Sonia Budassi: "Me gustan los mundos en que hay contradicciones"
Y su premiado libro de cuentos nuevo
Lunes 10 de abril de 2023
"Me gustan las narradoras que, si bien llevan las riendas del relato, se plantean las mismas preguntas que los personajes": en plena pandemia, Animales de compañía ganó el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes y Budassi no dudó en volver al sello que había acogido sus primeros cuentos, Entropía.
Por Valeria Tentoni. Foto prensa Entropía.
Nacida en Bahía Blanca en 1978, Sonia Budassi es escritora, editora, docente y periodista cultural. Publicó los libros de ficción Periodismo, Acto de fe y Los domingos son para dormir y de no ficción La frontera imposible: Israel-Palestina, Apache. En busca de Carlos Tevez y Mujeres de Dios. Además de escritora es editora de la revista de Cultura de elDiarioAR; antes de Anfibia, Ñ y del sello de narrativa Tamarisco. Colabora con distintos medios y es docente de escritura creativa, crónica y crítica cultural.
En plena pandemia, Animales de compañía ganó el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes y Budassi no dudó en volver al sello que había acogido sus primeros cuentos, Entropía. "Las voces que narran los distintos cuentos de este libro no son simpáticas ¿Desde dónde hablan los personajes? ¿Por qué ven el mundo así?", se pregunta Pablo Katchadjián en la contratapa de este libro magenta.
¿Cómo fue el armado del libro? ¿Estaba listo antes de concursarlo al premio?
Operó una sucesión de selecciones. Primero estuvo la selección para armar el libro para concursarlo, porque es uno de los pocos concursos para cuento inédito en Latinoamérica. Después se lo presenté a Entropía y ahí empezamos una conversación, me preguntaron si tenía otros cuentos por fuera del conjunto. Sacaron algunos que estaban premiados y metieron otros, sobre todo de mundo rural. Lo fui armando mucho con ellos, son editores que ya conocía y se toman todo muy en serio, son muy minuciosos. Llegás a un nivel de discusión que está muy bueno. Ellos encontraron una coherencia al libro, fue un trabajo creativo e intelectual muy divertido por el que les estoy muy agradecida.
¿Y qué fuiste encontrando de tu propio libro en ese proceso?
Los editores me hicieron notar que hay determinados temas abordados desde distintos ángulos: las idealizaciones, los mandatos, esa imagen de lo que debería ser y los personajes intentan cumplir, las instituciones o las parejas ideales en las que se van viendo las grietas. Los personajes van desconfiando del mandato social, eso es algo que recorre todo el libro. Arrancan siempre en un punto de crisis. Siempre hay algo turbio que se va descubriendo.
En las vidas de estos personajes el mundo digital está muy presente, ¿cómo lo pensaste?
Está incorporado, sí. Si bien no me interesa la refencialidad, me parece que es una convivencia que ocurre. ¿Lo que pasa en las redes sociales es real? Esa pregunta me interesa, es parte de la atmósfera en que vivimos. También me interesan las contradicciones. Hay un mito de que las redes democratizan, y eso tiene algo de cierto, pero a la vez es muy dictatorial. Todos podemos publicar, todos podemos usar los filtros que antes tenías que contratar, ahora ese monopolio de la imagen se perdió. Pero, al mismo tiempo, siguen estando las mismas jerarquías en ese mundo, la figura de los influencers o las exigencias de belleza. En las redes se reproducen los arquetipos y los relatos de melodrama, matrices en distintos formatos. Creo que mis personajes desconfían de eso, que están ante un cambio que se les promete y jamás sucede. Me gustan esos mundos complejos, los mundos en que aparecen contradicciones, aquellos en los que no hay buenos y malos.
Como en Periodismo, también en este libro se aborda el mundo del trabajo. ¿Cómo lo pensás?
Tenemos la referencia directa de Arlt, pero en lo contemporáneo recuerdo la genial novela de Aníbal Jarkowski, El trabajo. Me interesa mucho el mundo del trabajo porque me interesan mucho las relaciones de poder y las máscaras. Es un mundo hostil sobre el que hay una romantización. Me interesa esa suerte de hipocresía con respecto al trabajo simbólico, también, y por eso hay muchos personajes periodistas o que trabajan en comunicación, muchos de ellos creen realmente que con su trabajo van a cambiar el mundo. Me gusta que mis personajes por momentos elijan creer y por momentos vean todas las fisuras que hay en ese supuesto trabajo casi santificante del periodismo o en la militancia. En las grietas aparece también el cinismo, y esa cuestión me importa.
El amor también es un tema, y está encarado por momentos también desde la exigencia, como si pidiese tanto como un trabajo, ¿no?
Sí, hay un peso que sufren y es la mirada del otro, aparece esto de encajar en los roles o en lo que se espera de ellos. Están todos medio atribulados por eso, por encajar, aunque crean y descreean de eso a la vez. Siempre hay algo que sucede para resquebrajar esto. Hay un choque entre la expectativa de encajar en los modelos de consumo y de felicidad, incluso en el trabajo, y la realidad y sus obstáculos, donde surge la frustración o la perplejidad.
Siempre hay incorporaciones de la crónica y el ensayo en tus textos, ¿es buscado?
Sinceramente no soy consciente. María Moreno hizo el prólogo de mi primer libro de no ficción, Mujeres de Dios, y ella me proponía ahí que cruce el tono de crítica cultural con la ficción. No sé si le seguí conscientemente el consejo, sino que quizás tiene que ver con mi manera de ver la literatura como una herramienta de conocimiento. También, en el estilo, creo que mis personajes se plantean las cosas, son bastante autoconscientes, y se les cuelan las ideas. No me interesan el ingenio ni el cinismo puro y duro, no fue mi búsqueda hacer personajes inteligentes, pero sí están atravesados por preguntas. Puede haber una escena de acción, descripción, acción, pero de repente una bajada de una idea, o de la narradora -que intento que no tanto, porque intento que la narradora no esté por encima de los personajes sino al mismo nivel, es una decisión política consciente esa.
¿Por qué?
Porque me parece un acto de soberbia. Y me gustan las narradoras que, si bien llevan las riendas del relato, se plantean las mismas preguntas que los personajes. No me interesa que la narradora baje línea ni que juzgue a los personajes.
¿Por qué te interesa trabajar con lo oscuro de las relaciones o las situaciones?
Volviendo a lo que decíamos, porque creo que la oscuridad desenmascara todas estas trampas hipócritas que hacen que uno siga funcionando de manera automática. Sin caer en "la felicidad no existe", creo que todo el tiempo somos esclavos de distintas cosas. Me interesa correr los velos de lo que en teoría es luminoso y, como dijimos, es más bien trabajoso.