Una tormenta de libros nuevos
Quignard, Ratto, Ginzburg y más
Miércoles 30 de agosto de 2017
La tormenta de Santa Rosa dejó libros nuevos y al sol despejado: no te pierdas estas bellezas recién llegadas a la librería, antes de que arranque la primavera y se nos desorganice la atención lectora.
¿No sabés qué leer? No hay problema, llegaron novedades a la mesa de entrada de la librería y te están esperando. La nueva novela de Pablo Katchadjián, por caso, una búsqueda alucinógena al estilo de Gracias. Además, los cuentos de Patricia Ratto que Adriana Hidalgo reunió en Faunas, y El origen de la danza, de Pascal Quignard, que Interzona encargó en traducción a Silvio Mattoni.
Hay más y más también, y por eso dejamos como diamante colado Léxico familiar, de la muy incapaz de envejecer Natalia Ginzburg.
Faunas
Patricia Ratto
Adriana Hidalgo
"Hay una zona crepuscular, que tanto puede aparecer de súbito como crecer con tenaz lentitud, donde los reinos se confunden. Allí las reglas son otras porque nada se presenta puro y neto. En esa zona, los animales anandonan la quietud de su presente y alcanzan la cifra de una amenaza, de una angustia que oprime; los hombres, a su vez, dejan de ser los amos y señores de lo que no tiene voluntad y de alguna forma pierden la suya. Acaso la cultura no sea otra cosa que la negación de nuestra naturaleza anfibia e intermedia. Con un gran sentido del tempo narrativo y un envidiable manejo del ritmo, Patricia Ratto nos ofrece un variado catálogo de monstruosidades" // Luis Sagasti
El origen de la danza
Pascal Quignard
Interzona
La danza, en este libro, remite a ciertos acontecimientos anteriores al lenguaje articulado. Sus gestos buscan, en un pasado irrecuperable pero real, antes del nacimiento, la ausencia de técnica, el gateo, el mundo líquido, sin palabras. Quignard sostiene que, antes del lenguaje, antes de sumergirse en el habla, que es el segundo mundo, para el cuerpo hubo un primer mundo, amniótico, que es el de la danza. Aquel mundo mudo, cerrado, contenido, tantea en los pasos de danza los límites del lenguaje y procura abrirse a la falta absoluta de mundo, el desmayo, la “descontinencia” y al fin la muerte.
Este obra actualiza lo terrible del mito de Medea y cuenta experiencias: la puesta en escena de un guion para ser danzado por una bailarina japonesa de butoh, cuyo tema es Medea; la semejanza entre la danza sin reglas y los gateos y los pasos reptantes de los afectados por la bomba atómica; los raptos del sexo y los raptos de las religiones que hacen echar los brazos atrás, la cabeza atrás, los ojos cerrados en un éxtasis sin voces. // Silvio Mattoni
Pensamientos verticales
Morton Feldman
Caja Negra
En la historia hay momentos en que todo parece fusionarse en un único acorde y algo completamente nuevo aparece. Uno de esos momentos tuvo lugar en Nueva York a comienzos de los años cincuenta cuando, según palabras de Morton Feldman, “por un breve instante nadie pretendió saber de qué se trataba el arte”. Nuevos territorios fueron descubiertos de manera simultánea en el campo de la pintura, la música, la danza y la literatura. Mientras el expresionismo abstracto conmocionaba al mundo del arte con sus lienzos de grandes proporciones, la espontaneidad de sus trazos y sus colores, Morton Feldman fue, junto con John Cage, quien mejor encarnó el campo de la música esta búsqueda al margen de los valores tradicionales.
Fue en ese clima cultural que Feldman comenzó a componer una música que habitaba en una zona intermedia, entre categorías: entre lo visual y lo auditivo, entre el tiempo y el espacio. Mediante nuevos sistemas de notación abiertos y experimentales, y la implementación de métodos del azar, se propuso liberar al sonido de la retórica musical y del control del compositor. Arribó así a una noción no figurativa de la música, abstracta y concreta a la vez. Intentó ir aún más lejos, al concebir un sonido sin origen ni fuente, algo tan paradójico como el sonido de un instrumento abstracto. Se transformó en un compositor de “lienzos de tiempo”, que buscaba traducir al plano auditivo los estados de tensión e inmovilidad propios de las pinturas de Rothko, la inmediatez y urgencia expresiva de las técnicas del action painting de Pollock y las pinceladas vacilantes y aventuradas de Guston.
Léxico familiar
Natalia Ginzburg
Lumen
«Aunque esté basado en hechos reales, me gusta pensar que Léxico familiar va a leerse como una novela, pidiéndole a este libro todo lo que solemos pedir a la ficción.»
Así se expresaba Natalia Ginzburg hablando de este magnífico texto que cuenta su infancia y su juventud, y donde aparecen los nombres reales de parientes y amigos, entre ellos Cesare Pavese y Elio Vittorini.
Léxico familiar habla de los Levi, una familia judía y antifascista que vivió en Turín, en el norte de Italia, desde 1930 hasta 1950. Natalia era una de las hijas del profesor Levi y fue testigo privilegiado de los momentos íntimos de la familia, de ese parloteo entre padres y hermanos que se convierte en un idioma secreto. A través de este léxico tan peculiar vamos conociendo al padre y a la madre de Natalia, unas personas que inundan de vitalidad el libro; veremos también a los hermanos de la autora, a su primer esposo, a políticos de gran valía y a muchos de los intelectuales que animaban las tertulias en estas décadas tan importantes del siglo XX.
En cualquier lado
Pablo Katchadjian
Blatt & Ríos
Diodora, uno de los personajes de En cualquier lado, busca la pócima justa, hecha de una combinación de venenos, que le dé el antídoto contra todos los venenos; y esa búsqueda alucinógena desencadena la novela. Tal vez no, tal vez tenga otros desencadenantes. “¿Qué te pasa?”, “¿Así vestido?”, “¿No te animás?”, “¿Qué era eso?”, “¿Por dónde voy?”, “¿Cómo cambiar de vida?” son algunas de las muchas preguntas que se hacen los personajes. Las respuestas que puede dar la literatura están vinculadas al oficio de novelar. Estar, hacer una cosa, tener un objetivo, saber, tener otras vidas, sugiere esta novela, es igual a imaginar cada cosa del mundo, a inventarlas con gracia y detalle. En todas las páginas de En cualquier lado hay una invención, pero la trama es rigurosa y se atiene al dictado de una voz en la que todas las cosas –los venenos, las batallas, los ejércitos, las marchas, los partidos de fútbol, los amores– van en busca del sentido. Pero el sentido se escapa una y otra vez, sólo queda narrar, y en ese proceso nos deja el veneno contra todos los venenos: una perfecta novela.