, ya no duele. Penélopes inversas, ellas no hacen tiempo ni esperan la llegada de ningún amado para retomar sus vidas como se debe. Por el contrario, de todas las prendas destejidas, juntan lana en busca de una frecuencia capaz de cantar el dolor sin padecerlo. En eso no están solas, sus colaboradoras estrechas son las solfeggias, bravas alistadoras de frecuencias curativas, dispuestas a recibir a cualquier novia a jirones y a su copa de vino apenas. A penas mal trenzadas, a elixires mal servidos, responden también las recién llegadas de Apocalúcida, una tierra toda ella claroscuro, única iluminación idónea en entrevisiones. Así expone cómo la cicatriz pespuntea en los desgarres del pasado la promesa del futuro: Dejála florecer./ En el fin/ volverás a mis ojos. Vienen ellas de un largo viaje, llegan desde detrás de la puerta, donde el tiempo se comió todos los chocolatines, a refundar una posible infancia, en su barco de papel. Aún no está amarrado el barco, cuando ya se escuchan las risotadas de los dueños del puerto. ¡Habrase visto, mujeres grandes! Pero, entre espacios de los burócratas, en las hendiduras del género que se ofrece como abrigo -aunque no sea más que una trampa de vendedores de baratijas- se cuelan las alquimeras: una dispersión de escurridas, curvadas, desplazadas, un comité silencioso de recepción para embarcaciones que, por fin, no trafiquen ilusiones. Ahí están las umbraleras, a puro persistir donde cantan y ventilar música tibia. Tibia, sí. Ya vendrá el tiempo de subir el volumen, cuando las fondeadoras insistan vientre afuera. Y, por si no llegara a ser suficiente, no faltarán las rengonas, las perseverantes en lo impar y en el machete atento a abrir espacios dentro de la niebla. Y si el desembarco logra su presencia de brillo esfumado, si todo lo que pretende eclipsar se revela del revés como gema al acecho de la luz, llegarán las apenadoras. Sin provocar ningún daño, acunarán en sus noches sin terminar de cavar las niñeces mal mecidas, las astillas de cualquier arrorró. Será entonces el turno de recomenzar. Justo en el sitio donde la palabra hace una interrupción, donde la agitación del puerto de llegada se alía con las memorias del puerto de partida, las aladeantes hacen llover acentos, duendea un eco y de ombligo florece la belleza. Gota por gota, ya no duele. Es viernes, claro. Entretiempo. El día en que los preámbulos despuntan en los finales. La tarde es color verdemayo. Y espejito, espejito no sabe qué ala después. Pero, ala, ala, mientras Sísifo desenreda el ovillo de arena desde la punta de su palabra. Es viernes, siempre es viernes, cuando las ovillantes desenredan los almanaques y fundan su entretiempo. Allí, Verónica Pérez Lambrecht y su tribu de personajes poéticos insisten, no esperan. Y ya no duele. Que ya no duela. Gabriela Stoppelman
Pre-order
Guía de talles

Editorial: Leviatán

Páginas: 164

Peso: 223000 g

Temática: Poesia
Dimensiones: 20 x 14

ISBN: 9789878967554

CANTIDAD
-
+
Agregar al carrito
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Ver carrito
0 item(s) agregado tu carrito
×
MUTMA
Seguir comprando
Checkout
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar
×
Suscripción Eterna
Suscribite
Y recibí nuestro newsletter semanal con lo mejor del blog, todas las novedades y la agenda de la librería.
SUSCRIBIRSE