Un librero tiene que ser innovador
Jueves 24 de setiembre de 2009
Entrevista a Paco Goyanes, dueño de la librería Cálamo de Zaragoza de paso por Buenos Aires.
Por P.Z.
Fundada en 1983, la librería Cálamo es una de las librerías independientes más influyentes de Zaragoza. Condición que ha sabido conseguir a fuerza de propuestas innovadoras –fue una de las primeras librerías en España en organizar encuentros semanales y presentaciones de libros– y un catálogo que intenta diferenciarse a partir de la calidad por sobre la cantidad. Desde el 2001, además, la librería desarrolló los Premios Cálamo con los que invitan a sus clientes a elegir el mejor libro del año: fueron premiados, entre otros, Michel Onfray, John Berger, Juan José Saer, Almudena Grandes.
Paco Goyanes, dueño de Cálamo, de paso por Buenos Aires para participar de la Conferencia Editorial 2009 –el ciclo de actualización profesional organizado por Opción Libros– visitó Eterna Cadencia.
¿No te interesa el bestseller?
Lógicamente vendemos bestsellers, pero en la proporción de lo que recomendamos, estamos construyendo nuestros propios bestsellers. Es una estrategia no solamente cultural sino también empresarial. Para vender a Coelho y a los grandes libros de venta masiva hay muchísimos puntos de venta. Librerías, kioscos, para qué voy a vender lo mismo. De alguna manera lo que intentamos de hacer es diferenciarnos. En una librería de mi tamaño, si uno no tiene un criterio que lo diferencie, un criterio de selección, si no consigues hacer una “librería de autor”, carecería de sentido y sería inviable absolutamente. No es que nos opongamos al bestseller es que, como estrategia comercial, nos parece absurda intentar competir con esos títulos.
¿En qué buscás la diferencia? ¿En catálogo, en la atención al cliente?
Yo creo que son varias cosas. Es básico que la librería tenga un fácil accesibilidad, que esté limpia, bien atendida, que los libros con los que se encuentra el cliente al entrar no sean los que va a encontrar en todos lados. Ahora, por lo menos en España, da lo mismo entrar en una cadena o en otra. Cierras los ojos y los abres y no notas ningún criterio que diferencie una librería de otra. Yo creo que los libros que uno muestra en su mesa de novedades, en la vitrina, los que recomiendan son los que, de alguna manera, hacen diferenciarte. Tener un espacio adecuado, tener una puesta en escena que se corresponda con lo que tú quieres proponer y luego, lógicamente, que la librería participe de ese juego. Lo mismo pasa con la propuesta cultural.
Entrevista a Paco Goyanes, dueño de la librería Cálamo de Zaragoza de paso por Buenos Aires.
Por P.Z.
Fundada en 1983, la librería Cálamo es una de las librerías independientes más influyentes de Zaragoza. Condición que ha sabido conseguir a fuerza de propuestas innovadoras –fue una de las primeras librerías en España en organizar encuentros semanales y presentaciones de libros– y un catálogo que intenta diferenciarse a partir de la calidad por sobre la cantidad. Desde el 2001, además, la librería desarrolló los Premios Cálamo con los que invitan a sus clientes a elegir el mejor libro del año: fueron premiados, entre otros, Michel Onfray, John Berger, Juan José Saer, Almudena Grandes.
Paco Goyanes, dueño de Cálamo, de paso por Buenos Aires para participar de la Conferencia Editorial 2009 –el ciclo de actualización profesional organizado por Opción Libros– visitó Eterna Cadencia.
¿No te interesa el bestseller?
Lógicamente vendemos bestsellers, pero en la proporción de lo que recomendamos, estamos construyendo nuestros propios bestsellers. Es una estrategia no solamente cultural sino también empresarial. Para vender a Coelho y a los grandes libros de venta masiva hay muchísimos puntos de venta. Librerías, kioscos, para qué voy a vender lo mismo. De alguna manera lo que intentamos de hacer es diferenciarnos. En una librería de mi tamaño, si uno no tiene un criterio que lo diferencie, un criterio de selección, si no consigues hacer una “librería de autor”, carecería de sentido y sería inviable absolutamente. No es que nos opongamos al bestseller es que, como estrategia comercial, nos parece absurda intentar competir con esos títulos.
¿En qué buscás la diferencia? ¿En catálogo, en la atención al cliente?
Yo creo que son varias cosas. Es básico que la librería tenga un fácil accesibilidad, que esté limpia, bien atendida, que los libros con los que se encuentra el cliente al entrar no sean los que va a encontrar en todos lados. Ahora, por lo menos en España, da lo mismo entrar en una cadena o en otra. Cierras los ojos y los abres y no notas ningún criterio que diferencie una librería de otra. Yo creo que los libros que uno muestra en su mesa de novedades, en la vitrina, los que recomiendan son los que, de alguna manera, hacen diferenciarte. Tener un espacio adecuado, tener una puesta en escena que se corresponda con lo que tú quieres proponer y luego, lógicamente, que la librería participe de ese juego. Lo mismo pasa con la propuesta cultural.
¿Tienen eventos todas las semanas?
Hacemos eventos casi todas las semanas, a veces nos pasamos de eventos, que también crea sus complicaciones, porque trabaja poca gente. Continuamente hay presentaciones de libros, pero también intentamos hacer cosas que rompan la norma: esa norma no escrita que le da tantas ideas al libro. Hay una realidad: nosotros empezamos a hacer presentaciones o actividades hace 25, 26 años, prácticamente éramos los únicos que lo hacíamos. Ahora –es como la cartelera del cine– todos los días tienes una cantidad de propuestas. Entonces intentamos buscarle otras vías, ligar un libro con vinos, buscar cosas que rompan los límites y de alguna manera conseguir sinergias con otra gente, con otras empresas, con instituciones públicas que pueden darle otra visión al libro más lúdica y divertida. Es una clave que nos diferencia. Yo pienso que tenemos una imagen muy potente para la pequeña librería que somos. Somos muy reconocidos en España como creadores de opinión.
¿Cómo se forma el librero?
En España es un desastre y creo que en Argentina pasa lo mismo. La mayoría de los libreros somos autodidactas, ese es mi caso: carecía de herramientas básicas que ido adquiriendo con el paso del tiempo. No tenía ni idea de gestión empresarial, no sabía nada de recursos humanos ni marketing. Para la gente que trabaja conmigo, el proceso de formación es intentar transmitirles lo que yo he aprendido. Después me interesa que toda la gente que trabaja en Cálamo pueda hacer todo: atender el público, buscar literatura especializada, armar paquetes para envíos, atender la web. Pero el tema de la formación del librero es clave, es algo que hay que darle una solución urgente. En Francia, tienes escuelas de libreros desde los años ’60. Italia, Alemania, Brasil. Una profesión tan compleja y dificilísima como la del librero: a mí me sorprende que para abrir una farmacia necesitas un título pero una librería la puede abrir cualquiera. De hecho hay demasiadas librerías que son un atentado a la salud pública.
¿Qué características tiene que tener una persona para ser librero?
Primero tienes que tener cultura general, que es la menos general de todas las culturas. No me gusta la imagen del librero como bibliófilo, tiene que ser una persona con mentalidad muy abierta. Un librero es una especie de insecto que va de flor en flor, que va catando, que va libando y proponiendo. No es un bibliotecario, no es un editor: es otra cosa. Es una persona que tiene que distinguir claramente lo que el público le interesa y ser capaz de ofrecerle esa novedad o ese libro de fondo olvidado. Y luego: la pasión. Antes se llamaba vocación –pero es una palabra maldita porque apunta a los curas–, creo que eso existe realmente. La realidad es que es difícil encontrar a gente de esas características. Yo estoy contento con la gente que trabaja en Cálamo. De hecho, varias de las personas que han trabajado conmigo se han puesto luego sus librerías o trabajan en librerías grandes de Barcelona. Es un orgullo.
¿Y la imaginación?
Yo creo que la imagen de las librerías ha cambiado muchísimo. Un librero tiene que ser innovador. Y a partir de ahora lo va a tener que ser mucho más. La persona del librero está en proceso de cambio acelerado. El tema del eBook va a cambiar absolutamente toda la cadena de suministro tal como lo hemos entendido, y van a sobrevivir solamente aquellas librerías que se van a adaptar a los nuevos tiempos. Han pasado muchas cosas como para que las librerías sigan manteniendo estructuras tradicionales. Un librero tiene que ser innovador para presentar los libros. Por ejemplo, a mí me interesa hacer experimentos imitando a las tiendas de moda. Si tú ves las tiendas de modas, por lo menos en España, son tremendamente modernas, muy visuales, muy bien iluminadas, hay un impacto fuertísimo cuando entras, haces un recorrido y hay una puesta en escena muy teatral, muy meditada. La librería tiene que ser igual, pero en vez de ropa, los libros que tu quieres destacar. Nosotros hicimos un experimento que es colocar dentro de las estanterías pequeños nichos con una editorial o una colección determinada, iluminarlo por la parte de atrás y hacer que esa estantería tenga un punto saliente. Eso funciona realmente. A la vez, algo tan tonto como colocar una tarjeta “Cálamo recomienda” en los libros que a nosotros nos gustan, a veces dejando un pequeño comentario. Utilizas cosas tradicionales –lo de la tarjetas lo he visto hace muchos años–, pero con otras cosas más potentes como esa iluminación rara y extraña de pequeños escaparates de la librería. La modernidad viene por ahí: saber innovar continuamente y ser un estupendo profesional.
¿Cómo estás avanzando en Internet?
Tenemos un par de librerías que venden por internet. Tenemos una librería especializada en ecología y desarrollo, que es un experimento que hicimos con una ONG de mucho prestigio en España. Está tratando de arrancar, lleva un año, pero no es fácil. Creo que acabará funcionando. Luego tenemos un sitio web de hace muchos años, que lo estamos renovando. La realidad es que hemos ido aumentando las ventas pero poquito. Mucha gente lo utiliza para ver qué hay y luego se compra los libros en otras librerías. No me parece mal, pero vamos a intentar ganar un poquito más de espacio en ese terreno.
Habían abierto un blog.
Tenemos, pero un librero impacientes como yo quiere hacer muchas cosas pero al final no encuentras brazos ni tiempo para hacerlas. Pusimos un blog, pero duró poquito porque para alimentarlo necesitamos alguien que lo haga, que esté todo el día. Entonces cuando tienes que pasar el plumero, atender al público, llevar un paquete a la universidad, ver a tus hijos y salir de copas con tus amigos, te queda poco tiempo para poder inventar un blog. Pero en la nueva web imagino que Ana [su mujer] lo alimentará. Veremos.
¿En algún momento tuviste intenciones de tener una editorial?
Tenemos una pequeña editorial, hemos empezado hace un año. Son plaquets. En el año ’90 hicimos un primer libro de poesía visual y descubrí que no tenía vocación de editor, tampoco es que ahora la tengo, pero retomamos un ritmo editorial, pensamos editar a gente que nos gusta especialmente, autores noveles y consagrados. Hay un poquito de todo. No tenemos previsto un número de títulos al año, pero en principio son 6 más o menos y las peticiones son limitadas, por lo menos hasta conocer un poco más la profesión. (Que tardaremos, porque se tardan 25 años en conocer la del librero, podemos tardar otros 25 para la de editor). Para mí es fundamental que esto funcione autónomamente, que no tengamos que destinar recursos de la librería para mantener la editorial. Más vale poco a poco. Lo único que he aprendido en estos 25 años es que es mejor no embarcarse en aventuras económicas de grandes dimensiones si no vas con un poco de tiento. Especialmente en esta época de crisis.
¿Sentís que hay una merma de lectores?
Yo creo que se lee más que nunca ahora. Yo creo que se venden más libros que nunca, también, a pesar de que este año ha habido una bajada al principio. El problema es qué es lo que se lee y dónde se lee. Han bajado los periódicos en venta, pero las ediciones digitales se leen muchísimo. El problema está ahí: que no somos todavía capaces de distinguir dónde exactamente se lee. Ahora si me preguntas qué va a pasar con el formato de libro, pues para mí es un inconveniente absoluto.
¿Con el eBook?
Sí, porque yo creo que tiene que aparecer. Hace unos 10 años hubo un intento muy fuerte de producir los eBooks: en las ferias de Frankfurt y en París, que son las que visito habitualmente, había una cantidad increíble de puestos de eBook. Al año siguiente desapareció, cerraron las empresas. Ahora creo que la cosa va en serio, porque hay grandes empresas metidas en el juego. Está Google y está Amazon más Microsoft. Esos dos grandes hermanos están muy interesados en que esto salga. El problema es que hay 24 formatos de lectura, que no está unificado. Pero creo que va a ir muy rápido, que primero las grandes compañías tecnológicas se van a empeñar en que todos nos compremos un lector y van a lograrlo. La gente está comprando los equipos, por más que luego no sepa qué hacer con ellos. Lo que está ocurriendo es que las editoriales están empezando a generar alianzas porque no quieren quedarse afuera del juego. El proceso va a ser muy extraño.
